proporcionar temas oposiciones notarías

¿Me podrías proporcionar los temas?

Una aproximación al tema del compañerismo en las oposiciones que traté aquí, lo constituye una pregunta que me han hecho últimamente en varias ocasiones: “Oye Justito, ¿me podrías proporcionar temas?”. Así que vayamos al grano y planteémonos, ¿debe uno proporcionar sus temas a otros opositores? y, en paralelo, ¿debe proporcionarlos el preparador o al menos allanar el camino a su alumno para que este los consiga?

Dejar los temas

A mi me dejó los temas un opositor veterano. Fernando era un buen opositor y podía haber aprobado perfectamente, de hecho llegó al tercer ejercicio al menos en una ocasión. Con sus temas yo me planté en un segundo ejercicio en la primera convocatoria que firmé. Si suspendí fue (principalmente) por culpa de un tema muy malo, que yo sabía que era muy malo (no recuerdo si Fernando me lo dijo, pero no tiene importancia) y que no tiré a la basura a tiempo. ¡Glups¡, pensé, cuando vi que me había caído el tema de los Bancos y de la Bolsa.

No todos los temas me los facilitó Fernando (aunque diría que una inmensa mayoría sí). Otros me los facilitó mi preparador (unos cuantos incluso estaban hechos por él) y compré otros como los mercantiles de F. Rodríguez Boix (para la entonces Academia de Pamplona que no sé si continúa su labor) que me salvaron el pellejo por su concisión y que aunque no convencían a todo el mundo a mí me supusieron un mundo después de un suspenso muy mal digerido y un cambio de programa. Para mi aquellos temas fueron una tabla de salvación en una época en la que yo ya no era capaz de estudiar temas de “a kilo” y necesitaba temas “ajustados” a tiempo que si decía bien me permitirían aprobar (ahora sí) el segundo ejercicio. No aprobé con ellos una vez: lo hice dos veces y en una de las dos, conseguí reserva de nota.

En resumen, diversas procedencias y ninguna dificultad para conseguirlos.

Como no tuve casi compañeros hasta la época de Llagaria y Columela no recuerdo haber dejado mis temas excepto a mis hermanos, pero supongo que lo haría. No le veía problema entonces, ni tampoco se lo he visto pasados los años, aunque establecería alguna limitación en cuanto a compañeros que no apliquen el “quid pro quo” o el “hoy por ti mañana por mí”. Con compañeros tóxicos creo que haría lo mismo, pero no tuve ninguno o, al menos, no fui consciente ni percibí que algún “tóxico” anduviera cerca de mi.

Así que sí a dejar los temas sobre la base de la reciprocidad y el buen compañerismo, incluso sobre la base de la ayuda a quien no pueda costear los costes que puedan tener.

Por supuesto, no es lo mismo dejar un tema a pelo que dejar un tema que tienes trabajado a tope (salvo que haya reciprocidad). Además hoy la base física de los temas es distinta. Si yo dejaba mis temas, dejaba unos folios anotados, subrayados, recortados, pegados, manoseados y desgastados, con todos sus artículos indicados al comienzo, con las vueltas que les había dado, con cada cante cronometrado que les había hecho, hasta con mi propia calificación sobre como me había salido y con los días que habían transcurrido desde que me los había estudiado en cada vuelta. Supongo que ahora habrá quien estudie en el ordenador y allí mejore sus temas y quien siga estudiando en papel y en el papel efectúe sus subrayados, anotaciones, ampliaciones, correcciones, etc … En mi opinión, yo creo que habría que dejar al compañero el tema con el que uno empezó a trabajar o la última versión de la que disponga, es decir, el tema actualizado que el preparador o la Academia de turno proporciona a todo el mundo, pero dejar un tema pulido, trabajado, mejorado, comentado o extendido, lo veo de imprudente temerario. Esto es una carrera de obstáculos y no solo tenemos que saltarlos, sino que tenemos que competir con los que van en las otras calles y pretenden llegar a la meta antes que nosotros.

Suena algo mal, lo sé, pero es así como lo veo.

Los temas y el preparador

Si uno prepara, pienso que debe facilitar a sus alumnos los temas o conseguírselos; creo que dejar programado a un alumno en modo buscador de temas no es una buena solución. Si uno no tiene temas, si no tiene dónde conseguirlos, tal vez deba pensarse si debe meterse en el follón y la responsabilidad de preparar.

En conclusión

Creo que podemos dejar nuestros temas con algunas condiciones y debemos optar por preparadores que nos los puedan facilitar para no tener que echarnos a la calle para buscarlos en unos tiempos en que existe una solución mucho más sencilla: recurrir a las academias de preparación o a las editoriales que publican nuestro temario. Oigo hablar mucho de estos temas de editorial y he contrastado opiniones pero no puedo valorarlos (y eso que a veces me lo piden) porque no tengo elementos suficientes para hacer juicios o dar consejos sobre ellos. Sobre el asunto de hacerse los temas uno mismo, ya escribí algo en este post.

Justito, ¿me dejas tus temas?

Bueno, mis temas son casi inservibles diecisiete años después de examinarme con ellos por última vez, pero tengo temas actuales conseguidos por aquí y por allá. De algo servirá dar la tabarra que doy con las oposiciones, ¿no?

Sin embargo yo no preparo, aunque hiciera un mini intento hace poco, y no creo que deba ser suministrador de temas para nadie, excepto para aquellos opositores ya conocidos con lo que me trato a un nivel que nos hace recíprocos acreedores y deudores de favores diversos. Pero, ¿ni siquiera a gente que no tiene otra forma de obtenerlos porque no es aceptada (por la razón que sea) en una academia de preparación o no tiene posibilidad de desplazarse o de pagar la cuota que se destina a los gastos de la propia academia? Buf, complicado. Al final, reconozco que estos “chavales” con esta clase de dificultades me acaban tocando la fibra sensible.

Al margen, hay buena gente (muy buena gente) como Marcos Serrano y Liberquintus que pueden ayudaros, y mucho, en esta labor de conseguir temas. También hay buen material en el Foro de Eduardo Llagaria, en el blog de Francisco Mariño, en notariosyregistradores, en Notin que tiene todo el temario de Civil, Hipotecario, Mercantil y Procesal-Administrativo aquí, en la web Pedro J. Maldonado Ortega que tiene también algunos temas aquí y en Tío Gilito.

Al margen de los temas, lo que un opositor a notarías que empieza, que sigue, que está cerca, que está lejos, que se atascó, que no puede más …. tiene que leerse “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)” y dejarlo bien cerca de él cuando lo termine de leer. Alguno dice que es la Biblia del opositor a notarías y que ojalá lo hubiera leído cuando opositaba … ¡Ah! … quien lo quiera dedicado no tiene más que escribirme a justitonotario@hotmail.com 

Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario




 

5 comentarios

  1. Tus posts deberían encuadernarse y, cual salmos, de obligada lectura y aprendizaje antes de afrontar este “follón”.

    A mi me aceptaron en la “Academia” tras una breve prueba consistente en cantar uno de los temas (mercantiles) que unos días antes te proporcionaban. La hipoteca naval me tocó.

    Hasta ahí, bien. El resto, el infierno de Dante. Pregunto por los temas de civil y la respuesta es “no se”. Veía cómo mis compañeros tenían unos libros rojos y grandes que se llamaban “Carperis”. Primera pista. Algo es algo. Llamo a la editorial y me dicen que hasta dentro de 11 meses no saldrá la nueva edición y que la actual está agotada. Ningún compañero se dignó a dejarme fotocopiar sus temas. Ya no les guardo rencor.

    ¡Auxilio señor Preparador! : “Mira chaval, mi consejo es que hagas Farmacia, ja, ja, pero no te preocupes que te dejo los míos, que son con los que aprobó Rey Portolés”. Total, un puñado de temas de civil y de hipotecario desfasados y casi ilegibles con los que iniciar la marcha.

    Examiné el programa de Registros (el anterior a 1996, aun basado en el plan de Gayo o romano-francés), me compré (mejor dicho, mis padres me compraron con un gran esfuerzo) los tratados clásicos e ingenuamente me puse a construir todos y cada uno de los temas. Fue un error total y absoluto. La pérdida de tiempo y esfuerzo no quedó jamás compensada. Además, el “arte de hacer temas” se aprende con el tiempo, con los años, y los temas iniciales no tienen la calidad ni el ajuste temporal que sí tienen los últimos.

    Un veterano miembro del Tribunal, en uno de los orales, me dijo con todo cariño que mi hora cantando era como un minueto de Vivaldi, siempre entre lo sublime y lo insufrible, y me pidió que le mostrara los temas que me habían tocado en el examen. Al día siguiente me presente con ellos, le expliqué su génesis y se mostró estupefacto: ” dos temas brillantísimos, con acotaciones actuales muy interesantes, pero en cuanto al tercer tema … ¿cómo pretendía usted reducir a 17 minutos este montón de hojas, con sus correspondientes anotaciones? ¿quién demonios le está preparando?”

    Y volviendo al post. Como no soy muy listo, siempre dejaba mis temas (los ajustados) a quien los necesitaba, Los aprovecharon y a lo mejor hasta los tienen cubiertos en piel. Desde luego a día de hoy ya no me necesitan para nada y dudo que recuerden quien soy,

    Un fuerte abrazo.

    • Buenos días Dandanovic:
      Tengo pendiente contestarte (hasta podría salirme un Opo Flash como mínimo), pero no quiero dejar más tiempo sin acusar recibo y darte las gracias una vez más. Un abrazo, Justito El Notario.

    • Hola de nuevo:

      Que curioso lo de ese cante previo. Y encima de un mercantil.

      No sé en que años opositaste, pero yo lo del Carperi no lo había oído nunca hasta que en los últimos años empecé a relacionarme con opositores. Por lo visto, tienen un formato anti reproducciones.

