Catulus: “Tengo la esperanza de sentirme comprendida y que con el ánimo de tus palabras pueda, de alguna manera, tomar una decisión. No estoy atravesando una buena etapa en la oposición, aunque, si te soy sincera, creo que desde que empecé en esto de opositar nunca he tenido etapas buenas. Estoy estancada, me cuesta mucho avanzar rápido, voy muy lenta y tardo varios días en estudiarme un tema nuevo, y así se van pasando los días, semanas y meses y cuando echo números no me salen las cuentas. Ya no tengo tan claro que esto sea para mí. Y me duele mucho tener que escribirlo. No hago más que preguntarme: ¿en qué momento pensé que yo podía con esto?, ¿quién me mandaría a mí meterme en este sufrimiento? Veo todo lo que me he perdido en esta larga temporada y me genera ansiedad porque podría tener un trabajo normal y una vida normal, irme de vacaciones, pasar tiempo con mi familia, tener dinero para no depender de nadie, y ser feliz. Por otra parte, veo todo lo que se están esforzando mis padres y me duele en el alma que esto pueda terminar mal. Mi padre opositó durante un tiempo a notarías pero no lo pudo lograr. Cuando yo terminé la carrera se ilusionó y se implicó mucho con mi oposición. De él aprendí la importancia de la literalidad en los artículos. Fueron momentos de ilusión, de ganas y hasta de ternura entre los dos. Pase lo que pase, recordaré esos primeros momentos con cariño. ¡Ojalá algún día pudiera decirle que lo he (que lo hemos) conseguido¡ Pero, aunque una parte de mí desea alcanzar esa meta y quiere seguir adelante, hay otra parte de mi que me impide avanzar, que juzga todo lo que hago y no para de bombardearme la cabeza con mensajes de que al ritmo al que voy no lo voy a conseguir o que todos lo hacen mejor que yo. La oposición está consiguiendo acabar con mi autoestima y me he dado cuenta de que es una situación capaz de conseguir que todos los miedos y problemas psicológicos de uno afloren, que salgan a la superficie; es una situación que te enfrenta a tus debilidades sin que tengas ninguna escapatoria. Si los solucionas, sales victorioso y si no los solucionas, caes con ellos. Vivo en esa continua contradicción conmigo misma y no sé hasta que punto está influyéndome negativamente en la preparación. Tengo claro que este es mi sueño, que esto es a lo que me quiero dedicar, que no quiero ser otra cosa, que solo quiero ser Notario, y quiero superar mis limitaciones, mis miedos y lograrlo, pero me pregunto y, ¿si lo tengo tan claro, por qué no fluye todo de una manera óptima? Veo que no estoy teniendo avances reales y esto me está quitando el sueño. Creo en la capacidad de superación del ser humano, en la esperanza, en que todo se puede lograr, pero ¿hasta cuándo intentarlo si percibes señales de que puede que este no sea tu destino? No sé qué hacer, qué decisión tomar, no sé si esto es normal. Conforme a tu experiencia, y a los contactos que tienes con otros opositores, ¿qué me dirías? ¿Tú crees que hay un límite, una fecha de caducidad en la preparación? Si no hubieras aprobado aquella vez, ¿hubieras seguido? Una de las cosas que más me duelen es ese sentimiento de no haberlo intentado lo suficiente o hasta quedarme al menos satisfecha. ¿Merece la pena sufrir tanto? Si tuvieras que hablar con Justito El Opositor, ¿qué le dirías en aquellos momentos en que no era capaz de estudiar? Por otra parte, tengo que agradecerte los post sobre Bancaria. En el estado en que me encuentro me anima mucho conocer también la otra cara de la moneda, la del SÍ con mayúsculas, la del APROBADO, saber que se siente cuando uno ve su nombre en la lista de los aptos. Me gustaría, si lo crees conveniente, que algún día escribieses sobre cómo fue el momento en el que viste el aprobado, qué sentiste, si lloraste, si estabas solo o con algún familiar, qué te dijeron las personas que te veían como el eterno estudiante, si pudiste