Después de la policía y de la guardia civil, puede que los notarios estemos entre los profesionales que mayor número de dnis manejamos. Unos 18.000 han pasado por mis manos en 12 años en mi actual destino en Pinoso (Alicante) y calculo que unos 25.000 en mis 18 años de ejercicio profesional.
Los tres primeros años fui notario de Mondoñedo (Lugo) y en ellos me hice con un listado de nombres poco habituales, digamos raros, algunos muy raros. La proporción de nombres raros (que también solía encontrar entre los de los colindantes de las fincas objeto de mis escrituras), era muy superior a la que luego me encontré en Es Mercadal (Menorca, Baleares), mi segundo destino, donde abundaban los “Gabrieles” entre los hombres y las “Magdalenas”, las “Catalinas” y las “Margaritas” entre las mujeres. En Pinoso no destacaría ningún nombre por encima de los demás. Raros los hay como en todas partes aunque no abundan. El más común entre las mujeres es, sin duda, el nombre de la Patrona de la localidad, la Virgen de los Remedios. A menudo firmo con Remedios, Remedio, María de los Remedios, María del Remedio y Remedios María.
En mi lista de nombres raros (que muchas veces son más bien inusuales, que nadie se enfade), confeccionado, con ayuda de mi mujer, que trabajaba conmigo en la notaría de Mondoñedo, tengo anotados los siguientes:
- Abilio Acidalio Acracia Adaucto Adelto Adilia Adolfina Adolina Aflauricio Afrania Afrodisio Agapio Agripina Aladino Alarico Albina Albino Alcides Alegría Alfonsa Algira Alicio Alister Almiro Altagracia Álvara Amable Amado Amandina Amaro Aminda Anacleta Analita Ananías Anastor Andulquia Anicia Anisia Anselma Antelma Antenor Antero Antimo Antioquia Antimo Antoliano Antonino Antulio Aparecida Apolinar Aquilino Aracelis Arcesio Argimiro Aristarco Armanda Armandina Armilo Aroldo Arón Arselen Arselia Arsenio Artemio Ascensio Asterio Atanasio Atolia Audielo Augberto Áureo Aurita Avelina Avencia
- Balbino Baldomera Balsamina Baralides Basilisa Belerico Beltrán Beneranda Benicia Benilde Briseis Burgundofora
- Camino Canuta Caralampio Casildo Castillo Cástor Cayo Celedonio Celerino Celina Cenón Childerico Cira Cirino Claudina Clemencia Clementa Cleofé Cleofendina Clorinia Columbano Columbina Concesa Consorcia Corazón Córdula Corpus Corsinio Corsino Crescenciana Crescencio Cristani Cristeni Cristino Cristobalina Cuadros Custodia Custodio
- Dagoberto Dalmacio Dalmiro Damariz Dauta Delfina Delia Delicia Deogracias Desiderio Dictinio Dictino Diomedes Discorides Divina Dodolino Domila Dominga Domitila Domnino Donald Doralice Dorinda Dulcidio Dulcina Dulfina Dulzura Dunia Dupicinia
- Ebrén Edelfina Edesita Edita Edicta Edilma Eduarda Eduviges Eduvigis Efigenia Efraín Efrén Egipcíaca Elba Eleazar Electicia Eleduvina Elegida Elemenia Eleusis Eleuteria Elfidio Elia Elicesio Elida Eliecer Elimenia Eligio Elina Elio Eliria Eloina Eludina Elvia Empidio Endolino Enedina Eneida Enentina Eolo Epifania Epifanía Epitasia Erasmo Ermencia Erondina Ercilia Erotida Ersilia Erundina Esiquio Esperato Esperia Esposoria Estanislá Esterena Estereo Estíreo Estéreo Etelvina Eudita Eudosia Eufemia Eufrasiano Eustoquia Evedasto Evelina Everardo Evergislo Evilagia Evilasia Exiquio Ezequías
