Más que recomendar algo en Formentera, lo que voy a hacer es contar a mi consultante de hoy lo que yo hice …
Diez propuestas para una primera vez en Formentera
Fueron las que puso sobre la mesa nuestro anfitrión en las semanas previas a nuestra visita:
- Playa de Illetes y Parque Natural.
- Faros de La Mola y Es Cap (y de paso nos tomamos una cerveza en Can Toni).
- Mercadillo hippy, domingo tarde, en La Mola.
- Sant Francesc: compras y/o paseo (de mañana con el desayuno o de tarde/noche con cena posible en varios sitios).
- Playa de Migjorn.
- Es Caló des Mort.
- Es Pujols.
- Es Caló de Sant Agustí.
- Chiringuito El Pelayo.
- Plaza Sant Ferran y Fonda Pepe.
Pues lo primero que se me ocurre decirle a mi amigo Vitty (al que no se le puede recomendar cualquier cosa y menos aun si va con su hermano Alberto) es que no pueden marcharse de Formentera sin comer un bogavante de payés o bogavante con huevos del payés. Y cómo yo me lo comí en el Restaurante Sol y Luna, pues no puedo hacerle mejor recomendación que esa. Vete a Sol y Luna que es uno de los sitios (y escasean por lo visto) que frecuentan los menos de diez mil habitantes permanentes de la isla, y prueba este fantástico plato en un sitio que regenta una familia que no es oriunda de la isla pero que, sin duda, ha sabido adaptarse y arraigarse. Vete con tiempo, vete sin prisa, pues puede que te hagan esperar aunque merece la pena, te lo aseguro.
En carta podrás disfrutar de uno de los pocos vinos de la isla. Se trata del Savina blanco de las Bodegas Terramoll (atención también al Cap de Barbaria que no hemos tenido ocasión de degustar) que acompañó el plato a la perfección. Estuvimos cerca de una visita privada a la bodega, pero hice saber a nuestro anfitrión demasiado tarde mi propósito y fue imposible organizarla. Había oído hablar del vino y si avisé tarde es porque lo recordé estando ya en el barco, camino de Formentera y gracias a la revista Tapas. Por cierto que la noche anterior cenamos en el Restaurante Peix&Brases de Dénia que también te recomiendo sin duda alguna (aunque conociéndote y estando cerca como estás de Dénia, probablemente lo conozcas).
Queda pendiente para otra ocasión esa visita a la bodega, visita que estoy seguro que la habrá, teniendo como tenemos uno de los mejores enlaces que se pueden tener en esta tierra en la que pude haber añadido una más (“Muerte en el pozo”) al catálogo de Formas de morir en Formentera. Por cierto que nuestra acelerada agenda me ha hecho venirme sin tan siquiera empezar con las “Otras 6 (de 12) formas de morir en Formentera”, aunque me traiga mi ejemplar dedicado (“Desde una forma de vivir compartida”) por el autor.
Bogavante de payés
El plato consiste en medio bogavante (bien hermoso) por cabeza (atención que el plato no deja hueco y hay que medir las hambres de los comensales concurrentes) frito en la paella (o paellera, según costumbre) acompañado de ajos, pimientos, patatas fritas cortadas estilo panadera y con un toque picantito entiendo que resultado de la pimienta. Cuando la paella está casi limpia (conviene dejar algo de sobras), llegan los huevos del payés, fritos allí mismo recogiendo los restos del sabor y de la pitanza del bogavante. No sé si voy a poder, a mi ya no me entra, pero entra, vaya si entra … Si no fuera por ser la quinta comilona en tres días, no hubiera perdonado al triste medio huevo que quedó poblando la paella cuando todos hubimos terminado.
