A ver si con este post sobre las tierras abulenses, animo a mi amigo y compañero Zetacé a que me escriba algo gastronómico o jurídico, como quiera, para mi blog. Tal vez una selección de sus vinos de cabecera (tokaji, champagne y extranjeros en general) no estaría nada mal o de los restaurantes interesantes de su barrio de Madrid. Entre tanto, rememoremos aquel verano de 2012 que sigue siendo (y ya ha pasado demasiado tiempo) el último que hemos pasado juntos. Es el inconveniente de ser Notario de uno de esos pueblos que reverdecen en el verano, llenando las notarías de naturales del lugar que vuelven a “arreglar papeles” aprovechando la época estival, es el inconveniente de ser Notario de Piedrahíta que junto con el frío intenso del invierno, creo que no tiene ningún otro.
Posada Doña Cayetana
En nuestros veranos juntos, Doña Cayetana fue un lugar imprescindible. Comíamos o cenábamos, según la hora de llegada, y hasta dormimos en una ocasión quizá un par de noches. La primera visita fue en 2010 y así la narraba en Tripadvisor:
“Un amigo que trabaja temporalmente allí, me invita a Piedrahíta y me lleva a Doña Cayetana a comer. Atmósfera agradable, a pesar del algo apretado comedor, y trato excelente. Me dejo llevar y compartimos varios platos, independizándonos en el segundo. Los platos están muy bien presentados y son copiosos, el vino acompaña; me resistía a venir (y ahora no recuerdo porqué) pero disfrutamos de una gran comida”
Repetimos en el verano de 2011 y en el de 2012, del que os estoy hablando, en nuestra tercera visita a Piedrahíta en la que además nos alojamos en la Posada que se encuentra en la misma antigua y rehabilitada edificación que el Restaurante. Una acogedora, pequeña y elegante recepción da acceso al ascensor y a las escaleras que conducen a las dos plantas superiores. Unas pocas habitaciones “con nombre propio” se distribuyen entre las dos plantas. Creo que todas menos una están en la primera planta; en la segunda solo hay una más y un relajante saloncito. Nosotros disfrutamos de una de las habitaciones más grandes con vistas a la plaza y a la calle lateral que da a la Iglesia.
La habitación era luminosa, amplia, muy bien decorada, con bañera-jacuzzi integrada en la habitación junto con el lavabo situándose (a la francesa) aparte el bidé y el váter. En el techo un ventilador para suavizar los calores poco rigurosos de estas latitudes, teniendo en cuenta que uno lleva muchos años viviendo al Sur del Segura. La amplitud de la habitación nos dio suficiente comodidad, a pesar de la cama supletoria que siempre es un pegote que afea y obstaculiza. El desayuno, servido por la gentil María, consistía en zumo de naranja natural y café con leche, acompañado de bizcocho, tostadas con mantequilla y mermelada y tostas de jamón serrano.
El negocio cambió de manos hace un tiempo y no he vuelto desde entonces por allí. En la época de Sonsoles, buena amiga de Zetacé, la estancia y las comidas resultaban muy agradables.
Hotel Rural Ribera del Corneja
Ese mismo verano de 2012 nos pasamos por Navacepedilla de Corneja, para comer en el Hotel Rural Ribera del Corneja. El establecimiento cerró una temporada, pero por lo visto se encuentra abierto de nuevo actualmente. Por encargo de Zetacé nos tenían preparado un menú que costó sobre los 22 euros. Diría que no tenían carta y resultaba lógico puesto que es un sitio alejado del mundanal ruido y no funciona como un restaurante al uso. Creo que no se puede aparecer sin avisar y es indispensable reservar. Nos pusieron unos copiosos entrantes (hasta repetimos de algunos puesto que Zetacé era insaciable antes de lanzarse a correr maratones) y luego un plato para cada uno. Recuerdo las croquetas, un crujiente de morcilla, lasañas y secreto ibérico, entre otras cosas. Llevábamos nuestra propia tarta porque celebrábamos unos cumpleaños, el de las gemelas Zetacé, así que no tomamos postre de la casa. No había muchas opciones de bodega, pero fueron suficientes para nuestros menos exigentes paladares de hace 4 años. Nos decantamos por un blanco de Rueda, muy rico. Después de comer, vino lo mejor: tumbados en la zona de barbacoa/jardín de la parte posterior, nos endiñamos un gintonic y nos pusimos a charlar y algunos a dormir, arrullados por el suave viento que movía las ramas de los álamos próximos al río Corneja, en el que más tarde nos acabamos bañando.
El Milano Real
Lo peor de El Milano Real, es llegar a Hoyos del Espino. Nosotros lo hicimos desde El Barco de Ávila y se nos hizo algo pesado. Una vez allí ocupamos nuestra mesa en uno de los confortables y elegantes comedores. De los 3 comensales adultos, 3 tomaron un menú “de verano” y los otros 3 comimos a la carta: perfecto de pato, verduras con queso candeleda, solomillo de ternera avileña y parrillada y para el postre, tartas de manzana y nubes de naranja. Los niños tomaron el menú infantil. En muchos restaurantes, el menú infantil es un rancho de congelados, pero en este caso estaba tan cuidado como el resto de los platos de la casa que me parecieron de calidad, bien presentados y bien elaborados. Buen servicio. Precio razonable y para terminar la faena un gintonic en la terraza con fabulosas vistas a la Sierra de Gredos. Fue una pena no poder hacer uso del jacuzzi puesto que el acceso a menores de cierta edad no estaba permitido. Se comprende pero resulta fastidiosa esta clase de normas para quienes viajamos con nuestros hijos.
Aquel mismo día, o tal vez otro de aquellos que estuvimos por allí, fuimos al Pozo de las Paredes en Navacepeda de Tormes. Magnífico y congeladísimo baño que es, sin duda, el de aguas más frías que he podido disfrutar en mi vida. Al día siguiente ya en Portugal sufrí una especie de contractura muscular, aunque repetiría ese baño si tuviera ocasión.
Tenéis información sobre El Pozo en estas webs:
Espero que con esto Zetacé empiece a salivar y me organice algo importante tras volver de la Maratón de Valencia, que seguro terminará con éxito.
Entre tanto y por si volvemos por estas tierras abulenses, me actualiza información y me comenta….
Que hoy por hoy, seguro que me llevaría a comer a estos sitios:
Y también, para comer mas informal, a La Cabaña, en la misma plaza de Piedrahíta.
Y además, porque está al lado del río y te puedes bañar, a El Vergel de Gredos en Bohoyo.
Gracias Zetacé.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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