- Fabriciano Facunda Federo Felecinda Felicia Felicidad Felicinda Felicísima Felicísimo Felicitas Fiacro Fidela Fidencio Filemón Filogonio Firmo Flaminio Florida Fresina Fructuosa
- Gala Galo Gelucha Georgia Georgina Germana Germelino Germinal Germiniano Geroncia Gerónima Gil Goretti Gorgonia Graciano Granada Griselda Gudelia
- Hermelando Hermelina Hermenencia Hermógenes Hierónides Hilda Holandina Honesto Honorario Honorina Humilda Humildad
- Ibilda Idorfa Ilda Indolfa Inocente Isolina
- Javiera Jesuinda Jesuita Jovita Juno Justurio Juvenal Juvina
- Lamberto Laudelina Laudiosa Laurencia Leonarda Leoncia Leonidas Leonides Leonila Leonito Libelia Libertad Licinia Lindinalva Lino Liria Liriana Lisardo Livina Loida Longinos Lucinda Luminita Luria
- Macaria Macedonio Macrina Macrino Magín Magina Magencio Malaquías Maravillas Marciana Marciano Marino Marsencio Maxencio Melecio Melesio Melquíades Mercenario Mérita Migdonio Milagrosa Montaña Mucio Mutiel
- Nadia Narangeno Navidia Nélida Nelio Némesis Nereo Neulina Nicandro Nicanor Nicomedes Nilo Ninfa Nivarda Nivardo Noa Nolfa Nube
- Obdulia Odelia Odolina Olegaria Olintio Oliver Olimpia Ona Onesiforo Onixífero Oprimido Orestes Orlinda Orolio Orosia Orsinio Orsita Otilia Otilio Ovilo
- Paciencia Palma Pastora Pausides Piedraescrita Placer Placeres Plausides Policarpo Policiano Pompilia Porfidio Prima Prisca Procesa Procopio Providencia
- Querubín Querubina Quintiliano Quirenia Quirico Quisquella
- Radigunda Ramos Redoxinda Régula Reinerio Remigio Robisardo Robustiano (todo un clásico) Roca Rolando Rómulo Rubiela Rudesindo
- Sabas Sabina Sabiniano Sagira Salceda Salomón Samarita Sandalio Santiaga Saturio Sebastiana Segundo Sela Senén Serapio Sergia Servanda Serviliano Sicilio Sierva Siervo Sigifredo Silverio Sindulfo Sinforosa Siro Sirvio Sisenando Sisinando Solanda Sotera Suceso Sulpicio Superancio
- Tanínforo Tarsicio Társila Tecla Teodomiro Teótimo Terencio Tiburcio Tránsito Trifina Trifón Trufero
- Ubaldo Urcesina Urcesino Ursinio Ustasio
- Vanilda Vedasto Venaranda Venecio Venerio Veránea Veremunda Veremundo Verena Vidolino Violante Virgilio Virginio Vitelio Vito
- Wilma Wladimiro
- Yael Yimi Yoel Yorbi Yoselin
- Y Zeneida Zenón Zita Zolio Zósima Zósimo
Una enumeración similar de nombres raros se incluyó por el magistral, y ya fallecido, José María Chico y Ortiz, que fue registrador y preparador de oposiciones a registros y notarías (preparando entre otros a mi padre), a letrado de concentración parcelaria y a otros cuerpos, en su famoso “Oposita que algo queda” que es imposible de conseguir actualmente. Creo que merecería una segunda edición que estoy seguro se vendería con suma facilidad. Lo leí y releí varias veces en mis largas esperas para dar temas en la notaría de mi preparador.
Mis nombres raros favoritos en Mondoñedo, fueron sin duda María Adicta, para las mujeres, y Homobono, para los hombres. Casi les pongo cara a los dos. Sus nombres les venían al pelo. Se habían amoldado a ellos perfectamente. Ojerosa la señora, generalmente triste. Con espeso bigote y apacible el caballero. No me atreví nunca a hacer una broma con sus nombres. Pero en el caso de ella, estaba bien fácil: Adicta ¿a qué?
En muchos casos esos nombres raros se debían a errores de los declarantes en el momento de la inscripción del nacimiento en el Registro Civil, o a errores de los testigos o del propio encargado del Registro. En otras a transcripciones erróneas en documentos sucesivos que se perpetuaron a lo largo de los años. Yo mismo he descubierto a unas cuantas personas errores en sus dnis, que ellas mismas no habían percibido, al identificarles al tiempo de un otorgamiento.
Muchos de esos nombres raros son bien bonitos. Fresina o Placer para las señoras. Áureo o Vitelio (con su fantástico diminutivo de “Vitel” que podría causar estragos entre las mozas modernas y servir hasta para un concursante de Gran Hermano), para los caballeros. Sus propietarios los lucían con orgullo, contaban su procedencia. Les hacían verse dotados de un rasgo singular, de una especial personalidad, de algo que les hacía conocidos para todos. Eran portadores de un nombre en vías de extinción siendo capaces de identificar cuantas personas, normalmente familiares, se llamaban igual que ellos.
Esas abuelas de pañoleta negra, esos hombretones u hombrecillos curtidos en la brega diaria del campo y el ganado, con carteras atadas con gomas que sacaban de sus bolsillos a la hora de pagar, aquellos a los que solo les servía que el notario les contara los billetes con los que un precio se pagaba a fin de asegurarse de que las cosas estaban bien hechas, aquellos a los que les gustaba (y les gusta, porque sigue gustando) que el notario controlara la legalidad. Aquellos paisanos de Mondoñedo o de sus parroquias o aldeas o de las de los municipios cercanos que la notaría atendía (Abadín, A Pastoriza, Lourenzá y Riotorto) se sonreían cuando les decía que por ese precio les compraba yo la finca. Hasta se disculpaban cuando no venían muy aseados del ordeño o por no saber casi hablar castellano. Aquellos que siempre me veían muy “novo” (joven). Algunos no sabían casi (o sin casi) leer ni escribir y disimulaban poniéndose las gafas al firmar. Otros bromeaban y me ofrecían en permuta un par de caballos por mi mujer. ¡Que brutos, que buenos¡
¡Que tiempos¡ Recuerdo a menudo mis trayectos de Mondoñedo a A Pastoriza pasando por Bretoña donde firmaba lo que hubiera con Pepe el director de la oficina de Caixa Galicia, para irme después al Ayuntamiento de A Pastoriza, donde firmaba en la sala de plenos y tomaba un vino en la plaza. Luego volvía con la música a tope y las ventanillas del coche bajadas por la Cruz do Lobo o por el Campo do Oso, donde pastaban los caballos salvajes de la rapa de Junio o por Vilanova y San Adriano. A veces salían las vacas o los caballos al camino y me paraba a observarles y ellos me observaban a mí. Los potrillos, las yeguas, los garañones con sus cepos para evitar que se fugaran y que lucharan por las hembras.
Así pasaba las mañanas de los miércoles en las que iba siempre a Pastoriza. Al principio me acompañaba Pepe, mi oficial. Luego Pepe me dejó ir solo. Veía que “interactuaba” bien con los paisanos. Ahora ya me aburren bastante las salidas; añoro aquellas en las que no sabías por dónde iba a salir el paisano de turno o si te iba a morder un perro en el culo.
En fin, Galicia. Yo no hubiera vuelto de allí. Me hubiera ido a Ribadeo y algún día a Lugo. Pero me casé con una cartagenera que me dejo irme y que luego quiso volver. Ahora siempre quiero estar regresando y casi siempre lo consigo. En mi presentación para este blog tenéis algunas pistas más para entender esta querencia gallega mía.
Dos veces lo he conseguido en 2015. En Junio mis antiguos compañeros de COU en las Pepas de Lugo, me convencieron para una Xuntanza y en Octubre fui yo el que organicé otra Xuntanza, de nuevo en Lugo, con mi familia materna. En este caso la excusa, aparte de vernos, fue disfrutar de las Fiestas de San Froilán.
Froilán fue siempre un nombre raro (salvo para los de Lugo) hasta que llegó Froilán de Marichalar al que, por lo visto, todos le llaman Felipe y no Froilán.
