¿Dices “suspendí” o “me suspendieron”?

suspender o que te suspendan

¿Dices suspendí o me suspendieron? (porque si decimos aprobé o me aprobaron, la cosa suena muy distinta, ¿no?).

¿Reconoces tu buena suerte al igual que le echas la culpa de tus suspensos a la mala suerte?

¿Te atreves a decir cuantos años estuviste opositando desde el primer día que cogiste un tema hasta el día que hiciste el dictamen con el que aprobaste la oposición?

Hace unos días en mi entrevista para la serie de podcasts en Tras el Flexo que podéis escuchar siguiendo las instrucciones que explico aquí, me preguntaban que porqué los que siempre salen en la prensa cuando una oposición a notarías (o a otras) termina, son siempre aquellos que han conseguido aprobar más jóvenes. Respondí que creía que sucedía porque lo que vendía es el éxito y no el fracaso, aunque en estos días a propósito de mi libro, he aparecido en diversos medios (¡casi dieciocho años después de aprobar¡) como “un notario que relata en un libro sus 11 duros años como opositor, con final feliz”. Al margen de que lo del final feliz dará lugar a algunos chistecitos (como cuando compartí página con el espárrago de Villena a propósito de la Cruz de San Raimundo de Peñafort), lo cierto es que la noticia en esos términos es todo un éxito porque constituye una excepción y nos reivindica a los que tardamos un porrón de años en aprobar las oposiciones.

Yo no digo nunca que “me suspendieron”. Siempre digo y diré que suspendí y las tres veces con toda justicia, aunque en mi único oral no aprobado, el suspenso fuera “riguroso”.

Tampoco me consuelo con la mala suerte (que puede ser dañina a largo plazo para la recuperación/normalización de quien finalmente no aprueba). Es más, todo el mundo sabe (y si lee mi libro conocerá la historia de principio a fin y por orden cronológico) que reconozco mi buena suerte en el que fue mi tercer examen (de nueve) de unas oposiciones notarías. Ese tercer examen que aprobé, me permitió hacer seis exámenes más y en ese sexto conseguir el anhelado aprobado. Buena suerte relativa, ¿no?

“Puffff, ¿y merece la pena?” me dijo alguien el otro día en Twitter. “Sin duda alguna. Pero es una cuestión subjetiva, of course”, respondí. Añadí un enlace a este post sobre perder la juventud (a veces muy sobrevalorada) opositando (cuando otros tiran a la basura la mediana edad o se ven prejubilados a los 55) y, entrando ya en el terreno de la ciencia ficción, también dije me había planteado en alguna ocasión aquello de que “si pudiera dar marcha atrás y darme un consejo sobre la oposición, ¿qué me diría?”. Esto sería lo que me diría a mi mismo en tal caso.

Por supuesto, no me quito ni un minuto de oposición. Fueron 10 años, 9 meses, 3 días y aproximadamente 8 horas de oposición. Y a mucha honra.

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Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario