Dubium: Te escribo en un momento un poco duro en el que me estoy planteando dejar la oposición.
Justito: ¡No te la dejes¡, al menos por el momento. Date una oportunidad.
Dubium: Acabo de cumplir veintiséis años y llevo dos años y medio opositando, fui muy buen estudiante en la carrera (premio extraordinario, como otros muchos que andan por estas oposiciones). Mi primer año de oposición fue bien, el preparador me metió mucha caña para llegar a mi primera convocatoria con un año de preparación (una locura auténtica) pero él confiaba en mi capacidad y yo confié en él y me esforzé al máximo, tanto que me destrozó física y psicológicamente. Descarté temas al final, uno de ellos me cayó y me tuve que retirar. Todo muy previsible“.
Justito: Yo no fui tan buen estudiante, pero aquí estoy. Parece que tú a priori tienes mejor madera que la que tenía yo y me apena mucho pensar que un preparador destroce a un buen candidato. Sin duda que hay que pensar en su buena intención, pero es una insensatez machacar a alguien que no lleva mucho tiempo. Ahora lo estás pagando, pero yo pienso que tu situación es remontable. No tengo la menor duda de que yo dejaría a ese preparador si es que sigues todavía con él. Su estrategia podría haber salido bien, pero eso que pretendía lo consigue muy poca gente y había muchas probabilidades de que ocurriera lo que te ha ocurrido. Ahora necesitas a alguien que te mime y te ayude a reparar la goma. La tensaste demasiado, la rompiste y ahora volver a pegar los trocitos puede ser una tarea de chinos. Así me lo representaba el psicólogo que me hizo hace años “La prueba de la manta”.
Una opositora me decía hace no mucho que “por otra parte, veo que necesito un cambio de preparador. Estoy profundamente agradecida al mío, pero es como si necesitase hacer variaciones que me permitan aguantar el tirón hasta la siguiente convocatoria. Además con mi preparador ya no hay un grupo de opositores y eso hace que me vea más sola aún. No veo a otras personas en mi situación. Como me llevo muy bien con él creo que se lo plantearé. Quizá alternar preparadores pueda ser una buena opción“.
Curiosamente mucha gente con la que hablo se encuentra atada a su preparador. Si te llevas bien con él, creo que tienes que decírselo y probar. Que te busque alguien de su confianza y alterna o directamente vete y luego vuelve (o no lo hagas). Creo que te puede venir bien o puede ayudarte a continuar. A mi, mi preparador me obligó a irme … y creo que (a pesar de lo que me resistí) me vino bien hacerlo.
Dubium: Reanudé el estudio y fue bien durante unos meses pero de repente mi cerebro se bloqueó, empecé a no entender lo que leía, la memorización me resultaba algo imposible, tenía una angustia vital horrorosa y lo peor fue que perdí la confianza en mí mismo“.
Justito: Exactamente eso fue lo que me pasó a mi. Cuando regrese del verano siguiente a mi primer suspenso, empecé a estudiar más o menos bien, pero en dos o tres meses me hundí y me pasó lo que tu estás describiendo. Idéntico. Yo no me pegué tu palizón, pero me pegué otro bien gordo para llegar al primero con dos años y nueve meses y al segundo seis meses después.
Dubium: Desde entonces creo que entré en un círculo vicioso de depresión y ansiedad que me ha dificultado mucho el estudio. He seguido al pie del cañón pero como con una pierna escayolada. Ahora he llegado a un punto en el que me da miedo seguir, me da miedo que me haga daño psicológicamente y que ya no pueda volver a ser yo mismo, estoy frágil y con sensación de que pierdo la noción de la realidad.
Justito: Con depresión y ansiedad es muy difícil estudiar y por eso no sales de tu círculo vicioso.
Dubium: Solo me gustaría que, si pudieses, me contestases a un par de preguntas:
- ¿Cómo saliste de los momentos más bajos?
- ¿Con el paso del tiempo uno se va equilibrando más mentalmente? ¿o es al contrario y va a peor?
Justito: Pues en un primero momento intenté salir yo solo de la situación en la que estaba, luego recurrí a la ayuda psicológica (La prueba de la manta) y a la medicación suave. Cuando ya llevaba siete años tuve que recurrir a la paroxetina, para evitar el enésimo bajón. Estuve con ella hasta después de haber aprobado.
Dubium: He leído tu post sobre la química. Actualmente tomo pastillas para dormir y un antidepresivo muy ligero que apenas noto. ¿Cuando tomaste los antidepresivos te consiguieron sacar del hoyo y te dieron fuerza mental? Supongo que su efecto fue unido a tu propio esfuerzo personal.
Justito: Sí, la fuerza mental, la fuerza de voluntad, la ayuda psicológica y el tratamiento médico son la fórmula para salir de esto. No es que la medicación te de fuerza mental. Diría que es al revés: la medicación te quita la debilidad mental y te hace volver a ser el mismo de siempre. Si el médico te quita la idea de la cabeza, vete a otro. Mientras que estés en una situación razonable y conserves la ilusión y la vocación, aún hay esperanza.