Sin embargo, aquellos paisanos de Mondoñedo no tenían más que un nombre, pero aquellos nombres casi perdidos parecían aristocráticos y se llevaban con orgullo por muy raros que me pudieran parecer a mi, que los anotaba.
Siempre me quedará Mondoñedo
Como me decía mi amigo, el escritor y periodista, Fernando San Basilio ser notario de Mondoñedo era como ser un personaje de Cela o mejor aún de Cunqueiro. Era como ser un Comandante, no un simple cabo como lo fue mi padre, cuando ingresó en el notariado como notario de Friol (Lugo). Así me lo dijo su compañero de promoción, Luis Santiago Gil Carnicer, autor de “Historias verdaderas, anécdotas de un notario”, también imposible de conseguir. Es un ameno libro que he heredado de mi padre al que su autor dedicó un ejemplar, citándome en la dedicatoria:
“Para mi querido amigo y compañero de promoción en el Notariado, Pepe Prieto García, padre de dos Notarios. Con un cordial abrazo. Luis. La Coruña, febrero del 2009”.
Carnicer, nacido en 1933, sigue viviendo en La Coruña. Tengo que llamarle porque seguro que se alegrará de leer estas líneas.
Y fui Comandante, porque Mondoñedo tenía tres notarías a principios del siglo XX y dos hasta 1978, cuando se amortizó una de las dos, quedando solo la actualmente existente y es Sede Episcopal y cabeza de Partido Judicial, de Distrito Hipotecario y de Distrito Notarial, entre otras muchas cosas que aún es y otras muchas que ya dejó de ser. Ricardo Pedreira, mindoniense de pro, se refería siempre a Mondoñedo como: “Mi pequeña y vieja ciudad”.
Aconsejo fervientemente a todo el que no lo conozca que descubra Mondoñedo que ha sido declarado en el blog del periodista y viajero Paco Nadal como destino maravilloso para 2016.
Termino ya. Todos los notarios guardamos grandes recuerdos de los pueblos y ciudades en que hemos servido y podríamos escribir un libro con las historias de nuestros años de ejercicio. Ese ha sido el objeto de este post: compartir algunos recuerdos de mis años como Notario de Mondoñedo.
Hasta otra, un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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Qué buen artículo!
Yo conocí a un chico joven que se llama Servando!
La verdad que alguno que otro había visto escritos, pero muy pocos.
Saludos
Buenas tardes.
He caído de rebote en este blog, que no conocía, y he leído con placer tu artículo sobre Mondoñedo y nombres raros.
Homobono se llamaba mi padre -y mi abuelo- . No recuerdo que se dejara nunca bigote, y más que apacible era, desde luego, un hombre bueno.
Es posible que tu recuerdo esté indirectamente ligado a él, mediante algún antiguo documento judicial en el que apareciese su nombre, porque fue juez de primera instancia y magistrado de Audiencia en Lugo durante años.
En la basílica de San Marcos, en Venecia, hay una imagen de San Homobono, patrón de los sastres.
Un saludo.
Buenas tardes Pablo.
Pues tengo mucho escrito sobre Mondoñedo un sitio en el que fui muy feliz.
https://www.justitonotario.es/?s=mondo%C3%B1edo
Ese Homobono que anoto lo tuve en mi presencia. No descarto ver también el nombre en algún documento, pero, sin duda, que además de tu padre y tu abuelo hay tercer Homobono.
Mucha gente se molesta un poco con mi listado y tengo que recordar que son nombres raros, poco frecuentes, no feos (unos lo son y otros no, pero es una cuestión subjetiva).
Gracias por la participación y el comentario. Saludos, Justito El Notario.
Buenas tardes:
Me ha encantado tu artículo de nombres raros (por poco comunes o inusuales) que no feos.
Entre tus nombres raros aparece Avelina, y así se llamaba mi abuela paterna. Y, afortunadamente, ningún miembro de la familia fue “coronado” con el mismo, ni en su modalidad masculina ni femenina.
Y por lo que se refiere a nombres raros, desde mi punto de vista, ahora si que los hay que son raros, los que pronuncia la gente igual, pero los escriben distinto, y que no se sabe cuando te los dicen sin van a tener niño o niña…Lo cual me recuerda un artículo de la Ley del Registro Civil, que decía aquello de que “no se impondrán aquellos que induzcan a error en cuanto al sexo”.
