abogado pensando en opositar

“Oye Justito … me estoy planteando opositar”

Si cuando escribí este post se hubiera publicado ya “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)”, mi primer libro (autobiografía de mi experiencia como opositor), estoy seguro de que hubiera comenzado diciendo lo que ahora digo a la mayoría de los opositores que se dirigen a mi y me consultan: Cómprate mi libro. Y como no pude decirlo entonces y ahora ya está en su segunda edición, se aproxima el Black Friday y las Navidades, vuelvo a decirlo a quien lo esté pensando, está en ello, lo estuvo y lo consiguió o lo estuvo no lo consiguió: Cómprate mi libro….

Dicho esto, hace un tiempo me llegó esta consulta ….

Posible opositor: Hola. Me dirijo a ti porque me estoy planteando opositar. Estoy en un despacho de Abogados, la experiencia no está siendo muy buena y siento que me apetece iniciar una etapa de estudio.

Justito: Apetecer y oposición son para mí términos antagónicos. ¿Puede apetecer opositar? Etapa de estudio y oposición, también antagonizan bastante en mi pasado opositor. Esa etapa en mi vida representa el 21,78% de los años que actualmente tengo (más de la quinta parte de mi vida) y por eso etapa se me antoja poca palabra, muy poca extensión, para referirme a mi oposición. Vamos, que se me queda corta. En mi caso, de entrada, más que de etapa habría que plantearse hablar de una época (¡y casi de una era¡)

Posible opositor: Un profesor de la Universidad me dijo este verano que, si me apetecía opositar, me llevaría a un buen preparador. No sé cómo influirá esto a efectos de la oposición.

Justito: Otra vez “apetecer”. A mí nunca jamás me apeteció opositar, aunque por supuesto acepta ese ofrecimiento de que te lleven a un buen preparador. ¡Qué te lleven al mejor preparador¡ Qué si falla alguien seas tú, pero que no te falle el preparador. Está claro que creo que sí que influye, ¿verdad?

Posible opositor: Otra cosa que me pregunto mucho es si la oposición es más de echarle horas y horas o de ser un cerebrito.

Justito: No sé. Tal vez te diría que es cuestión de ambas cosas. Hay quien aprueba rápido, pero aún aprobando rápido habrá estudiado miles de horas y no es tan cerebrito y hay quien tarda mucho y ha estudiado decenas de miles y es un cerebrito. No obstante, creo que cuanto más cerebrito más a tú favor, no me cabe duda. Te aconsejaría que leyeras la entrevista que le hice a Alfonso Ventoso Escribano, Notario y Registrador, y probablemente quedarás sorprendido de lo que opina al respecto. Ambas cosas para mi son necesarias: horas y cerebro.

Posible opositor: Por último, no tengo claro si la literalidad en recitar el articulado es solo para el Código Civil o también para todo lo demás.

Justito: Mi querido MAC, mi preparador, me lo dijo casi el primer día “el Código Civil y los 42 primeros Artículos de la Ley Hipotecaria, al pie de la letra. El resto, cuanto mejor te lo sepas mejor. Una vez memorizados, entonces hablamos de comprenderlos. Años más tarde de habértelos estudiado, un día dirás “¿entonces?…¡ahora lo entiendo¡” o te encontrarás con un artículo que habías olvidado completamente al ver un programa de televisión.  ¿Lo que no sean artículos? No hay un temario oficial, solo un programa oficial, cada uno dice lo que quiere, así que no se puede hablar de literalidad.

¿Y todo esto?, siempre me preguntan y aquí ya continúo hablando solo …

¿Merece la pena opositar?

¡Cómo voy a decir yo que no merece la pena ser Notario¡ ¡Claro que merece la pena¡ Es un trabajo apasionante, sí apasionante, aunque como todo en la vida, depende de cómo te lo tomes.

Tú empieza

Este es mi gran secreto, mi fórmula mágica. Lo de opositar o no opositar lo he considerado siempre supeditado a una cosa fundamental: aceptar el modus vivendi del opositor durante un tiempo medio de seis o siete años (sí, esa es la media hoy por hoy). Puede que apruebes en tres o que te vayas a  nueve … o más. Si eres capaz de asumir esa forma de vida, ya tienes mucho ganado. Si no puedes con ello, adiós. Y si puedes luego entrarán otras cosas en juego. Ya he hablado en mi blog de pasar de notarías a registros, de dejarse la oposición y de aprobar por suerte, entre otras muchas cosas.

