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Un fin de semana largo en Turín (septiembre de 2024)

 

Con esta entrada casi termino de hablar de Turín. Habrá una cuarta para tratar el tema de la suerte de encontrar buenos restaurantes en los viajes …

Después de mirar bastante (más o menos como siempre) elegí el NH Santo Stefano, situado en el Quadrilátero a un paso del Duomo donde se alberga (de uvas a peras) la Síndone o Sábana Santa. Gira bajo la advocación de San Juan Bautista y sin Sábana (aunque tienen su montaje para cuando no está y no hay una copia o no la había ese día o no se veía) pierde bastante atractivo. Curiosamente luego volvimos a verla desde el Palacio Real que visitamos al día siguiente porque están comunicados Duomo y Palacio y puede verse el primero desde unas dependencias del segundo.

Como llegamos cerca de las nueve de la noche desde el aeropuerto, a los pocos minutos de llegar al hotel sin perder un minuto nos lanzamos a la calle a buscar algún sitio donde cenar. A escasos metros teníamos un interesante bistró y al girar a la derecha entramos en la plaza Largo IV Marzo en la que estaba la trattoría L`osto del Borgh Vej donde tomamos contacto con la organización de los menús a la turinesa y disfrutamos de uno a base de porcini. Claro, pedimos los tres platos y el dolci y casi reventamos. No sabíamos que se podía pedir lo que quisieras. En España un menú es un menú y rara vez se sirven medios menús. Con los menús (50 pavos), las birras previas y el vino (S. Ponzio que nos encantó), nos cayeron 145 euros.

Lo de hacer el checkin antes de llegar al hotel se está convirtiendo en una cosa frecuente pero en este NH te ofrecen elegir la habitación, así que de antemano sabía que me darían la 334 que era de las más pequeñas pero mas que suficiente. Compartimos hotel con el Torino la última noche. El hotel comprende una antigua torre cuadrangular para la que se buscó “una solución en plena armonía con el contexto arquitectónico circundante mediante la inserción de una torre cuadrangular de ladrillo, en cuyo interior se encuentra el espectacular vestíbulo de entrada, de seis pisos de altura. Estos últimos están conectados entre sí por una rampa de madera que conduce a la logia final, una vista espectacular de la ciudad que culmina con una especie de terraza acristalada cerrada por un techo de cobre”. Nuestra taxista dijo que era el mejor hotel de Turín pero no sé si creérmelo. Por cierto, que Giovanna tuvo un buen detalle con nosotros cuando minutos antes de dirigirnos al aeropuerto para volar a casa, la doctoressa se dio cuenta de que no llevaba el bolso y que probablemente se lo había dejado en el tranvía Storico. Cuando nos dimos cuenta, ella volvió hacia la parada del tranvía, yo fui al hotel y Giovanna fue hacia la plaza donde recogimos a mi mujer que había recuperado el bolso gracias a que el conductor del tranvía vio que se lo había dejado. Italia no es solo Mafia, dijo Giovanna riendo, “también hay buena gente”.

 

Tras visitar el Museo Egipcio (que es, al parecer, el segundo más importante del mundo tras el British) nos sentamos en una de las innumerables piazzas de Turín que se comunican una con otra y la otra con la siguiente y que están generalmente adornadas con magníficos monumentos o conjuntos escultóricos. Se trataba de la plaza donde se ubica la famosa Gelataría Pepino en la que nos dimos a uno de los deportes nacionales de Turín y de todo el Piamonte: el spritz. Yo opté por un americano. Según la hora puedes disfrutar de algún acompañamiento. Hay que tener en cuenta que el aperitivo en Turín es al caer la tarde y no antes de la comida como en España.

El primer día completo allí, puesto que teníamos reservado en Magazzino 52, decidimos comer ligero. Nuestra visita había comenzado por el Mercado de la Piazza de la República en el que se alternan frutas y verduras con ropas y muchas otras cosas diversas, continuó con el mercado tradicional a cubierto donde desayunamos algo y terminó con el Mercado Central de Turín, un mercado gastronómico que parece no haber cuajado demasiado, donde nos comimos unos platos de buena pasta acompañados de sendos spritz.

El sábado pinchamos un poco con nuestra elección. Elegimos, ya un poco agotados de andar y en busca de una pizzería con algo especial, una ostería llamada Al Tagliere. Correctos, limpios, rápidos, asequibles con unos buenos antipasti y un mejor plato de pasta pero los aperitivos (la degustazione) fueron horrendos, un auténtico comistrajo. Y bueno, fueron 110 Euros (solo 25 menos que Magazzino 52 que fue fantástico). Revisando el precio, veo que el cubierto se cobraba a 2,5 euros por barba. Después de la comida visitamos el Palacio Real que tiene un galería ecuestre muy interesante y un museo fabuloso. Ni el Egipcio ni el Palacio se los puede uno perder. No entramos en el Museo del Cine de la Mole Antoliana que tenía una exposición del gran Marcello Mastroniani.

Nos animamos de más con el vino en la comida y a la hora de la cena estábamos con poca gana así que buscamos un sitio en el Quadrilátero y acabamos en Arsénico donde tomamos un par de pizzas. Lástima no haber avanzado cuatro pasos más hasta salir a la Piazza Emanuele Filiberto en la que había un ambientazo descomunal. ¿Se han imaginado un ambientazo descomunal?, pues imaginen un poco más porque era verdaderamente espectacular. No se pierdan esta plaza. Pronto escribiré sobre las elecciones gastronómicas en los viajes.

El domingo aún pudimos completar nuestra visita a las piazzas de la ciudad y para no llegar con hambre al aeropuerto, nos tomamos una cerveza y unas focaccias en la Focacceria Terre Liguri que está en la Vía Po (que termina en el río), número 10. Las acompañamos con unas cervezas locales que se llama Raffo. Esto te lo vende un influencer como comer en Turín por 12 Euros pero para otros esto no pasa de un piscolabis.

La doctoressa se compró un bolso casi enfrente. Se lo compró a Quisquina di Borrello.

Nos ha llamado la atención que en Turín (no recuerdo haber visto esto en ninguna otra parte de Italia y este era mi octavo viaje allí) que la gente o se levanta y pide la cuenta esperando de pie o la pide y se levanta a pagar. Antes de pagar se revisa la cuenta y das el visto bueno o preguntas. Y no pidáis factura porque pensarán que eres un inspector de Hacienda. Mejor “il conto”.

 

 

Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario




 

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