Pero además del Sol y Luna y su bogavante, ha habido más cosas este fantástico fin de semana largo en Formentera. Continuando por el final pues la comida del domingo fue la del bogavante, esa mañana de nuestra visita al Sol y Luna, la empleamos en darnos una vuelta por San Francesc, la capital oficiosa de la isla. Si mi Es Mercadal parecía Barrio Sésamo, creo que San Francesc merece también entrar en la misma categoría de pueblos. Pueblos blanquitos, limpitos, ordenaditos y pequeñitos. Callejeamos hacia arriba y hacia abajo y de allí nos fuimos al Sol y Luna, tras hacer algunas compras de regalos y recuerdos. Por la tarde volvimos a El Pilar de La Mola a visitar el Mercadillo Hippie. No había nada especial para mis gustos y aficiones, salvo algunas piedras y minerales, aunque disfruté de lo lindo mirando todo lo natural y lo artificial que se movía por allí, escuchando a un buen músico (Jose Rulo) que amenizaba la tarde con sus versiones u observando los cuadros de un pintor llamado Firefox, el pintor de la Mola, que hasta me hubiera atrevido a comprar de ser yo el encargado del negociado de decoración de mi casa.
Después vuelta atrás y regreso al barco cuya travesía se me hizo algo pesada. No entiendo la salida tan tardía desde Formentera hacia Dénia (21 horas). Permite aprovechar el día, pero te hace llegar muy tarde a la península y mucho más a tu casa, con lo que el lunes va uno al trabajo hecho un auténtico zombie. Lo de Balearia y el overbooking por muy legal que sea, no tiene nombre. ¡Numeren los billetes por favor y déjense de historias¡ Si les consuela, sus compañeros de la Grimaldi lo hacen aún peor convirtiendo sus barcos en una especie de Patera Hostel cuyo planteamiento deberían repensarse. Aún tengo que contar lo sucedido en nuestras travesías de Barcelona a Porto Torres y de Porto Torres a Barcelona el pasado verano.
Blue Bar y el extraterrestre
Un par de horas después de haber llegado a la isla, tras tomar posesión de la habitación, darnos un rápido baño (el agua estaba fría y faltaba temperatura exterior), tomarnos una cerveza en el Pirata Bus (¡atención a sus atardeceres¡) de la playa de Migjorn, nos fuimos hacia el Blue Bar donde teníamos previsto comer y celebrar un poquito el cumpleaños de uno de los compañeros de viaje. Compartimos unas ensaladas y cada uno eligió luego su plato (éramos 22 entre adultos y niños en total). En mi caso fue un calamar a la plancha en salsa verde muy correcto acompañado de arroz basmati. La plaza la regamos con el verdejo de José Pariente y para los postres tuvimos una tarta de encargo que nos preparó la pastelera artista Carolina Hammer. Luego nos hicimos unos gin tonics y probamos el whisky japonés que habíamos regalado al cumpleañero. Al término, más playa y regreso temprano al mismo Blue Bar para ver la llegada del extraterrestre, disfrutando del atardecer, con el curry de algún plato de olor de fondo y el italiano de BSO (por lo visto los italianos abundan como las setas en Formentera).
El discurso inacabado
Hablé a los postres en el Blue Bar y está grabado, pero creo que no dije nada de lo que había empezado a escribirle al homenajeado, al nuevo cuarentañero, en un discurso que no tuve tiempo de finalizar.
Por aquí iban los tiros:
“Cuando nos ponemos tiernos con los viejos amigos solemos recordar cuándo nos conocimos, de qué nos conocemos y este tipo de cosas. Con la excepción de Luis,del que me permitiréis decir que aprecio un poco (solo un poco), más que a los demás puesto que nos conocemos hace más de quince años y eso aunque cantara mi verdadera identidad a los diez minutos de estar yo en Twitter, a pesar de lo cual seguí, sigo y seguiré confiando siempre en él (salvo que Toñeta me diga que deje de hacerlo), a todos los que estáis aquí creo que os conozco gracias a Twitter. Primero fue Twitter y luego ha sido todo lo demás. Nos vimos en la reunión tuitera y nos vimos en Notartic y habéis cambiado mi vida. Estad seguro de ello. Hasta 2013 llevaba una buena vida y disfrutaba con mi trabajo. Cuando llegó Twitter y luego Justito El Notario y todo lo que ha habido entre medias, ha habido después y habrá de ahora en adelante, empecé a pasármelo muchísimo mejor. Creo que tengo un equilibrio ocio-negocio muy bueno (aunque Doña Justa va a decir que me paso un poco de la raya y tiene toda la razón) y estoy a años luz del que era en 2011 cuando entré en el GJ y comenzó todo lo que ha dado lugar a que estemos en estas I Jornadas de Formentera.