Suelo aconsejar a los opositores veteranos que sigan y perseveren, que no lo dejen, si la salud y las circunstancias económicas se lo permiten. No pasa nada por empezar la vida laboral más tarde. Ahora mismo, a mis cincuenta y un años y con casi diecisiete de carrera, con casi diecisiete años como Notario (cuando otros a mi edad pueden llevar veinte años de ejercicio o más), me encuentro pletórico, mientras que tengo familiares y amigos que con poco más de esa edad, la misma, y hasta menos ya piensan en jubilarse o prejubilarse. A mi me quedan diecinueve por delante y lo que pienso es que ya casi he agotado la mitad de los años que está previsto que sea Notario. No puedo aspirar, como habitualmente decimos de broma mi compadre y compañero José Luis Navarro y yo, a llegar muy arriba en el escalafón (bajaré por poco del 250) pero al menos conseguí meterme en él.

Si aconsejo esto a los veteranos es porque están más cerca de conseguir algo (y algo grande) por esta vía que saliéndose de ella e iniciando un camino distinto, aunque sea en paralelo. Por lo demás, creo que oposiciones largas y cortas las ha habido siempre y que lo que influye fundamentalmente es el individuo. Si encima rodeas al individuo de buenos preparadores y buenos temas, el éxito estará al alcance de la mano.

Eso sí, yo estuve a punto de dejarlo, a punto de no conseguirlo, aunque (y es uno de mis lemas) el que resiste gana, o, mejor aún “el que no resiste, no gana”.

Y ya sabéis, siempre quedará tiempo para que os hagan “La prueba de la manta”.

Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario.  @justitonotario




 

11 comentarios

  1. Tengo 29 años, era el mejor de mi carrera (Derecho y relaciones internacionales), con un 9 de media, y me he arruinado la vida. Me dieron un puesto en el Banco Mundial con 22 años, me creía el rey del mambo sin darme cuenta de que era un mero asistente administrativo. Me tomé ese primer trabajo como una manera de meter el pie en el sistema internacional, así que esos años tampoco los disfruté: me hice un master para intentar ascender dentro del banco (ja, en lugar de hacer networking), tenía una rutina muy mala, compañías poco ambiciosas, no pensé en mi crecimiento profesional….
    Cobraba mucho, hacía poco, tenía muchas vacaciones y creí que eso era el éxito. Qué ignorancia. Éxito es conocimiento y aportar valor. Me da verguenza decir lo que hago.

    Apenas tengo amigos en Washington. Casi no he viajado tampoco, porque ni siquiera tengo amigos o pareja para utilizar mis numerosísimos días de vacaciones. Siento que si muriese hoy, no habría mejorado la vida de nadie ni impactado en nada el mundo. He cometido el mayor error: dejar pasar la vida. Ni una boda, ni un cumpleaños, apenas gente que me felicite.

    Me parece increíble que con mi formación haya acabado de asistente administrativa…Todo por el logo del banco mundial y de un salario.
    Ahora, me he dado cuenta de que no tengo una “carrera”. Apenas tengo amigos en esta ciudad. Y lo peor, ni siquiera tengo un contrato fijo. Odio lo que hago y toda la industria del “desarrollo económico” me parece eso: una mera industria, inútil.

    Podría haber tenido una carrera brillante como juez, fiscal, o incluso con mi vocación inicial: periodista…¿qué hago ahora? me han recomendado TAC….judicatura me parece inviable a estas alturas….

    Ayuda.

    • Hola Sebas:
      Pues prepara notarías.
      Con buenas cualidades podrías dar el campanazo y sacar notarías antes de lo que lo hice yo.
      Poco mas te puedo decir pero a los 29 hay mucho que cambiar. A mi edad, 54, muchos amigos ya ven el horizonte de la jubilación y yo estoy hecho un toro.
      Tal vez la experiencia de mi libro “Nada antes que opositar”, te ayuda.
      Disculpa la tardanza pero la semana pasada fue un poco peculiar.
      Saludos, Justito El Notario.

