Que en el año 2018, el director de una entidad bancaria, joven pero con unos años de experiencia y que frecuenta la notarÃa a menudo, venga a intentar convencerme de que su cliente (y al tiempo mÃo), no necesita intérprete cuando firmó con uno hace diez dÃas pudiendo yo “dar fe” de que no se manejaba bien en el idioma, clama al cielo.
Pero si además su argumento es que, “si él ya sabe lo que va a firmar”, es que es “tonto del bote”. Lo siento, pero es que algunos no aprenden ni a palos y siguen en las mismas, presionando, con el “a ver si cuela” y similares.
Al final, ha venido el intérprete y el extranjero asentÃa a mis explicaciones. Ante la duda de que hubiera podido adquirir “el don de lenguas” en los diez últimos dÃas le he dicho que si tenÃa suficiente nivel de español (y yo no estoy obligado a hacerle un examen) podrÃa firmar en adelante solo. Me responde que sÃ, pero que se lÃa con los números.
No me convence y menos aún después de que el intérprete haya tenido que reforzar sus explicaciones al hablar del interés de demora y del cuadro de amortización que era parcial al ser el interés variable, cosa que el extranjero no acababa de entender.
En fin….“es lo que hay”, pero estoy seguro de que volverá a pasar y con el mismo cliente.
Con otro me ha vuelto a pasar recientemente. Nos mando a la mierda, asà directamente, sin contemplaciones. Le pareció que era poco menos que medieval que hubiera un Señor que tuviera que explicar a otro, con intérprete de por medio, lo que decÃa un contrato que estaba escrito en un idioma que no entendÃa. Ver para creer.
Por supuesto, no hace falta no saber el idioma para que el Notario le tenga a uno que explicar lo que viene a firmar. Es evidente que no se requerirá el mismo grado de profundización pero el que quiera un “¿lo tienen todo claro?, ¿firmamos?” se puede ir olvidando de mi.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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