Pero yo venía a hablar aquí de mi, ni de vosotros, venía a hablar de Carmelo. Hace un tiempo un amigo y compañero al que todos conocéis bien (y que debería estar aquí hoy), dijo que Carmelo iba a ser un Grande. Y yo creo que ya lo es. Si con 40 años está que se sale, imaginadlo con 50, 60 o 70. A mi Carmelo me genera una gran admiración, me enorgullezco de decir que le conozco y de que estoy en contacto permanente con él …”.
Y aquí se quedó la cosa … no terminé mi discurso. Todo lo demás, lo que ocurrió realmente, lo que dije y lo que dijeron los demás “se quedó en Formentera”.
Acapulco
En un grupo con niños y numeroso, hay que hacer alguna concesión a los chavales. Además nuestros cuerpos cuarentañeros y cincuentañeros, no resisten comida y cena copiosas, así que nos decantamos, por consejo de los anfitriones, por hacernos unas pizzas y burritos, camino de La Mola, en el Acapulco que cuenta con una interesante tienda y que alterna las pizzas, con el mexicano y algún toque BBQ. Estuvimos tranquilos y bien atendidos para terminar el primer día de nuestra estancia que ya era el segundo para todos los demás del grupo que llegaron antes que nosotros.
Sa Platgeta
El sábado nos reunimos a las 11.30 en El Pilar de La Mola, junto a la iglesia, en Can Toni, el bar restaurante que lo fue de nuestro Tranquilito You Know. Allí desayunamos algunos y esperamos a que llegaran los demás para dirigirnos al Faro de La Mola, donde compramos algunos recuerdos, rendimos pleitesía a Julio Verne, hicimos un concurso de fotos de lagartijas y de vistas y le echamos el ojo a un agradable local (Códice Luna) en el que se debe poder disfrutar de vistas y momentos fabulosos. De ahí a la cueva en la que habita la vieja excavadora abandonada por un operario que prefirió perderla allí que dejarse la vida en el acantilado con una foto para la posteridad de nuestra amistad con hagstag incluido para Twitter. Más tarde cogimos camino a casa del anfitrión para tomarnos un vinito con vistas maravillosas por doquiera que miraras y de allí a comer a Sa Platgeta.
Otro de los auténticos, de los de la gente de la isla, al que también conviene ir sin prisa a plantarse en medio de la pinada que lo absorbe a un solo paso de la playa. Si para llegar al Blue Bar el día anterior algunos se perdieron, en el caso de Sa Platgeta los que nos perdimos fuimos nosotros. El GPS te dirige sin problema alguno, pero en Formentera hay mucho camino de tierra, mucho bache, muchas bifurcaciones y resulta fácil despistarse en cualquier cruce. Aparcar tampoco es fácil y no me imagino lo que debe ser en pleno Agosto, con muchísima gente y más coches por todas partes. Una vez aposentados, disfrutamos de una larga espera con buen vino hasta la llegada del arroz con bogavante. Abundante y bien cocinado. Lo malo fueron las hierbas y no me refiero a las que dan un toque de sabor al arroz, sino a las caseras que te endiñas al término de la comida por invitación de la casa.
