Confieso que llevaba tiempo preparando el abordaje a este post sobre preparadores.
Cuando intento hacer memoria de las impertinencias que como opositor tuve que sufrir por parte de los preparadores, siempre me vienen a la cabeza tres historias que me supieron a cuerno quemado, que me sentaron fatal, que aún hoy me cuesta trabajo digerir y que cuento con todas las reservas. Era cuestión de tiempo que terminara haciéndolo con todas las cosas que ya he contado en este blog y eso que algunas no han sido nada fáciles de rememorar. Esta es una de las mas difíciles y creo que aún me queda la más complicada de todas, aunque también estoy seguro de que a este otro tema le llegará el turno. Se trata de la cuestión del compañerismo entre los opositores….
“Suspenderás por tercera vez”
Vale, me la merecía. Hablar de mitades, porciones indivisas o “similares” en gananciales es un pecado mortal. Tan mortal que puede llevarte al hoyo en un dictamen, pero en una corrección con compañeros delante y con el mal trago que pasas cuando te toca leer, que te pregunte el preparador, tras soltar tu burrada sobre las mitades en gananciales, “¿cuantas veces has suspendido el dictamen?”, contestar tú que dos y que te responda que “como sigas así, van a ser tres”, pues no te deja muy buen cuerpo. Cerca estuve del llanto al salir de aquella corrección. Después de todo tenía treinta y tres años, estaba casado (y cansado) y el miedo a suspender por tercera vez y a finiquitar sin aprobar la oposición, era enorme. Eso sí, aprendí para siempre la lección. Años después tuve que soportar una bromita (en este caso injustificada) de un Registrador por el mismo tema, pero esa es otra historia …
“¡Así es cómo no se hace un dictamen¡”
“A ver, lee tú esta parte”.
“Joder, me tenía que tocar a mi estando aquí veinte opositores más”-pensé.
Tragué saliva y leí:
“Bla, bla, bla, bla, bla y bla”.
“No has estado mal”, pensé al terminar. “Creo que no he dicho ninguna burrada”. Entonces el preparador se pone a aplaudir y a la tercera o cuarta palmada (lentas, remolonas, regodeándose) dice:
“Véis, así es como no se hace un dictamen”.
¡Tierra trágame¡ Los compañeros se reían. Pobrecitos, reían aliviados de que no les estuviera pasando lo mismo que a mi. Humillado delante de una mayoría de opositores desconocidos y de algunos amigos y conocidos que veían en mí el perfecto ejemplo de lo que no había que hacer.
¿Mi pecado? No hacer un dictamen desdoblado. Vi el problema, di mis argumentos en defensa de mi tesis y pasé al siguiente asunto. No me planteé otra opción y fui chivo expiatorio.
Cierto es que luego el preparador se apiadó de mi (no hay mal que por bien no venga) y se interesó por mi triste historia. Al salir de clase, en su notaría, reconoció que me había utilizado para darnos a todos una lección. Inolvidable, ciertamente. Ya lo ven, han pasado dieciséis años y no lo olvido. Se disculpó y me dijo que me iba a enviar con otro preparador, palabras textuales, “que era un cabrón, pero que te va a hacer que apruebes esta vez”.
El otro preparador me recibió unos días después. Fui a verle realmente acojonado.
“¿A quién me recuerdas?”
Lo de este preparador, que cumplió su promesa de situarme entre las diez mejores notas del dictamen en mi Tribunal, era tremendo. Lo cierto es que me hacía reír y sufrir, mitad y mitad. Cuando les contaba a Sergio y José Luis (mis compañeros de fatigas en el último año de oposición) las cosas que me explicaba y me decía, nos reíamos a más no poder. Creo que en el fondo era por no llorar y que nos reíamos de nosotros mismos.
Podría contar lo de segregar juguillos, lo del bigotito, pero también que se comía un bocata en la notaría por atenderme y por atender su despacho (yo también como ahora bocatas en mi despacho dos días a la semana), que descubrió que yo no aprobaba porque era disléxico (no lo soy, pero se empeñó en que sí y hasta me leí un libro que me recomendó sobre la dislexia que, por cierto, he extraviado) y que me llevaba loco con lo del dichoso parecido que decía tenía con alguien a quién no recordaba:
“¿A quién me recuerdas?”, me decía.
Un día, por fin se animó a decírmelo o cayó en la cuenta de quien era mi doble y me soltó:
“Ya sé a quien me recuerdas”.
Atemorizado (ya nos conocíamos un poco), le dije:
“¿A quién?”.
….
….
….
Suspense.
“A Torrente” – me dijo.
Me dijo que me parecía a Torrente, que mi forma de hablar le recordaba, por chulo a ¡Torrente¡
Me sentí como una mierda. Como una gigantesca mierda.
Llegué a la Resi en la que vivíamos Sergio, José Luis y yo (la León XIII) y se lo conté a mis compañeros de fatigas. Nos reímos de nuevo y pasamos a ser, entre nosotros, Torrente, Malaguita y Tonetti.
Siempre que llamaba a la notaría para citarme con él, lo hacía con vergüenza. Normalmente no caía en quien era yo. Varias veces le dije: “soy Torrente”. Hasta cuando aprobé se lo dije y entonces me dijo él a mi: “Hombre, ahora somos compañeros. Te lo decía para cabrearte, para que te entrara mala leche”. Lo consiguió.
Le regalé vino y no hemos vuelto ni a vernos, ni a hablar. Creo que después de todo, nos reiríamos con la historia.
