Una Bancaria de mi pueblo que con 32 años y que por el ajuste de plantilla en su Banco, aprovecha para dejar su puesto y comenzar a opositar a Hacienda o un joven “Predestinado” a opositar por antecedentes familiares de 34 años que se plantea iniciar una oposición de dificultad media y que nos considera a los Notarios los ochomilistas de las oposiciones, me hacen pensar en los pros y contras de comenzar mayor a opositar. Yo lo hice a los 23 años y terminé con 34, así que aunque no estoy en el perfil de Bancaria y Predestinado, creo que algo puedo decir sobre este tema.
Vía comentario al post “25 años desde que empecé a la oposición a notarías”, Predestinado me decía:
“Entiendo que notarías es un caso aparte dentro del mundo de las oposiciones, algo así como un 8.000 en alpinismo. Pasaba por aquí (refiriéndose a mi blog), porque estos días me estoy planteando muy seriamente hacer una oposición del grupo A1 y 150 temas, pero tengo ya 34 años y, aunque a nivel económico-vital podría permitírmelo, tengo miedo a… ¿marchitarme? en el camino, aparte de todas las penurias e incertidumbres que relatas. En mi familia hay una tradición exitosa de opositores en la misma línea que parece haber en la tuya (de otros 8.000…), pero la que me planteo ni es una oposición para juristas, ni estudié Derecho, así que no sé cuál es realmente mi capacidad”.
¿Notarías es un caso aparte?
Me gusta eso del alpinismo que dice Predestinado. Es muy ilustrativo. A lo mejor lo que es de auténtico alpinista es empezar a preparar una oposición con 34 años. Tengo un post que bien podría haberse titulado “54.000 policías y 840 Notarios”. ¿Por qué tanta gente quiere ser policía y tan poca gente quiere ser Notario? ¡Si es muy fácil¡ (permítanme la ironía), ¡si todo el mundo parece que sabe hacer nuestro trabajo¡ Notarías, registros, abogado del Estado, carrera diplomática, judicaturas, inspección de Hacienda, son oposiciones de primer nivel. No haré clasificaciones, pero todas suelen considerarse como un caso aparte dentro del mundo de las oposiciones. ¿Por qué si no iban a presentarse 54.000 personas a Policía Nacional y solo 840 a notarías?
La edad, el estado civil y la descendencia
En tan óptimas condiciones se está a los 23 como a los 34, aunque no diría lo mismo a los 30 que a los 40, pero no creo que 34 sea una edad de riesgo para empezar a opositar. Soltero, casado, viudo o divorciado….A mí me vino bien casarme cuando llevaba 8 años opositando porque el matrimonio me (nos) supuso un cambio de vida, de rutina, de costumbres, un acicate y una emoción. No nos planteamos tener hijos en tanto yo no aprobara. Eso de compatibilizar los hijos y las oposiciones siempre me ha parecido de “Champions League”. Así que … hijos no, pareja sí. Bueno, para mi sí, para otro podría ser todo lo contrario u otra cosa diferente.
Tranquilidad económica
Fundamental. El primer mandamiento para opositar. La falta de tranquilidad económica, el ansia de no ser una carga para los que te mantienen o el temor a que no pueda uno mantenerse estudiando más tiempo, como le podría ocurrir a Bancaria, te pueden llevar al borde del abismo como a Julio el protagonista de “Y estrellas para presidir la noche”. El miedo a perder la tranquilidad económica, el miedo a que se agote el plazo autofijado o impuesto para disfrutar de esa tranquilidad, puede ser, sin duda, un enorme handicap en la paz que el opositor necesita para estudiar.
Salud física y psíquica
También fundamental. Mi segundo mandamiento para opositar. Si uno está enfermo, afrontará muy mermado un esfuerzo tan exigente como es el de unas oposiciones. Cuanto más metros tenga la cumbre, peor aún. A mi me falló la salud psíquica. Estaba sano al comenzar, pero mi primer suspenso me la alteró notablemente. Remontar el bajón, mantenerme sin altibajos a partir de entonces y salir ciertamente equilibrado tras casi 11 años de oposición fue mi verdadero Himalaya.
Marchitarse y sufrir
Cuando uno llega a la oposición con 34 años, se supone que ya ha tenido una trayectoria personal y profesional y que la oposición es un cambio importante en esa trayectoria con lo que supongo que siempre podría volver uno al camino inicial o tal vez ya no … o iniciar otro nuevo y distinto.