Las Dunas
Es el Restaurante del Hotel en donde están los apartamentos en que nos hemos alojado estos días y donde nos reunimos para cenar tras digerir los efluvios de las hierbas locales. Mejillones, almejas, un buen Gallo de San Pedro y algún postre aderezados por un tinto de Toro (“El Pícaro” de Bodega Matsu). Ya de pie en la barra copa para el que quiso y despedidas de algunos que partían a la mañana siguiente.
Conclusiones y regreso a Formentera
Ten en cuenta Vitty, que nuestro grupo (ya lo he dicho) era de 22 personas, 14 adultos y 8 niños, de manera que hemos tenido que prescindir de algún sitio como Can Dani al que con otra composición viajera no hubiéramos dejado de ir.
Nada más, disfruta, cómprate los libros de Javier si no los tienes y me cuentas a tu vuelta.
Creo que tendré que volver a Formentera. He comentado a quién me ha preguntado que me ha sorprendido menos de lo que esperaba y que quizá se debía a haber vivido casi tres años en Menorca. Puede que sí; pero claramente creo que no ha habido tiempo para hacer más cosas, que el grupo numeroso impone ciertas restricciones, que le hemos dado preferencia al comercio, al bebercio, al conocernos más y desvirtualizarnos (bueno, yo solamente no había visto en persona a Pedro J.), que tendré que volver y que de hacerlo, preferiré con todos los inconvenientes que sean precisos unas semanas más adelante en el calendario, pues a mediados de Mayo corre uno el riesgo de que el agua esté fría y el calor sea insuficiente para disfrutar de algo imprescindible en este paraíso: la playa y el mar. Esa opción barquito por la que todo el mundo pregunta una vez que ya he ido, puede ser una gran alternativa de futuro. A ver cuando se vuelve a poner a tiro Formentera.
¡Ah¡ El anfitrión me regaló otro frasco de peix sec, así que podré preparar de nuevo la receta y me he traído un par de libros. La única guia de Formentera sin Ibiza que he encontrado y un libro sobre la cocina de la isla. Se echó de menos a muchos a otros compañeros … mi compadre José Luis, Carlos, Rafa, Pedro, Antonio, Pablo, Ana, Lola … Dicen que el año que viene, lo haremos en Granada y ya sabéis que sigue estando pendiente Notar-pig.
A la vuelta (siempre hay un post viaje que conviene saborear), ese poeta maravilloso que viajaba con nosotros nos ha dejado para el recuerdo esta “Frumentaria“ con la que pongo colofón, guinda y fantástico término a este post de hoy. Gracias Pedro J. por dejarme compartirlo (y es la segunda vez que lo haces …)
(A Javier Gonzalez Granado)
I
Yo te divisé, bella ya, desde la altura…
mas luego, a ras de agua, con premura,
hacia ti bogando avante la barca alada,
loco por conocerte, y ya mi amada,
idílica Frumentaria…
ísola que murmura…
quedé quedo, y mi alma tan colmada
por tu sencilla magnificencia, tan palmaria…
Entonces descubrí tu singular rada
de salinas y estanys abrazada
concisa tierra de sol y sal,
milenaria, serena, desnuda, integral…
En tu mágica playa, luego, dar,
de conchas del piélago enamoradas,
de libertad y cremosa blancura
que besa un mar de cristal
de etérea y grácil textura…
de cosquilla transparente,
y vaivén impenitente:
“el nuestro, entre las tierras,”
azul que al Caribe enmudece,
y deja en silencio prudente,
de hermosura sin igual,
y un azul, o rubí, o anaranjado,
bendito, impar o iterativo, fractal
de luz y tempo crepuscular,
cuando el astro rey languidece,
mar que suavemente mece,
tan milagroso arenal…
Entonces sucedió…
¡Es él!, porque se oscurece,
suena la marcha imperial,
¡son ellos!, ¡cuántos recuerdos!…pero…
Lo que el ojo no vio:
¡Si no es la segunda hilera!