    • Contestando al señor Sebas. Tras leer su intervención, lo primero que me vino a la mente fue una frase de aquella vieja canción de José Luis Perales, la que decía: «¿A qué dedica el tiempo libre?» De su relato deduzco que tenía usted mucho tiempo libre y dinero para hacer muchas cosas constructivas con su vida más allá de los límites de su trabajo profesional. ¿Qué ocurrió? La vida existe para ser dichoso, para disfrutar de lo que se hace, para encontrar cosas que nos enriquezcan, que nos aporten y nos hagan crecer. No todas las personas encuentran esos elementos dentro de su vida profesional, en los estrechos márgenes de un despacho. Hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sueña tu filosofía. ¿Qué hay de sus aficiones, Sebas? Tenemos el mundo del arte, el del deporte, el de la espiritualidad. ¿Acaso solo se puede aportar al mundo desde nuestra actividad profesional? ¿Qué hay de la colaboración con ONGs, con comunidades religiosas o laicas que ayudan a los demás? En usted detecto algo más que un trabajo que no le gusta, ¿se ha planteado que lo que le ocurre es más complejo e implica elementos de desarraigo, de falta de socialización, de pérdida de norte existencial? Hay muchos lugares donde se pueden encontrar espíritus afines, amigos, pareja.
      Ignoro si será su caso, pero he conocido a personas muy brillantes que se propusieron altas metas de futuro y durante buena parte de su vida no hicieron más que estudiar, se convirtieron en estudiantes profesionales, con la vista siempre puesta en ese futuro. Cuando al fin lo alcanzaron, se sintieron de pronto vacíos y perdidos. El estudio había acabado, la «profesión» a la que habían dedicado casi toda su vida y la zona de confort que la acompañaba ya no estaban ahí; el futuro se había hecho presente, había llegado, y no sabían cómo gestionarlo. Si ese problema no se sana, si se enquista, una reacción habitual es atribuirlo a la profesión en sí. «Me equivoqué», no era esto lo que esperaba. ¿Qué hago? Es muy tentador pensar que con cambiar de profesión se soluciona todo. Es la excusa perfecta para volver a estudiar, para volver a lo que siempre hemos hecho, a la zona de confort, de igual forma que el ludópata busca excusas para volver a jugar o el alcohólico a beber.
      En suma, si verdaderamente no le gusta su trabajo, evidentemente, busque otro, pero que sea por las razones correctas. Es muy peligroso caer en un bucle vital que lo ate a ser el estudiante eterno, el eterno aspirante. Piense que los elementos que necesita para alcanzar su plenitud a nivel personal puedan estar en otro lugar. No permita que el Sebas profesional se coma al Sebas persona o viceversa. Tampoco tiene por qué enfrentarse a estos retos solo, hay profesionales que pueden ayudarle.
      Finalmente, me gustaría añadir algo. Hay hombres y mujeres a los que un mismo trabajo o actividad van a seguir aportándoles de forma indefinida los elementos que necesitan para sentirse plenos, y que pueden hacer lo mismo a los veinticinco años y a los setenta. Sin embargo, no todas las personas son iguales. Entre los 55 y los 60 años hay quien puede notar que un trabajo que durante décadas le ha aportado ya no lo enriquece y que necesita seguir creciendo por otras vías, que ha abierto otra puerta, ha visto nuevos horizontes y desea explorarlos. Dejar un despacho o un quirófano a los 57 años no tiene por qué ser signo de agotamiento o de debilidad, hay quien no concibe la vida como un fenómeno estático, sino dinámico, en continuo cambio y adaptación por etapas. Si eso lo hacen a diario señores con casi 60 años, ¿qué no podrá lograr usted con 29? Ánimo y saludos a todos.

  2. Os cuento un caso que nos encontramos muy a menudo a ver qué opináis:

    “Tengo muchas dudas de si presentarme la oposición de policía local o guardia Urbana.
    Tengo 29 años ahora, en el momento de hacer la oposición tendré 30, no tengo tatuajes, mido 1,75 cm, peso 73 kilos y en principio cumplo todos los requisitos que suelen pedir.

    Analicemos requisitos:
    – Tengo carné B como todo el mundo, pero el A de moto me lo tendría que sacar. No creo que tuviera problema pero ya es un coste a sumar.
    – Tengo carrera de ADE y máster que no es oficial, he tenido que pasar por asignaturas de derecho (derecho civil y derecho mercantil), por lo que muchos temas los tengo preparad y sólo tendría que refrescar. Aunque todo sea dicho, la carrera la saqué ya hace varios años.

