Todos los Notarios tenemos nuestra particular “Señora Misteriosa”, esa visitante asidua de la notaría a quien en mi caso no le he podido “sacar” en limpio más que una bandeja de caracoles listos para cocinar y ello a pesar de las muchas visitas que me ha hecho y de las decenas de preguntas (que en realidad, son siempre las mismas) que me ha formulado. Mi padre también tuvo su Señora Misteriosa y acabó heredando de ella en una rocambolesca historia que he contado en el “El Notario no puede heredar”.
A ver si tengo suerte y cuando me marche de mi actual notaría, mi Señora Misteriosa me nombra “heredero universal de todos sus bienes, derechos, acciones y obligaciones, presentes y futuros” en un testamento hecho con el siguiente Notario como le ocurrió a mi padre.
Mi particular “Señora Misteriosa”, siempre viene a verme con su bolsa llena de escrituras que no me deja casi ni tocar y con sus “¿le debo algo por la consulta?”. Solo en una ocasión me ha pagado en especies, aunque la realidad es que los caracoles no fueron agradecimiento directo a sus consultas gratuitas conmigo.
Divisé a la Señora Misteriosa desde el coche cogiendo caracoles
Es habitual en la comarca donde trabajo que, cuando llueve, la gente salga a buscar los estupendos caracoles serranos, alimentados de un romero que luego se impregna en los arroces y en los gazpachos, sabor que conservan y desprenden, ya en boca, cuando los caracoles se hacen a la brasa de sarmiento.
Un día de regreso a casa en el coche, fugazmente pude ver, caminando por el monte y en pantalones (ella que siempre lleva falda) a la “Señora Misteriosa”. El día era lluvioso y di por hecho que estaba cogiendo caracoles.
Unos días después se presentó en la notaría para su enésima (y concéntrica) consulta y le comenté que me había parecido haberla visto.
– ¿Estaba usted (- aún no se cómo se llama, aumentando así su halo de misterio -) la semana pasada cogiendo caracoles a la altura del Barranco)? – le dije.
– ¿Me vio usted? – me contestó llevándose “coquetamente” la mano a la boca.
– Pues eso me pareció; iba usted de pantalones, ¿verdad? – puntualicé.
– Pues si. ¿Y me reconoció? – dijo emocionada.
– Si, la reconocí – concluí.
En su siguiente visita, que no se hizo esperar, me saludó con un par de besos (que hasta ese día nunca nos habíamos dado) y me trajo unos caracoles que preparé el día de mi cumpleaños en una cena con amigos en casa y que fueron todo un éxito para mi gusto y el de los que se animaron a probarlos. El caracol suele provocar cierto repelús y no es plato del agrado de mucha gente. Yo no los comía nunca y me limitaba a apartarlos cuando los había, hasta que llegué a mi actual destino donde podría decirse que constituyen “el plato nacional” y no me quedó más remedio que comerlos.
Tendré que escribir un día de estos, la receta de aquellos caracoles con salsa de tomate al estilo de la Señora Misteriosa.
Le dedico esta historia a todos los oficiales de notaría que aguantan a tantas Señoras Misteriosas como nosotros los Notarios. En realidad aguantan muchas más que nosotros, estoy seguro.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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La nuestra es una señora nonagenaria que como ayuda para caminar, en vez de andador, usa un carrito de la compra que lleva lleno de fotocopias (que reparte) de artículos y libros sobre la dieta crudívora de la que es fiel seguidora y que, visto lo visto, le hace mucho bien.
Buenas noches María José:
Esa pinta a que pega buenos rollos …
Y, sí, la dieta funciona por lo que parece.
Un abrazo y gracias, Justito El Notario.
Hola estimado compañero de penas y fatigas, he luchado siempre por la concordia y el buen ambiente laboral y de compañerismo en las notaría en que es estdo.. En esta profesión como en otras, sobre todo a partir de la desaparición de los exámenes de ascenso de categoría se establecido un sistema no escrito de cualidad y no de calidad profesional propiamente dichas, es decir, tu puede ser un genio o un gran profesional del derechos notarial, pero si no eres comercial, o sea, una persona con contactos com empresarios o constructoras, desmerece mucho a los ojos de determinados notarios que pretenden el ganar cuanto mas dinero mejor, convirtiendo la profesión y el prestigio notarial en un mercado comercial, o sea en una simple acción comercial; es lastimoso que la avaricia de unos cuanto o de unos muchos estén acabando con el prestigio de la función Notarial. Me duele. `
Hola de nuevo:
Estamos de acuerdo al 100%.
Gracias por la participación y el estímulo que representa alguien con estar de acuerdo en la forma de desempeñar tu trabajo.
Saludos, Justito El Notario.
. El lema de tu notaria es el mismo que el de todas las notarías de España, como no puede ser de otra forma. Comprendo que tu no estás para dar calor humano, ni para hacer compañía a nadie, no es obligatorio, eso es decisión y empatía personal de cada cual. Un cordial saludo.
Estimado Ricardo:
Debería ser, pero lamentablemente no lo es. No tengo sus 50 años de experiencia, ni los llegaré a tener porque aprobé con 34 años y me quedaré en los 36 de ejercicio profesional (si llego a los 70), pero estoy absolutamente convencido (igual que lo estará usted) de lo que pienso y escribo y por eso me reafirmo en que en muchas notarías y en muchos notarios lo que prevalece es el llevarse el gato de la escritura al agua y el asegurarse la factura, si luego hay que subsanar ya se hará y si pasa algo se aplica “el eso no es cosa mía” hasta donde sea posible y asunto aparcado. Hay mucho “a mi con que se entienda quien es quien, me basta”. Tal vez su visión fue la que hubo en tiempos como los de mi padre que comenzó su ejercicio en 1962, pero no es la que muchos tienen actualmente. Hoy se ven y oyen cosas para echarse las manos a la cabeza.
Saludos y gracias por su participación y su opinión. Justito El Notario.
En mis cincuenta años de ejercicio de la profesión he tenido que atender a muchas señoras y señores mayores que acudìan a la Notaría con sus menores o mayores problemas y me contaban su vida y milagros. Siempre me ha gustado atender a estas personas, que en la mayoría de los casos buscaban era calor humano y algo de compañía..
Estimado Ricardo:
Mi Señora Misteriosa es una plasta y una abusona superlativa. Como ella hay unos cuantos y lo dice uno que siempre ofrece ayuda ante cualquier cosa que pueda suceder tras una firma o en casos en que no hay posibilidad de firma alguna. Pero todo tiene un límite.
Desde mi punto de vista, yo no estoy para dar calor humano, ni para hacer compañía, aunque procure ser condescendiente y comprensivo con todo el mundo cuando recurre a mi/nosotros.
Uno de los lemas de mi notaría es “hacer las cosas como si fueran para nosotros mismos”.
Saludos y gracias, Justito El Notario.
Una labor muy humana la que hacéis. No veo yo a un Registrador haciéndola. Enhorabuena
Buenos días José Luis:
Estaba de vacaciones. Muchas gracias y un abrazo, Justito El Notario
Hago mia esa dedicatoria. En mis casi veinte años de profesion, creo que he tenido unas cuantas señoras misteriosas. Gracias
Querido amigo.
Estoy seguro de ello. Un abrzo, Justito El Notario.
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