¡si esto es cosa magistral!…
¡No veo caídos de la higuera
en la armada contracultural…!
No son cuentos del futuro:
¡que son presentes y ciertos!
Y en formato familiar,
escuché genial concierto
de músicos virtuosos
en vela, bien entregados,
gloriosamente empastados,
en vena, bien afinados,
vivos, seguros, armoniosos…
¡Un concierto prodigioso!
¡Hombre! eso es fila de primera:
los del lado tenebroso!
el grupo más talentoso,
pus no es báquico arrebato,
mas inspiración en calma,
porque todo resplandece
porque traen la primavera
y mi tronco reverdece,
porque se ensancha mi alma
que se sonríe y libera,
y a cada minuto engrandecen,
tal cual fue la vez primera…
II
Fue al día siguiente.
No era el día, más fue la fiesta.
La más azul. La más sorpresa.
Cómo no, junto a la orilla…
Junto al egeo hangar
de visitantes de otra tierra.
En la sombra de la negrura,
la menos esperada
y sabiamente programada…
Nacida de la dulzura…,
al amor debida, de amistad tramada,
y lo digo y lo repito, de luz azul toda:
de sol de piedra de luna,
aguamarina y verdosa,
disolvía la amargura
con la tarta más umbrosa,
dorado caldo, como el de Escocia,
y humos de Cuba rumbosa…
y era la más sana, azur y pura
de todas las jodas de las jodas…
III
Más allá, solo, sobre la roca, tu ayre…
tu lejano y recto horizonte,
tu faro de luz en la noche…,
Frumentaria,
pelada a los bruscos vientos,
pulida a la brisa leve,
tu cabeza es salada,
y tu pie turquesa te mueve
en métricos ritmos acunada…
De pie, erguido en el límite de Frumentaria,
casi rozar el vacío asomado,
casi rezar al Altísimo en el acantilado,
yo pude contemplar la inmensidad
de tu ponto esmeralda y zafiro,
y evocando la mítica Arcadia,
en aquel mar de la tranquilidad,
quedé quedo, de extremo a extremo asombrado,
de extremo a extremo tu paraíso descifrado,
alzado en tu calzado al meridión de balearia…
Lejos de la luz del cortado,
en su interior cavernoso
antaño de sabias jodas celebrado,
onírico, surreal y burdo,
ayer, en Colubraria el lado oscuro
quedó negro del absurdo,
aún retratado, en la humedad de la gruta
con objetos raros y oxidados
abandonados en la piedra de su muro…
Y aún justito a punto de iniciar viaje al Centro de la Tierra,
en busca del arca perdida o
de ciertas piedras embelesado,
quieto y encajado, echando ternos,
quedó bien engolfado
en las mieles de la boca del averno…
mas por la mano amiga alzado, salía triunfante piedra en mano
después de jurar un poco en arameo, y reír y reír como un enano…
Frumentaria,
después de ver al joven Verne
sin Joda ni puesta de sol binaria,
mas junto a todo cuanto a la amistad concierne,
después de soñar el firmamento;
y hollar tus epitelios tan rugosos
poblados de reptiles tan miedosos…,
Frumentaria, edén tranquilito,
sabia Frumentaria,
recibimos de rubia fresquita
entre los sotos de aquel sitio
la aúrea caricia más hospitalaria…
IV
A la vez que a tu calmado ocaso
de salitre, luz y espumas…
A la vez que a una belleza que ya abruma
y que adoro tiernamente palmo a palmo…
Ante tu llana mesa
lisa y humilde, que no pobre,
sino rica, pródiga y prodigiosa…
Altar pagano, me inclino…
Y mantengo la otra fe en ti, Frumentaria,
sucursal de aquel Olimpo divino,
de San Francisco y San Fernando
del Pilar de la Mola que mola,
de tu viento, de tu sol, de las olas
de tus aguas cristalinas…
y la quietud del espejo
en tus argénteas salinas…
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario @justitonotario
|