No me acuerdo cuando me instalé en la León XIII, pero dirÃa que llegarÃamos los tres allà al comienzo del año 2002.
Hace tiempo que la residencia no tiene nada que ver con lo que era cuando estuvimos José Luis, Sergio y yo.
Al final solo te acuerdas de algunas cosas sueltas como los sustos que me daban mis compañeros en el comedor cuando lo cruzábamos de madrugada algunos dÃas, de los desayunos en solitario y de las comidas y cenas en compañÃa, de uno al que bautizamos como el “Puertas” porque siempre se quejaba de los portazos que dábamos los demás (“la pueertaaaaaa”, decÃa), de otro al que llamábamos Ngué porque era de Guinea Ecuatorial, de algún cura que andaba por allà y que hasta veÃa algunos partidos con nosotros, de las noches en las que me entraba el hambre y asaltaba el cajón de la mesita de noche en la que tenÃa mis provisiones, de dormir vestido algún dÃa porque tenÃa que madrugar para coger un tren para volver a casa el fin de semana, de lo bien que salÃa el agua de la ducha y de cómo se te pegaba la cortina al culo por ese extraño efecto que no sé muy bien porqué se produce con los cortinajes, del saco de la ropa sucia, del número 10 de mi habitación, de la señora de la limpieza a la que quise dar una propina que nunca le di, del compañero que me recibió en mi primer dÃa y me acompañó para instalarme ….
Fueron unos siete meses los que estuvimos allà y no recuerdo mucho más que no haya contado ya en este blog o en mi libro “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)”, como es el caso de los ensayos que hacÃamos para los dictámenes, fumando y sin fumar, de Operación Triunfo que celebraba su primera edición, de las bromas con la traditioooo, del taco de folios del alféizar de la ventana que tenÃa pendiente de repasar, de mi ordenador siempre en marcha, de Shakira que tenÃa alguna canción muy de moda, de Celia Blanco que salÃa en la portada de alguna revista, de que me enfadaba con mis compañeros porque ellos no tenÃan provisiones y se venÃan a fumar a mi habitación en vez de hacerlo en la suya o de que Sergio no querÃa que le dejáramos solo los fines de semana ya que él no volvÃa a casa y nosotros sà o de los frenadoles preventivos que yo me endiñaba al menor sÃntoma de cualquier cosa que oliera a catarro, resfriado, enfriamiento o gripe ….
Seguro que algún recuerdo se ha distorsionado con los años.
En fin …. todo esto me ha salido de golpe y si me acuerdo de algo más, lo traeré a colación aquÃ. Qué mal y qué bien lo pasamos en aquella temporada.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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