    Respecto a las físicas:
    – La prueba de resistencia, course navette ahora mismo la apruebo pero no voy sobrado supongo que entrenando un poco podré mejorarlo.
    – Las de fuerza, press banca: Desastre, no he sido capaz llegar al mínimode hacer ninguna. Y lo peor es que seguramente tendré que muscular para hacerlas, para lo cual tendré que pasar por un gimnasio, incrementando la factura económica.
    – El resto de la dos pruebas son una incógnita, creo que son ejercicios que están a mi alcance si entreno un poco, pero no sé.

    Respecto a las pruebas teóricas:
    – Tendría que comprar el temario. Mirando en tiendas he comprobado que como mínimo me costaría 200€.
    – Como punto negativo tengo que decir que los exámenes tipo test no son mi fuerte.
    – No me planteo apuntarme de momento en una academia, vivo en una ciudad pequeña y tendría que desplazarme a otra para ir encontrar una. El coste sería a tener en cuenta.

    Respecto a las pruebas médicas:
    – Esto es lo que más miedo me da. Puedo pasarme un año entero entrenando y estudiando para que te despachen en un dos segundos por tener dos dioptrías en un ojo o cualquier exclusión semejante.
    – Pero sobretodo me da miedo la prueba de oído. Por mis trabajos anteriores (trabajaba al lado de máquinas muy ruidosas) creo que he perdido audición de forma apreciable.

    En definitiva:
    Entre el carné A, los libros, las tasas, el gimnasio y otros gastos no previstos, calculo por lo bajo que me costaría 500€ presentarme a la oposición en condiciones de aprobar (haciéndolo todo por mi cuenta, sin academias), aunque una cifra más realista sería cercano a 900 euros.
    Sin embargo, en la prueba médica me pueden dar la patada perfectamente, y no puedo perder dinero y tiempo de ese modo.

    ¿Qué opináis sobre este tipo de casos? ¿Qué le aconsejáis?

  3. El tema es que prepararte en serio unas oposiciones es un cambio en tu vida personal y laboral, es una apuesta a largo plazo por la que hay que luchar día a día.
    Y además es mejor está cerca de ese mundillo, yo tengo dos amigos que comenzaron a trabajar cobrando una mierda en entidades públicas como personal laboral y el sólo hecho de estar ahí día a día viendo cómo viven y cómo se comportan sus compañeros funcionarios es un incentivo para ser constante.
    A día de hoy los dos son funcionarios, con unos horarios que envidio con toda mi alma.

    Vamos, lo que quiero decir que la empresa pública y privada son dos mundos opuestos, si quieres triunfar te tienes que decidir por uno de ellos. Como si tuvieras que elegir entre dos chicas guapas.

    • Buenos días Julia:
      Estoy de acuerdo, aunque haría un matiz.
      En la función pública hay muchas formas de tomarse el trabajo.
      Puedes aprobar notarías y dedicarte a ser un notario instrumental que da su bendición a lo que pasa por sus manos o ser un Notario que estudia y profundiza todos lo días para sacar adelante las mejores escrituras. Desgraciadamente abunda lo primero.
      Lo mismo en el resto de la función pública.
      Gracias, Feliz Año Nuevo, saludos, Justito El Notario

  4. Hola, opositar es un a opción, y eso como bien dices depende de que seas consiente de los sacrificios que hay que hacer mientras preparas la oposición, además que debes de ser consiente de que el único que es responsable de que obtengas o no la plaza eres tu mismo, los demás, sean academias, amigos o familiares son solo apoyos. De nosotros y de nuestra capacidad de aprendizaje dependerá el que logremos nuestro objetivo como opositores. Bueno esa es mi opinión gracias por el artículo

    • Buenas tardes David:
      Bueno, hay circunstancias externas que también nos influyen. Si solo dependiera de nosotros, todos aprobaríamos y no todos lo hacemos.
      Gracias por la aportación. Saludos, Justito El Notario.

  5. Claro que merece la pena opositar y más para un puesto así que tienes la vida solucionada de por vida. No obstante, a pesar de ser una profesión muy practicbcn es de las más complicadas que existen. Yo estoy opositando a gestión que es mucho más accesible ya que no se presenta tanta gente. Aún así tela con el temario. Es bastante largo y complicado pero no pierdo la esperanza!

    • Buenas tardes Lucía María:
      Bueno, yo siempre aconsejo al que duda (y supongo que lo digo en ese post) que empiece y a ver que tal le va la vida.
      Muchos no resisten y otro sí que lo hacen.
      Para mí, merece la pena si apruebas … si no apruebas el asunto cambia y puede que compense o que no.
      Gracias, saludos, Justito El Notario.

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