      Yo realmente comencé a no dejar material con el dictamen, aunque también es cierto que mis temas no recuerdo haberlos dejado (quizá eran muy personales).

      La falta de ayuda o colaboración del preparador, con todo lo tradicional que sea, no me cuadra. Cuantos buenos Notarios habremos perdido por falta de una preparación eficaz y consecuente.

      Yo tratados no tenía más que el Castán y no recuerdo haberlo utilizado gran cosa. Estoy de acuerdo … puede ser una lamentable pérdida de tiempo.

      Y le dijiste eso a tu preparador? …

      Gracias de nuevo, un abrazo¡

      • Hola de nuevo.

        Empecé en septiembre de 1987. Era el primer año que en Barcelona se intentaba montar una Academia con cara y ojos, al mando de Registradores jóvenes (Mercedes Barco, José Luis Sanromán, etc.).

        Mi preparador inicial fue Sebas (Sebastián Brau) Fue el que me escuchó ese tema de la hipoteca naval. Gran persona, divertidísimo, y además me proporcionó “sus temas”: los de Rey Portolés, ya por entonces algo desfasados.

        Cada preparador asumía dos “preparandos” de forma exclusiva. Pero con cierta frecuencia te tocaba subir o bajar a otro Registro y cantar ante otro preparador.

        Así conocí el Carperi. Lo tenia -y ya gastadillo- Pilar Rivero, la hija del Catedrático de Derecho civil, y que finalmente aprobó en 1998. No sé ahora, pero por entonces se podía fotocopiar. Lo que sucedía es que por su tamaño la reducción a DIN A4 empequeñecía demasiado algunos párrafos, conscientemente ya minimizados en el original.

        También lo tenía Antonio Giner, y creo recordar asimismo (no lo puedo asegurar del todo) a Francisca Núñez y María José Sanz. A Antonio no le fue nada mal, quedó el número 2 de la promoción de 1990. Y Francisca y María José aprobaron con holgura (gracias a los fantásticos orales, eso sí).

        Lo que ocurre es que me presenté en otoño de 1987 sin tener ni idea del “follón”. Quien más y quien menos ya se había procurado los temas con anterioridad. Incluso recuerdo a Belén Merino (actual Decana de Madrid) que comenzó la oposición … en 4º curso de la carrera. Aprobó jovencísima en 1988.

        Al cabo de pocos meses los equipos de preparación se exclusivizaron y la competencia se encarnizó. fue una época en que las convocatorias se sucedieron: 1987, 1988, 1989, 1990, e incluso con la posibilidad de intentarlo en las Notarías de Valencia de 1991 (allí conocí haciendo pasillos a Santiago Méndez Ureña, que obtuvo Notarías unas convocatorias después, tras remontar una dura caída). Luego vinieron la de 1993, etc.

        A mi me pasó lo que tenía que pasar: Sebas concursó y se marcho a las Islas Canarias y reconozco que mi dinámica no era asimilable a la de los demás. Aun me estaba haciendo algunos temas. Les costaba encajarme y lo entiendo.

        Los preparadores se sucedieron y cada uno con su estilo. Uno me animó a dar varias vueltas completas al temario, primer y segundo ejercicio. Yo haciendo temas como un loco. Tras las vueltas (y sin haber aprobado por entonces el primer ejercicio) me tocó un mes entero de dictámenes: cada mañana 6 horas y cada tarde 3 de corrección. Hicimos 20 en total y aprobé los 20. El mundo al revés.

        Moralmente hundido, me distancié de la Academia y en los últimos años me preparó un viejo Registrador, que fue quien me enseño cómo debían aprobar los orales opositores como yo. Era el llamado sistema de bloques: estudias y cantas todos los temas de cada bloque (parte general, familia, derechos reales, sucesiones, obligaciones y contratos) hasta que consigues llevar el bloque íntegro. Ese día cantas un completo de 51 minutos y la semana siguiente realizas dictámenes centrados en cuestiones de ese bloque. Y así sucesivamente.

        Acabé llevando cada semana un bloque: cinco bloques – cinco semanas, más la sexta de mercantil. Funcionó. Lo mismo con el segundo ejercicio: el hipotecario en tres bloques – tres semanas y la cuarta el fiscal. Como un reloj y con la confianza por fin por las nubes.

        Lo que pasó luego no vale la pena. Ya no me interesa. Sé que tengo que seguir viviendo en ese resto de la vida que no quería para mi, Y eso, Justito, te aseguro que es devastador.

        Un amigo.

        • Hola Dandanovic:
          Según fui avanzando en la lectura de tu detallado comentario, iba pensando que injusta la selección … como se pueden quedar fuera tíos así … como los tribunales no captan de algún modo que un opositor tiene madera … como entran otros que luego son unos mantas … y cosas similares. Así llegué al último párrafo, a tu última palabra: DEVASTADOR. Hice un chasquido y torcí la boda; pensé “de buena me libré” …

          Es un placer hablar contigo. Un abrazo, Justito El Notario.

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