Sin rencores con los preparadores
A pesar de todo, les mando un abrazo a los tres y les doy las gracias, aunque no era necesario ser tan cabroncete … prefiero el estilo de Alfonso Ventoso Escribano aunque cada uno es como es y hace las cosas a su manera.
En fin, creo que es todo en materia de impertinencias de preparadores, aunque aún podría hablar de impertinencias menores de unos y otros: del de has aprobado con el mínimo, el de los pucheritos a la espalda, el de los pucheritos y el “no puedo estuudiaar”, los de “pero, ¿por qué te pones nervioso?”, los de “para qué estudias tanto si te faltan meses para el examen”, el de “esto parece un funeral”, los de los enchufes y “la culpa es de tu padre“, el de “tú no has sufrido” o el de la fábrica de Coca-Cola. Impertinencias para todos los gustos que desaparecen cuando apruebas y se convierten en un “¡qué bien vives¡”. Tal vez os desarrolle alguna de estas cualquier otro día…
Me he quedado en la gloria. Ánimo a los opositores. Especialmente a los que estudian notarías.
Reflexionaba el otro día una compañera en Twitter sobre los preparadores
“Poco se comenta el daño que puede hacer un preparador poco implicado. Este año ya me he enfrentado a varios casas de opositores desmotivados, con muchos años a sus espaldas, y con preparadores que ni les exigen ni les motivan. Mismo resultado: abandono pese a ser brillantes”.
Por aquí y por allá, en esta sección “Oposiciones” y la de los “Opo flashes” tengo hechas multitud de referencias a este tipo de preparadores. En mi opinión, que todo aprobado se convierta en preparador por puro compromiso y que tantos sigan preparando por la misma razón o por inercia es fatal para tantos buenos candidatos.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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????????????
Cuando era opositor siempre pensé que la relación entre preparador y opositor ha de ser bidireccional. Como dices aquí y en otro post cada persona es un mundo. Ahora como preparador pienso que, siempre que una persona sea seria, disciplinada y sacrificada, tendrá oportunidades de aprobar. Ya solo se tratará de subirse a ese tren.
Yo siempre intento atender a las necesidades de mis alumnos y a su sensibilidad. Pienso que solo así podré sacar lo mejor de él. Yo tuve muchísima suerte con mis preparadores. Eran gente sabia que sabían darme rienda suelta.
Un abrazo y animo a todos los opositores! Parece que no, pero hay luz al final del túnel!
Estimado Olavarrieta:
Estamos de acuerdo al 100%. Ayer escribí una pequeña entrada en OPO FLASHES que iba en esta línea de dar rienda suelta, exigiendo seriedad, al opositor. En la línea de dejar a cada uno que decida y creo que lo voy a desarrollar con otro post que tenía medio escrito. Gracias por la participación y el comentario. Un abrazo. Justito El Notario.
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Jajajajajajajajjajajajajajajajajajajajajajjajaja. Muy bueno
A mi ayer me dijo mi preparador después de sacar a mis compañeros del despacho que desde que volví a coger temas (estuve tiempo solo con el código) no me ve suelta, que estoy desanimada y que igual necesito otro preparador, y me ha dejado fastidiada para el resto de la semana. Veo que con esto no soy la única y me alivia
Hola Marta:
La verdad es que entonces no tenía puñetera gracia, pero … en fin …. me alegro de que hacerte reír un poco¡
Bueno, tal vez sea que necesitas un cambio, pero también es cierto que esas cosas te dejan chafao. No te preocupes.
Ánimo y un abrazo, Miguel
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No quiero cambiarlo, pero me ha dado la semana, en fin.
Gracias
Una curiosidad respecto a los dictámenes. Soy Abogado, dedicado al campo del Civil, desde hace 30 años y lo que mas me gusta hacer son dictámenes. Para mí, son como puzzles. Empiezas encajando las fichas de las esquinas, continuas con las que representan un cielo azul, y así, con mucha paciencia y hasta que todo encaje, elaboras el dictamen procurando ser lo mas objetivo posible con independencia de quien te lo haya encargado. Sólo querá preguntarte si en el ejercicio del dictamen en la oposición al terminar utilizáis alguna fórmula o alguna frase determinada. Yo suelo terminar con la frase: “Este es mi dictamen que someto a la consideración de otro mejor fundado”. Pero también he visto otras más taxativa y rotundas como “Este es mi dictamen, que mando y firmo”.
Gracias y un saludo.
Hola Carlos:
Yo comenzaba mis dictámenes con algo así como
“En la cuestión que antecede, emito el siguiente dictamen…
Y terminaba con lo mismo que tú. Creo que literal. Era la fórmula de mi preparador y siempre la utilicé.
Gracias por la participación y el comentario, Saludos, Justito El Notario.
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Hola Justito! Creo q todos los opositores tenemos alguna experiencia con estos preparadores “terroristas” de la oposición (que es como yo los llamo).
La mía fue justo al comienzo (momento vulnerable por cierto), donde tuve una preparadora q me decía que no tenía “tono de opositor” al cantar los temas, q se me entendía demasiado bien!!! Para matarla…la odié tiempo jajaja
Genial el post como siempre! Un abrazo
Hola Begoña: No es mala denominación. Yo no tenía ninguna, ni la tengo. Esa anécdota tuya me recuerda a esos que te decían de ti o de otro que no ibas o iba el otro a aprobar nunca. “La gente está muy mal”. Gracias por la participación y el comentario. Un abrazo. Justito El Notario.
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