Dubium: Muchas gracias si me has leído hasta aquí. Te agradecería muchísimo que pudieses contestarme aunque seguro que tienes muchos asuntos que atender.
Sí, lo leí hasta el final y no recibí contestación a mi respuesta. Espero que hayas podido superar esta difícil situación.
Sobre el asunto de dejar la oposición, tengo mucho escrito y especialmente destacaría este post: “Dejar la oposición (no quiero, no valgo, no puedo más …)”, aunque todo el que esté pasando por dificultades en la oposición lo que tendría que hacer es comprarse “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)”.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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Buenos días. Me he dado cuenta de que me centré en el tema de las decisiones y dejé en el aire la pregunta clave: “¿Cuándo ha llegado el momento de dejar la oposición?”
En mi opinión, es una pregunta que no tiene una respuesta genérica. Hay que estar a cada caso, a cada opositor, a su psicología, a sus circunstancias. No es lo mismo el que las prepara porque lo animaron en base a que sacaba buenas notas en la carrera, por “x” motivos, que el hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de Notarios que piensa que si las deja está “traicionando” a toda su estirpe. No es igual si tu familia te ayuda a dejarlas, o si te presiona para que sigas… Cada casa…
Ahora bien, también es obvio que si llega el caso, que yo he visto, en que llevas catorce años de preparación y ya no eres capaz de cantar un tema si pasa un coche por la calle o si el colorín de la vecina empieza a piar, pues sí, ha llegado el momento de plantear una retirada.
Pero otra cosa es tomar la decisión. ¿El problema? Tenemos que partir del hecho de que una persona que durante años ha hecho algo tan duro como preparar una gran oposición es una persona tenaz. Sin embargo, la tenacidad y la dedicación tienen un lado oscuro: el empecinamiento, que suele ir en el mismo paquete psicológico. Si una persona que anda por un túnel muy oscuro se ha empecinado en que la salida tiene que estar en la vía recta, no va a tomar una lateral, salvo que vea luz en ella. Es decir, mucha gente no abandona una vía, por muerta que la vea, si no ve una alternativa.
Conocí a un opositor en la tesitura de los muchos años y fracasos. Su familia y amigos le ayudaron y tuvieron la fortuna de “encontrarle un trabajo”, algo relacionado con el mundo jurídico. En principio, el “tenaz” lo rechazó de plano, pero visitó el lugar, habló con la persona al cargo (no importa si hablo de una universidad, una notaría, gestoría, bufete, registro…). Y en la mente de esta persona se fueron abriendo nuevas vías: lo que podría ser desempeñar un cargo allí, lo que podría aportar con sus conocimientos tras años preparando notarías, ganar un sueldo… Fue esa ilusión nueva la que le permitió rearmarse psicológicamente y, al final, dejar la oposición.
Ya entiendo que no todo el mundo tiene la fortuna de encontrar otra cosa de esa forma, pero dejo la idea ahí. Aunque un pescador suela pescar en un punto concreto, si ve que ahí ya no pican los peces, no tiene por qué dejar de pescar ahí, pero ¿qué problema hay en echar la red también en otro lado?
Buenas tardes Juan Pedro:
Algunos opositores o no han llegado nunca a la curva de la máxima sabiduría o son incapaces de volverla a alcanzar, y, efectivamente, se instalan en un empecinamiento que no se sabe si les dará el resultado que pretenden. Para mi la edad y la evolución en positivo en el historial como opositor son fundamentales para continuar “indefinidamente”.
Yo siempre tuve un plan B: trabajar en la notaría de mi padre. Ese plan B me daba tranquilidad pero no era lo que yo quería, así que seguí intentándolo. Eso sí, siempre fui mejorando: aprobado, suspenso; aprobado, aprobado, suspenso; aprobado, aprobado, doble reserva, suspenso; y aprobado.
Gracias por la participación, un abrazo, Justito El Notario.
