Me hizo gracia un opositor con el que charlaba el otro día cuando me dijo que “estaba un poco turbio” y que si yo había podido aprobar y también “estuviste turbio”, él “algún día dejaría de estar turbio y aprobaría”.
Pero, ¿cómo se sale de la turbidez? Esa es la gran cuestión.
No sé cómo lo conseguirá mi amigo, aunque me consta que está poniendo toda la carne en el asador, que está poniendo todo de su parte para salir de esa turbidez que creo es consecuencia de su reciente suspenso y del temor y ansiedad que de los suspensos siempre suele derivarse.
Ya lo he contado muchas veces, yo salí cuando pensé que me presentaría solo una vez más y la tenía a la vuelta de la esquina. Aquel convencimiento me liberó y aunque tuve muchos altibajos, aprobé cuatro años después de salir de mi turbidez (bueno, muy diáfano, muy diáfano no volví a estarlo nunca).
Lo que me sirvió a mi, puede que no le sirva a mi amigo, pero al final estas situaciones son bastante parecidas. Todos hemos sido buenos, muy buenos estudiantes, de los que no suspendían, de los mejores de la clase, de los de sobresaliente o matrícula. Somos conscientes de la dificultad (a lo mejor no tanto) de nuestro nuevo proyecto y cuando suspendemos nos quedamos desnortados, nos entra el canguelo, perdemos la paciencia y directamente nos vamos al extremo contrario a lo que siempre habíamos sido.
¡Error¡, pues seguimos siendo los mismos y hay que conservar la calma para salir de la turbidez ya que puede quedarnos mucho tiempo por delante para aprobar. Tal vez la siguiente no sea la nuestra, pero si la otra, o notarías o registros otra vez, pero turbios difícilmente podremos aprobar…
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Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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