Hacía tiempo que no sacaba un nuevo Opo Flash …
Creo que el debate del que hoy me ocupo me reaparece en un momento muy apropiado …
“Pues no, no exactamente“, respondí yo.
En esta convocatoria, que aún está terminando pero de la que se ha celebrado ya el tercer ejercicio que (tradicionalmente y no ha habido excepción en esta ocasión) da las plazas a los aprobados, parece ser que hay un nuevo compañero que peina más canas que yo (dejémoslo en eso) y que, al parecer, no es porque empezara a opositar hace unos pocos años, aunque no tengo datos suficientes para afirmarlo con seguridad, ni tenga porqué hacerlo público si fuera exacta mi información. Envío, antes de continuar, una gigantesca felicitación al nuevo compañero a quien podríamos preguntar si es cierta la afirmación del título de este Opo Flash de hoy.
¿Lo importante no es cómo empieza, ni cuánto se tarda, sino cómo termina?
Tal vez esta afirmación sea propia de quienes tardan poco en aprobar y creo que no tanto de quienes nos cuesta dar por finiquitada (con éxito) la oposición. Imaginen lo que dirá uno que no aprueba y ha invertido un montón de años en no hacerlo. Ya me gustaría a mi haber tardado la mitad de tiempo o que me hubieran asegurado que iba a aprobar. Acabar aprobando compensa casi todo, pero no absolutamente todo (a mi modo de ver).
Para mi, empezar o no empezar es una decisión menor pues solo es el hito del comienzo del camino. Pasado el tiempo, tardar cuatro u once años no me parece, desde ningún punto de vista, que pueda ser lo mismo excepto por aquello de que “bien está lo que bien acaba” y porque tal vez los que estamos en la franja superior de las medias valoremos más el esfuerzo y sacrificios invertidos en el logro. Terminar aprobando es lo más fantástico que te puede suceder, pero si después de once no apruebas, ¿qué? y ¿tampoco importa nada haber tardado más o menos tiempo?
Decía otro que: “Lo importante es el camino, que la vida pasa en esos doce años. Seguir viviendo a tope aunque estés estudiando, pues el futuro es incierto”.
Vivir a tope y opositar son términos para mi absolutamente incompatibles. No creo que haya muchos opositores que vivan a tope.
Me contestaron que: “Por eso muchos no opositan. Vivir, tener experiencias, no estar en una burbuja y disfrutar del presente. Hacer planes a tan largo plazo para ni no es viable, más que nada porque he visto cómo por temas de salud se han truncado vidas en días o meses. Suerte, que saques la plaza“.
Respondí que la saqué hace diecisiete años y entonces me felicitaron. Creo que será la felicitación más tardía que recibiré por causa de mi ya lejano aprobado.
Pocos días después alguien me dijo: “Pienso que la vida no acaba por no llegar a aprobar, ni notarías, ni registros, ni abogacía del Estado, ni cualquier otra oposición”.
De nuevo respondí yo: “No, la vida no se acaba pero tras años opositando, esa clase de comentarios te aseguro que ayudan muy poco. Es más, yo diría que molestan y, por eso, procuro no usarlos cuando hablo con “mis” opositores o ex opositores veteranos. A mi no se me hubiera acabado la vida, pero se me hubiera jodido bastante, te lo puedo asegurar. Alguno me quería consolar cinco minutos después de mis suspensos en el tercero diciendo gilipolleces como “yo te coloco en la Coca-Cola a descargar cajas” y cosas similares…”.
En fin, mucho ánimo a los treinta opositores que (encima en estos días tan especiales) tienen que tomar decisiones y mentalizarse para continuar o dejar la oposición tras haber suspendido el tercero.
Todo esto me hace pensar en un chiste muy bestia que mi amigo Zetace y yo nos contábamos hace unos años, pero es tan bestia que no se puede contar aquí …
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Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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