Buenos días. Al leer esta entrada, y el tema de la excesiva dependencia de un preparador, uno toma conciencia especial de cuán afortunados fuimos los que estudiamos en Jaén, en la Academia de Preparación de esta ciudad. Una vez a la semana, un nutrido grupo de opositores y seis o más preparadores, Notarios de toda la provincia, unidos en un esfuerzo común. Había directrices. Al menos, yo nunca me sentí confuso o con “mensajes contradictorios” por tener “varios preparadores”, pero, fuera de eso, cada preparador aportaba su granito de arena, su experiencia. Algunas semanas me tocaba cantar con fulanito, que era muy estricto con los artículos; otras, con menganito… Nunca se sabía de antemano. En ocasiones te tocaba cantar en la “sala común”, rodeado por tus compañeros. También se aportaban las resoluciones que iban saliendo y se aconsejaba sobre cómo enriquecer los temas. Incluso los compañeros opositores más veteranos lo hacían. Nunca vi competitividad. Incluso había un notario que todas las semanas llegaba con un listado de casos prácticos de su Notaría bajo el brazo. Los que queríamos, nos quedábamos un rato más para intentar resolverlos. Así, desde el principio incluso de la preparación, veíamos la aplicación práctica de artículos y figuras jurídicas, lo que, a la postre, ayudaba mucho en la memorización, y sobre todo comprensión, del tema correspondiente cuando llegaba. Y para colmo, preparación gratuita…
Pero a lo que voy, en relación con el problema de Dubium: Mi situación empezó de forma idéntica a la suya. Antes, ahora no sé, había una consigna en el mundo de la oposición a notarías que yo conocí. “Hay que presentarse. Si tienes una preparación meramente suficiente, preséntate”. A los tres años de preparación, yo llevaba bastante bien el civil, pero flojeaba algo en el resto (mercantil e hipotecario). (Quizás porque el primer año me lo pasé haciéndome mis propios temas y eso me comió algo de tiempo). Pese a ello, la mayor parte de los Notarios de la Academia, y sobre todo opositores veteranos, me aconsejaron: “Preséntate, aunque no apruebes, aunque solo sea para ir de oyente o conocer la oposición. Tú cantas muy bien, se trata de convencer al tribunal de que sabes”.
Creo que, pese a sus buenas intenciones, esa línea de pensamiento nunca llegó a considerar de forma acertada el impacto que un suspenso “prematuro” puede ocasionar en algunas personas. Aunque pienses “voy a probar, si suspendo no pasa nada”, realmente, llegado el caso, no sabes cómo el suspenso te puede afectar, los miedos que puedes contraer. Siempre he pensado que los “pasillos de la oposición” son el equivalente psicológico a un lugar tóxico o rico en gérmenes “de la mente” que se te pueden “pegar”.
En esto, el preparador más veterano, uno de los dos fundadores, hoy jubilado, me dijo: “Escucha, Juan Pedro. De civil, muy bien, pero el resto no tanto. Puedes aprobar, pero no se trata de aprobar un ejercicio, sino todo. Si te confías a una buena nota en el primero y en la reserva, ten en cuenta que puedes ir cojo luego y comprometer muchos años. También puedes echarle un año más y presentarte a las próximas. La decisión es tuya”.
Podría haber ido, pero no fui. Estudié un año más (eso sí, no tanto como habría querido, por el tema de la Prestación Social Sustitutoria). En febrero de 2000 acababa en Cáritas y en abril estaba en Barcelona, por primera vez ante un tribunal de oposición. ¿Aprobé? Pues sí, aunque también puede haber suspendido. ¿Afiancé, el hipotecario sobre todo, ese año? Pues sí ¿Me libré de conocer el mundo de las pastillas y de los psicólogos? Pues sí. Pero ¿y si hubiera seguido algún consejo distinto del que seguí? Nunca lo sabré; ni curiosidad tengo… Por todo ello, cuando se habla de la importancia del preparador, del cuidado con los consejos… No hay mejor consejero que uno mismo; cada cual debe esforazarse en conocer sus aptitudes, las cosas que teme, los límites propios…
Un abrazo.
Buenos días Juan Pedro.
Estoy completamente de acuerdo en lo que dices.
Lo fundamental es una buena preparación que no haga perder tiempo al opositor (o que lo malee o desaproveche).
Lo segundo es tomar decisiones. Las decisiones pueden ser un acierto o no, aunque realmente nunca lo sabrás porque tomaste la que tomaste y no la otra.
En mi caso hubo una decisión determinante que fue presentarme al primer llamamiento en mi primera convocatoria en Madrid 94-95. Era difícil que aprobara la oposición. Con más tiempo para el primero lo podría haber aprobado con más nota que con la que lo hice; luego habría hecho lo que pudiera en el segundo y hubiera llegado a Sevilla 96-97 con una reserva de nota y todo a mi favor para aprobar 5 años antes de lo que lo hice, ¿o no? Pues nunca lo sabremos …
Gracias por la participación y el comentario.
Si te apetece .. lee esto otro …
https://www.justitonotario.es/aprobar-por-suerte/
Un abrazo, Justito El Notario.
Todas las mañanas me despierto ansiosa para saber que nos toca hoy
No deje nunca de escribir.
Luz
Hola Luz:
Hace tiempo que no sabía de ti, pero ya veo que estás ahí. Es muy bonito lo que me dices y me anima muchísimo, te lo aseguro.
Creo que hoy por hoy es imposible que me canse .. pero no sé. La labor es dura y solitaria. En fin, que muchísimas gracias, y un abrazo. Justito El Notario.
Si te ha parecido bien o te ha resultado útil mi contestación, puedes invitarme a una caña o hacer un donativo a una ONG; si quieres más información pincha aquí
Buenas noches justito. Decirle que puesto a mi hijo a leer este artículo. Me ha encantado es usted un gran jurista pero sobre todo una buena persona.
Que ejemplo que nos da …de superación valentía y humildad. GRACIAS POR ACEPTARME EN SU BLOC.
un abrazo de Canarias