dormir de la alegría, y si es cierto eso que dicen de que una vez que finaliza la oposición (tanto si se aprueba como si no) hay que volver a aprender a vivir. Otro momento especial sobre el que también me gustaría leerte algo es el de la entrega de la Cruz de San Raimundo de Peñafort. Supongo que en ese instante se borraron de un plumazo todos los años malos de oposición. ¿Cuándo redactabas tu primer protocolo te podías imaginar todo esto? También quiero darte las GRACIAS por el trabajo que estás haciendo en materia de dictamen. Buscando información en internet sobre el usufructo ganancial me apareció “El dictamen según Llagaria” de Justito El Notario. Empecé a indagar y he encontrado bastante material, sobre todo para resolver la pregunta que siempre me hacía: ¿cómo se hace un dictamen? Me quedé bastante sorprendida cuando descubrí la cantidad de información que tienes acumulada. Has hecho un trabajazo enorme. ¡ENHORABUENA! y MUCHÍSIMAS GRACIAS por esa ayuda tan grande. Es una materia en la que ando bastante perdida y con la que no sé por dónde empezar. También quería preguntarte acerca de que otros recursos consideras imprescindibles para iniciarme en el tema del dictamen. Estoy muy agradecida de corazón. Hasta ahora en mi academia solo habíamos hecho pequeños casos prácticos, pero nadie me había explicado ni dado información clara sobre cómo se debe hacer un dictamen“.
Justito: Sobre lo que pasó cuando aprobé. Sobre como me sentía, pues … fundamentalmente aliviado: “Después me instalé en una nube, en una nube de alivio. Una inmensa nube de alivio en la que aún vivo, aunque tiene dos agujeros por los que saco las piernas para así poder tener los pies en el suelo”. Sobre mi condecoración. ¿Sabes lo que me dice siempre mi oficiala?: “Jefe, nadie sabe lo que usted hace”. Modestamente, es bastante cierto. El blog está convirtiéndose poco a poco en “mi gran obra”. Están los Dictámenes. Pero también los Modelos. Y mucho más… Ya voy viendo el final de mi proyecto aunque cuando termine de recopilar todo, habrá que ir mejorándolo poco a poco. Me hace muy feliz, aunque el trabajo es bastante agotador y parece que no se acaba nunca. Cuando redacté mi primer número protocolo no pensaba hacia delante, pensaba hacía atrás, en todo lo que había sufrido. No pensaba tanto en lo que me sucedería a partir de ese momento; mi pensamiento era más cercano al concepto de “¡de la que me acabo de librar¡“. ¿Que cuándo hay que dejarlo? pues, como me dijo mi amiga Lina, cuando te lo pide el cuerpo, aunque realmente no es como decía Lina porque el cuerpo te lo pide pero el corazón no le deja hacerlo puesto que aprobar es su auténtica ilusión. Dejarlo es tirar por la borda los años de esfuerzo invertidos. A fin de cuentas, lo dejas cuando ya no puedes (o no quieres) más, cuando no tienes suficiente ilusión, cuando descubres que no lo deseabas tanto, cuando ves que ya no puedes con ello o que, en realidad, nunca has podido, cuando ves que no soportas el nivel de esfuerzo y sufrimiento. Por cierto, no creo en las señales del destino y sí que creo que existe una fecha de caducidad en la preparación que aparece cuando uno comienza la cuesta abajo como opositor o cuando no consigue alcanzar nunca la curva de la máxima sabiduría a pesar de que, teóricamente, le ha llegado el momento de hacerlo.
Además también me preguntas otras muchas cosas sobre opositar
- ¿En qué momento pensé que yo podía con esto? Eso lo pensé yo cuando me estudié el tema que llevaba los artículos del título preliminar del Código Civil. Luego lo debí pensar muchas más veces, pero la primera fue aquel día. Solo llevaba un par de semanas o tres opositando.
- ¿Quién me mandaría a mí meterme en este sufrimiento? Ese pensamiento de “maldita la hora en que elegí este camino” es muy usual. Yo lo tuve muchas veces. Ahora pienso lo contrario, “menos mal que fui capaz de seguir adelante”.
