Reservé en Febrero. Confirmé que podÃa disponer de cama supletoria para mi criança y dejé el asunto cerrado hasta el momento de nuestra estancia en Agosto.
Cuando fuimos a Formentera en Mayo, Andrés Diego, amigo y compañero, me insistió en que mucho mejor ir a Évora que a Montemor-o-Novo, pero el Palacete da Real Comanhia do Cacau me apetecÃa tanto que no le hice caso.
Andrés, tenÃas razón. No hay color entre Évora y Montemor. Montemor, a mi juicio, está sobre dimensionado, pero el Palacete merecÃa la pena.
Llegamos a media tarde con un calor tremendo bajo el que habÃamos visitado brevemente Elvas, Évora y Estremoz. No tuvimos ánimo para parar en el Cromlech de los Almendros, a pesar de las recomendaciones de Andrés. Pensamos que podrÃamos caer derretidos si nos volvÃamos a bajar del coche a las cuatro y media de la tarde del tórrido seis de Agosto de este año. Supongo que tendré opción de visitarlo en otra ocasión …
El Hotel Palacete está semi oculto. El navegador insistentemente nos situaba en la plaza donde se encuentra, pero visualizados los 360º no habÃa pista de que edificio lo ubicaba. Recurrimos a las fotos de Booking y, por fin, nos dimos cuenta de cual era. Llamamos y entramos …
El Hotel, que se ubica en un Palacete rehabilitado y que es a la vez es fábrica de unos exclusivos chocolates, premeditadamente se oculta con el fin de aumentar la tranquilidad del huésped dando al establecimiento un aire diferente y exclusivo.
Nada más llegar nos enseñaron las estancias comunes y, entre ellas, el magnÃfico comedor en el que al dÃa siguiente desayunamos. Después nos trasladamos a nuestra habitación que se situaba en otra edificación distinta a la espalda del edificio principal. Espaciosa, con su cuarto de ducha y otro para el wc y los lavabos junto a ellos pero integrados en la habitación; viejo armario, altas mesitas de noche y preciosa puerta de entrada al cuarto. Super espaciosa y techos altos. El enrollable que hacÃa las veces de persiana, cumplió a la perfección.
Tras instalarnos, nos fuimos a la parte trasera de la propiedad en la que se ubica la piscina. Una joven pareja y nosotros tres la compartimos un buen rato. Nos agasajaron con una merienda, con bebidas frÃas y vino blanco alentejano; fruta, quesos y algunos canapés. Todo gentileza de la casa. Fue el propietario el que nos aconsejó, cuando vino a darse un baño, que cenáramos en A Adega, un pequeño local muy próximo al hotel al que nos acercamos sobre las nueve y poco. El local merece su comentario.
Al mando estaba una pareja mayor y tenÃan con ellos a un chico joven (lo cierto es que estoy escribiendo este apunte sobre el restaurante cinco años después de haber ido y no recuerdo si era chico o chica). Él señor mayor era un gruñón cascarrabias que hacÃa que te entraran ganas de irte pero ella parece que no le hacÃa ningún caso y como enseguida le cogimos el rollo al buen señor pues nos limitamos a disfrutar de la cena tras haberme yo repuesto de una indisposición pasajera de la noche anterior. El vino lo recuerdo corrientito pero la comida rica, casera, abundante y barata.
Tras la cena, el sueño, y a la mañana siguiente, el desayuno en el fantástico comedor, estupendamente atendidos, con toda clase de confituras y mermeladas, enchidos, quesos, bolos, zumo, buen pan alentejano y sensación de ser el noble propietario del Palacete.
Antes de irnos nos enseñaron las dependencias de la fábrica de chocolate; nos explicaron todo el proceso y la distribución exclusiva de su producto. Probamos sus bombones y tras dejar allà nuestro equipaje nos dimos un paseo por Montemor hasta llegar a su castillo.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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