Con el tiempo creo que nuestros nombres se convertirán en raros o exóticos por inusuales.
A mi me pusieron Esperanza por mi abuela materna, y no me gustaba porque me parecía nombre de señora mayor, pero con el tiempo me gusta porque no se repite y menos con mi apellido, aunque siempre tengo que repetir el apellido porque es nombre de mujer (por la Virgen del Camino), y muchos de Valladolid me llaman así, y depende de la relación, no aclaro.
En cuanto la Patrona de Torrelavega, es la Virgen de la Asunción, (Virgen Grande la llamamos) el 15 de Agosto, y no hay muchas. Y la Patrona de Cantabria es la Virgen de la Bien Aparecida, el 15 de Septiembre, pero tampoco hay muchas Aparecidas -que no apariciones-.
Considero que el nombre se pone y la persona le da fuerza con su personalidad, para convertirlo en su nombre propio, femenino singular…como hacíamos en clase de lengua en léxico.
Buenos días Esperanza:
Algún comentario a este post en el blog o en redes sociales ha mostrado un cierto malestar con el adjetivo “raro”.
Tu lo entiendes a la perfección. Raro por inusual, por infrecuente. No he hablado de nombres feos.
Por otra parte, pueden ser raros para mi y frecuentes, relativamente, en otros territorios (como dicen ahora los anormales de los políticos).
Yo tengo una prima que se llama Camino. Asunción es un nombre frecuente en Pinoso (suelen llamarlas Susi) y tengo una buena amiga que se llama Avelina a la que todos llamamos Lina.
En fin, tendré que acabar cambiando el título y poner “Nombres (relativamente) raros”.
Gracias por la participación y el comentario. Un abrazo, Justito El Notario.
La patrona de Cehegín es la Virgen de las Maravillas y por eso hay una enorme cantidad de mujeres llamadas Maravillas en el pueblo, y también algún hombre que lo tiene de segundo nombre. Diría que casi en todas las familias hay una. En la lista veo que alguna ceheginera has tenido de cliente.
Puestos a seguir la tradición de poner a las niñas el nombre de la patrona, menos mal que mi madre no la siguió, porque la patrona de su pueblo, Bédmar, es la Virgen de Cuadros. Y sí, hay mujeres que se llaman Cuadros, y como yo soy pequeñita me hubieran llamado Cuadritos.
Yo también me fijo en los nombres raros de los clientes, y me gusta buscar de donde provienen. El que más recuerdo es Gorgonia.
Un saludo.
Buenas tardes María José:
Yo estuve con una Maravillas hace pocos días.
Para mi es un nombre familiar pues en mis años de colegial en Madrid fui alumno de Nuestra Señora de las Maravillas que pertenecía a La Salle.
Lo de Cuadritos es buenísimo.
Si tienes algunos nombres más, los añado.
De momento, Cuadros y Gorgonia entran ahora mismo.
Gracias, un abrazo, Justito El Notario.
Buenos días, Justito:
Siempre dicen Notarios y Registradores que el primer nunca se olvida (algo así como el primer amor). Por cierto, mi madre se llama “Delfina” -como su abuela- (uno de los nombres raros que apuntas) No tan raro en mi pueblo, pues ha llegado a ver hasta tres mujeres con ese nombre. Me encantaría empezar mi carrera en Galicia. Siento una irresistible atracción por aquella tierra. Tal vez me llame la sangre -o la “Santa Compaña”-, porque uno de los apellidos de mi madre es “Montojo” -“Montoxo”, en gallego- , de la comarca de Ferrol. Un saludo.
Buenas tardes Frank:
Quede claro que “Nombres raros” es un título y que raros no es feos. Más bien son “poco frecuentes”.
Yo creo que en cualquier profesión un primer destino es imborrable, pero mi historia con Mondoñedo supera la media general de los primeros destinos.
Gracias por el comentario y por la participación, saludos, Justito El Notario.