Se reivindicaban hace unos dÃas por su papel en esta crisis unos amigos que son maestros y al hacerlo uno de ellos comentaba que le hubiera gustado que los aplausos de la gente desde los balcones durante las semanas que se fueron sucediendo tarde tras tarde (y en los que, por cierto, no he participado ni una sola vez) hubieran estado también dedicados a su colectivo profesional puesto que él sà que habÃa aplaudido por los sanitarios en general, por los camioneros, por los cajeros de supermercado, por los bomberos, por los policÃas, por la guardia civil, por los agricultores y no sé por cuantos colectivos más, considerándose, por su esfuerzo (por el esfuerzo de su colectivo), merecedor de esos aplausos. Asà me lo parecÃa a mi también (sin la menor duda además), pero fue entonces cuando yo le dije (con ánimo jocoso), “bueno y también por los Notarios, ¿no?, ¿por los Notarios no aplaudÃas?”. Y el tÃo va y me responde algo asà como “¿pero es que tú has trabajado?”. Pues sÃ, le digo, desde el 16 de marzo hasta el 19 de junio, de lunes a viernes, todos los dÃas de 9:30 a 15 horas, añadiendo, para defender y dar a conocer el papel de los Notarios en la sociedad y en estos trágicos momentos, que “una buena parte del tráfico económico de estas semanas se ha movido gracias a las notarÃas, es decir, gracias a los Notarios y a los que trabajan en las notarÃas”. A este buen amigo, pareció sorprenderle mi respuesta pero lo único que dijo fue algo asà como que “yo por los Notarios no aplaudo”.
Lástima que no recuerde cuál fue la frase exacta pero o fue eso o fue algo como “por los Notarios no aplaudo ni loco”, “por los Notarios serÃa por los últimos que aplaudirÃa”, “o jamás aplaudirÃa por los Notarios”.
No, no me acuerdo, pero (recojones) pensé, ¿y qué le hemos hecho los Notarios y todos los que trabajan en las notarÃas a este imbécil para que salga con esa estupidez? Se puede meter sus aplausos donde le quepan porque no los necesito. Lo mÃo fue una broma, pero lo suyo no me lo pareció y me reveló una animadversión, una inquina hacia mi colectivo profesional que no sabÃa hasta ahora que este amigo pudiera tener y que no tengo la más remota idea de las razones en que podrÃa estar fundamentada. No me consta que mi amigo sea un experto en el sistema de seguridad jurÃdica preventiva español, en la fe pública o en la función notarial, asà que, dejando a salvo que la cuestión que trato no tiene la menor importancia y que tal vez fuera una broma suya, no puedo evitar pensar que este tipo es un memo respecto del que mi consideración personal ha bajado muchos puntos.
Al final a estos sujetos lo único que parece que les vale son los tópicos y saben perfectamente cuales son los que lastran a su colectivo: que ganan poco y que tienen muchas vacaciones, frente a los nuestros que son que ganamos mucho y que no damos ni golpe.
En fin, que poco me gusta la gente que no sabe de lo que habla o que no piensa lo que dice.
Por cierto, mi amigo no me ha comprado mi primer libro, pero buena falta le harÃa leerse el segundo que, en pocas semanas, estará a la venta y del que ya anticipo el tÃtulo: “Crónica notarial de una pandemia”, distribuido en exclusiva por Basconfer.
Sobre el asunto de los aplausos cuenta Javier Gomá Lanzón (por casta sabe bien lo que es un Notario) en “FilosofÃa mundana (Microensayos completos)” que: “Fernando Fernán-Gómez, durante una conferencia pronunciada en una fundación que yo me sé, expresaba su asombro porque los actores de teatro tuvieran la expectativa de merecer aplausos al final de la representación pues no conocÃa ningún caso de, por ejemplo, un notario que, tras estampar su firma al pie de una escritura, se levantara de su poltrona y se inclinara ante los comparecientes esperando recibir de ellos una ovación, cuando, si bien se mira, los actores, lo mismo que los notarios, simplemente están haciendo su trabajo”.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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