Dijo una: “Mis temas no eran muy buenos”.
Y dijo otro: “Los temas de la academia no me convencÃan y me hice todos (civil, fiscal, mercantil, hipotecario y notarial)”.
Ambas afirmaciones me pusieron otra vez a escarbar en mi memoria.
Por una parte, pensé en que mis temas eran buenos aunque tuviera algunos churros. De hecho, (enésima vez que lo digo) aprobé cinco orales y aguanté el sexto que hice. Con temas malos no parece que eso hubiera sido viable. Es mas, en mi tercera convocatoria y tras un cambio de programa, tuve que sustituir muchos temas optando por un temario muy breve que a muchos no gustaba nada pero que ya era bastante duro para mi delicada situación y que compensaba con un mayor bagaje de conocimientos.
Luego me puse a pensar en eso que cuentan muchos opositores sobre hacerse los temas. Francamente, no me lo creo. O sea, que cogieron papel en blanco y bolÃgrafo o máquina de escribir u ordenador y se pusieron a manufacturar todos y cada uno de los temas del programa. ¡Anda ya! ¿No será que partiendo de lo que te proporcionaron, de lo que sacaste de aquà y de allá, te rehiciste (que no es lo mismo que te hiciste) los temas a tu gusto? Eso es creÃble y viable. Lo cierto es que yo hacerme hacerme, no me hice ninguno, rehacerme después de casi once años, de cinco convocatorias y de un cambio de programa, fueron muchos. Esa labor era la habitual los sábados por la mañana en los que andaba siempre liado con tijeras, pegamento y celo. Asà que, ¿hablamos de “hacer” o de “rehacer” (o de simplemente mejorar)?
Por último, esas dos frases sueltas formaban parte de una corta conversación en la que alguno se lamentaba de no haber gozado de la mejor preparación. Esas afirmaciones me llevaron a mi tercer pensamiento: efectivamente, no todos disponemos de los mejores recursos humanos y materiales para afrontar la oposición. A algunos les fallan los temas (que deberÃan estar revisados a conciencia para evitar pérdidas gravÃsimas de tiempo), a otros les fallan los preparadores de los temas (con escasos recursos psicológicos o con pocas ganas) y a otros nos falla la preparación del dictamen, en primer lugar (hay que reconocerlo) porque somos duros de mollera, en segundo lugar porque no nos lo prepararon bien o mas exactamente de una manera ajustada a nuestras aptitudes. En tercer lugar, y por lo expuesto, creo que en manos de quién hubiera sido capaz de despertarnos y de darnos las pautas adecuadas “otro gallo podrÃa habernos cantado”.
En definitiva, en una carrera de fondo tan dura y exigente, hay que procurar a cada opositor los mejores recursos para que haga valer sus opciones y cualidades.
Evidentemente algunos (y tiene su lógica) parten de la casilla de salida con mejores opciones que otros que tienen las mismas cualidades al disponer de mejores recursos humanos y materiales.
“La vida es asÃ, no la he inventado yo … “ que dice la canción.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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