Al primero que suspendió le dije:
“Que difícil es decirte algo en estos momentos. Cuando sale la nota, lo normal es que uno se venga abajo. Las primeras horas, los primeros días son muy, muy duros. Solo tienes el apoyo de unos pocos. En mi caso tenía el de mis padres, mi novia/mujer, mis hermanos y el de mi preparador. El resto suele aportar muy poca cosa y hasta puede hacerte daño con sus comentarios. Refúgiate y pasa estos momentos tan durísimos amparado por ellos, con los que sabes que seguro que te van a entender y proteger. Cuando el dolor del suspenso comience a menguar ya tomarás decisiones. Yo recuerdo los instantes y días posteriores a mis tres suspensos como los más tristes de mi vida (exceptuando el divorcio de mis padres y la muerte de mi padre). Luego remontas. Estoy seguro de que lo harás de un modo u otro. No te digo más. Ya hablaremos si te apetece. Ánimo y tranquilidad, un abrazo.”
A la segunda solo me salió decirle esto:
“Ya vi el suspenso de ayer. Cuesta trabajo hasta escribirlo. Encajarlo es muchísimo peor. Ahora hay que ampararse en los más próximos y recuperarse poco a poco. Ánimo”.
También puede que al pobre opositor le aparezca ese que no sabe consolar, el del nunca pasa nada, el de la fábrica de Coca-Cola, el que cuando está todo el mundo con el corazón partido (opositor, pareja, familia cabal y los escasos amigos que comprenden la situación) viendo como se le han ido por la borda 3, 5, 7 o 9 años de estudio, parece que es incapaz (incapaz congénito y recalcitrante) de entender que uno tenga encima una gigantesca tristeza, una superlativa desesperación, una precoz e incurable frustración y un miedo atroz a lo que va a hacer a partir de ese momento. Lo normal es estar destrozado, lo anormal es el “no pasa nada”.
“Bueno, – dijo aquel – yo me voy que esto parece un funeral“. A la tercera vez que tuve que esperar la nota de un dictamen, ya no quise público en el salón de mi casa. Estuvimos mi mujer y yo los dos solitos. Si hubiera ocurrido la difícil (a priori) desgracia de un suspenso no hubiera podido aguantar más estupideces sobre la Coca-Cola y los funerales.
También es cierto que hay gente que no tiene la palabra apropiada en ninguna circunstancia de la vida que te pueda suceder, pero eso ya es otra historia …
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Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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