paisaje gallego Villalba

Parador de Vilalba, una “machada” de Fraga

 

Villalba o Vilalba es conocida por ser el pueblo natal de Manuel Fraga Iribarne, por sus quesos San Simón, por sus capones que tienen feria propia el domingo previo al día de Nochebuena, y por ser la capital de la Terra Chá (la Tierra Llana). Es un pueblo grandote y bullicioso en las horas centrales del día, probablemente por su condición “capitalina”, pero que no ofrece grandes atractivos al turista; es más puede que si Vilalba tiene Parador es, como decía mi padre, por una machada del amigo Fraga. Mi padre fue Notario de Guitiriz, que también forma parte de A Terra Chá. Recientemente mi madre me ha contado una historia que para mi era nueva. Mi abuelo, funcionario de Correos, viajaba con regularidad de Madrid a Ferrol o Coruña en tren. A la vuelta el tren hacía breve parada en la estación de Guitiriz donde mi padre le entregaba la carne para comer en Madrid en casa de mis abuelos durante la semana siguiente. Esto debió ser entre 1964 y 1967, aproximadamente.

El Parador ocupaba, originariamente, la Torre de los Andrade y tenía solo seis habitaciones. En tiempos recientes se ha construido un edificio, sin mérito especial, en el que te encuentras con unas habitaciones más bien amplias con unos baños que no están mal, pero que no aportan nada de nada al panorama-universo de Paradores. En fin, que o te alojas en la Torre, o el Parador de Vilalba es algo prescindible.

Quizá lo que más me gusta es que puede ser un buen cuartel general para desde allí conocer Lugo, A Mariña Lucense (con Mondoñedo incluido, por supuesto), A Terra Chá y hasta La Coruña.

En mis tiempos de Notario de Mondoñedo mis visitas a Vilalba fueron fundamentalmente gastronómicas. En aquel entonces frecuentábamos:

 

Os Píos

El local actual (yo les conocía ya en su anterior ubicación) intenta ser sofisticado y lo consigue solo en parte. Me gustó la barra, pero no el comedor que era oscuro y desangelado, decorado con madera oscura y telas en rojo (en cualquier momento parecía que iba a aparecer un ama de estilo sado a pegarnos con el látigo o Drácula en su versión Coppola). La presentación de mesas y platos me pareció pobre. El servicio bien, intenta cumplir, y la comida, que diréis que es lo que interesa, pues buena (tortilla, ibéricos fríos y calientes) y punto. Para el viajero en general y para el que quiera degustar la gastronomía gallega tal vez no sirva, aunque lo que hacen está bien. Volveré con otro chip y en otro plan.

Casa do Rouco

Casa do Rouco es una bonita (por fuera, porque vi las habitaciones y zonas comunes y me parecieron bastante horteras) casa rural en la parroquia de Román de Vilalba (Lugo). Como buena casa rural es algo difícil de encontrar y está en una bella zona pero no espectacular (para lo que es Galicia). Dispone de una cueva-comedor-mesón bastante amplia en la que he pasado muy buenos ratos. No es una cueva de verdad, no es una cavidad acondicionada como restaurante, es una cavidad de “obra nueva” hecha a base de un poco de excavación, un techo abovedado y tierra y plantas por encima en el exterior: una cueva de mentira destinada a restaurante. El efecto lo han conseguido y tras el umbral de la puerta, te adentras en un sitio inicialmente bastante oscuro, con su barra frecuentada por lugareños y con unas cuantas mesas de madera con sus bancos corridos. Es posible comer buenos embutidos, buen pan y otros productos cocinados del cerdo, así como quesos y otros platos típicos de la zona y de Galicia en general. Tras la comida o la cena, a cantar, a reír y a probar los aguardientes hasta salir bien cocidito. Cuidado no te deslumbres, si es día, al salir de las “profundidades”.

Mesón do Campo y Montero

Por último y especialmente íbamos al Mesón do Campo donde hubo varias buenas actuaciones con el Sr. Marful de Mondoñedo y hasta con algún amigo del colegio que vino a visitarme en un día de nieve que nos hizo atravesar A Xesta de vuelta a casa en difíciles condiciones. Aquella noche será un momento difícil de olvidar, tanto como los chuletones que nos comíamos y la buena zamburiña que solían tener entre otras muchas buenas viandas.

No he llegado nunca a ir al Montero (sí que he ido mucho al de Mondoñedo). También he parado en un sitio de la carretera (tal vez Mourence) donde se hacía muy buen pan, para hacer el clásico menú gallego del pulpo-ensalada-churrasco e viño.

De aquellas tierras pudo haber partido para Mugardos y Ferrol y luego una parte para Cartagena (concretamente desde la perdida parroquia de Cendán), la familia de mi amigo El Señor de Cuenca que estuvo a punto de comprar verbalmente una vieja casa a unos paisanos un día que estábamos investigando sus raíces e hicimos noche en el Parador. La noche anterior habíamos dormido en el de León y de Villalba continuamos camino hasta Ferrol. ¡Ah¡ y la primera noche del viaje cenamos en El caballero de Olmedo.

 

Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario




 

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