“Era uno de esos opositores destinados a flotar sobre la nube sin agujeros. Jamás suspendió un oral y jamás aprobó el dictamen lo que no cuadraba con la brillantez con que los hacía. Su desazón por no ser Notario se fue instalando en su espíritu. No consiguió expulsar la rabia. Pasaron los años. Una década firmando las convocatorias y sin presentarse a ninguna y tuvo la ocurrencia de firmar registros. El tema del domicilio, el segundo de usufructo, el tema de la prueba y el de las sociedades colectivas y comanditarias. Eso fue lo que le tocó. Jamás suspendió un oral. Este lo aprobó incluso con reserva. El inconformismo vital se fue adentrando en su corazón, en sus entrañas. Acabó envenenándole. El médico que le diagnosticó la demencia era incapaz de entender lo que le contaba sobre esos dictámenes que no aprobó. Mientras incineraban a Francis la semana pasada, me acordé de ti, Justito. Del bien que le hubiera hecho leer tu libro, escuchar tus experiencias, tus propias heridas. Ha sido mi bálsamo, mi medicina alternativa, pero él llevaba cinco años atado a un sillón mirando a un punto fijo de la pared. Creo que finalmente ya está encima de las nubes. Seguiré mirando al cielo”.
Gracias por contárnoslo. Descanse en paz.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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