- ¿Hasta que punto me está influyendo todo esto? Pues te está influyendo decisivamente tanto para lograr dejártelo, si consigues tomar la decisión, como para continuar estudiando de una manera que te sea útil y efectiva. Si fueras capaz de evadirte de todo lo negativo y centrarte en lo positivo, estarías en la onda correcta. Mac seguramente te diría que “los árboles no te dejan ver el bosque” o si te viera demasiado mal que “ya no sé que decirte y me veo incapaz de ayudarte”. Llega un momento en que solamente uno mismo es capaz de ayudarse salvo que recurra a la psicología y/o la psiquiatría.
- Si lo tengo tan claro, ¿por qué no fluye todo de una manera óptima? Porque no basta con querer ser, hay que hacer y hay que hacer de manera productiva, efectiva, útil, rentable … Además tienes que contrastar definitivamente tus capacidades y en eso son fundamentales los preparadores. Si te falta capacidad, el reto es aún mayor pues tendrás más tiempo por delante, puede que …. mucho más tiempo por delante.
- ¿Todo se puede lograr? No. Eso no es cierto. Tienes como ejemplo a tu padre. No me gusta animar a la gente con eslóganes falsos. He llegado a la conclusión de que “el que la sigue, la consigue” es falso. Lo que es cierto es lo contrario: “el que no la sigue, no la consigue”.
- ¿Esto que me pasa es normal? Sí. Algunos no tienen estos problemas que otros sí que tenemos. Mi padre y mi hermana no los tuvieron, pero yo sí.
- ¿Qué me dirías? Que te pongas una meta en la siguiente convocatoria (aguantar el ejercicio, por ejemplo, o aprobarlo, ¿por qué no?). No pienses más allá. Date ese plazo y valora el resultado conseguido cuando llegue el momento.
- ¿Que le dirías a Justito El Opositor? Esto.
- ¿Hay que volver a aprender a vivir una vez que apruebas la oposición? No. Hay que liberarse de la losa y vivir la vida, siendo consciente de que el éxito conseguido solo te ha dado el visado para trabajar en lo que querías, la obligación de emplearte a fondo en cada asunto que pase por tus manos y la de seguir estudiando todos los días. Algunos pretenderán que aunque hayas dejado atrás la oposición, te sigas comportando toda vida como un pobre opositor y, como decía aquel, no dejarán de ponerte la pierna encima para que no levantes cabeza, pero esa ya es otra historia. Cuando apruebes te la cuento …
- Si no hubieras aprobado aquella vez, ¿hubieras seguido? Creo que no. Aprobé aquel examen porque tuve suerte con las bolas. De no haberla tenido hubiera llegado el momento de dejarlo, hubiera sido mi final. Aprobando aquel examen me gané una prórroga de cuatro años más de estudio y dos convocatorias más, pero si no hubiera tenido buena mano ya no me hubiera seguido arrastrando y lo hubiera tenido que dejar. Esa buena mano que tuve me reservaba la oportunidad de alcanzar el trabajo y la vida que siempre quise tener (bueno, en realidad, mi vida es aún mejor de lo que nunca hubiera pensado).
- ¿Merece la pena sufrir tanto? Si apruebas, sin duda alguna. Si no lo haces, pues como decía la canción … depende.
Bueno, me ha alegrado mucho saber de ti, aunque en esta ocasión no reciba las mejores noticias tuyas.
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Y si lo quieres dedicado, mira esto:
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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Gran conversación Justito.
No obstante a mi me queda la duda de esta reflexión
Tienes como ejemplo a tu padre. No me gusta animar a la gente con eslóganes falsos. He llegado a la conclusión de que “el que la sigue, la consigue” es falso. Lo que es cierto es lo contrario: “el que no la sigue, no la consigue”.
pues, si consideras esto,( cosa que tuve claro desde la primera semana que me puse a cantar temas y pude darme una cura de realidad) creo que va
un poco en contra del eslogan ese que pones ” El que resiste, gana”
No se, .
Gracias por publicar estas magnificas reflexiones con otros como nosotros.
Blacky
Hola ! Eso es precisamente lo que digo… Animarse con el que resiste, gana, esta muy bien, pero no es cierto. Lo que es cierto es que el que no resiste seguro que no gana. Reivindico mi derecho a cambiar de lemas. ;))) Saludos !