En el caso de Bancaria, recién casada y sin dificultad económica gracias a su indemnización, a su prestación por desempleo y a los ingresos de su marido, la apuesta supone un aplazamiento de la maternidad y un temor a la finalización del desempleo antes del ansiado aprobado. Se ha marcado un plazo y si no aprueba dentro del mismo, estará peor que al principio puesto que tal vez podría haber seguido trabajando en el Banco. Cuando tenga 34 y no haya aprobado las oposiciones, habrá perdido su apuesta y tendrá que dar otro golpe de timón a su vida. Bancaria parecía de esos opositores que solo están dispuestos al sacrificio durante un periodo de tiempo previamente fijado, porque ella tal vez si se podría permitir algo más de tiempo, se podría permitir alguna convocatoria más de la oposición que persigue. Otros como Julio, aún empezando joven, también se señalaron un plazo corto para escalar el ochomil por razones bien distintas. En su momento le dije a Bancaria que me parecía que tomaba una buena decisión; espero acertar en mi vaticinio.
De Predestinado no sé nada más que lo que he contado, así que no sé que hace actualmente, que ha hecho, ni que podría hacer si no aprueba. Lo que si parece es que podría reunir buenas condiciones previas para el asalto a su particular cumbre.
Sufrir es otra cosa, se sufre sí o …. sí. Son muy pocos los que no lo hacen y cuanto más alta sea la cumbre, más posibilidad de sufrir comporta ascenderla. Se sufre también, y mucho, si no se aprueba. Ténganlo en cuenta Bancaria y Predestinado.
Tradición y éxito
La tradición opositora en una familia no asegura el éxito, pero asegura el “conocimiento de causa”. Oí hablar a mi padre muchas veces de las horas y días de la semana que estudiaba, del escaso descanso semanal, de las casi ausentes vacaciones, del tiempo medio de preparación y de la edad media para el aprobado, así que mi hermana (también Notario) y yo, sabíamos donde nos estábamos metiendo. Lo mismo ocurriría si mi hijo decidiera opositar. A sus 10 años ya me ha oído muchas historias de las oposiciones familiares (incluidas las de su madre, mi mujer, que también opositó a algo similar a lo que parece querer hacer Predestinado y que lo hizo durante 8 años nada menos). La tradición familiar supone comprensión al opositor, pero también puede suponer un pressing añadido cuando influye en comenzar, continuar o dejar la oposición. ¿Cuántos habrán opositado por complacer a su familia? ¿Cuántos se habrán frustrado por la misma razón? ¿Cuántos dirán “menos mal que hice caso a mi familia”? ¿Cuántos dirán todo lo contrario?
¿Tendré capacidad suficiente?
Yo me probaría y si te adaptas, pues continuaría. Afrontar, asumir y aguantar el estilo de vida y que la marcha del estudio permita, en la medida de lo posible, percibir que uno puede llegar a alcanzar el aprobado final. Esa percepción es la de uno mismo y la de sus preparadores, pero como contaba en este post sobre “Dejar la oposición” no es fácil tomar (asegurarse de que tomas) las decisiones correctas. Sin duda hay opositores con fecha de caducidad auto-impuesta. Tienen claro que lo intentarán un periodo de tiempo predeterminado y lo dejan sin más dificultad si no lo consiguen. Puede que muchos se equivocaran o puede que no. Sea como fuere, en cualquier caso, no ha de olvidarse aquello de
“El que resiste, gana” (o el que no resiste, no gana).
¿Y si fueran 36 en vez de 34?
Pues poco más o menos lo mismo, ¿no? Y es que resulta que recientemente me han hablado de alguien que quiere comenzar a preparar notarías con esa edad después de unos años de ejercicio profesional como Abogado. Esta persona está encontrando dificultades para conseguir preparador y lo cierto es que se comprende. Se comprende porque asumir la responsabilidad de una preparación es siempre complicado y con una persona de esa edad, más difícil de modelar, con otros horizontes, bagajes y perspectivas, con una urgencia superior a la de los más jóvenes (pero al mismo tiempo puede que con un mayor grado de compromiso y responsabilidad), todavía mucho más. No obstante, estoy absolutamente seguro de que a nadie se le deberían cerrar las puertas por esta razón. Mucho ánimo, en cualquier caso, con esta valiente iniciativa.
Pincha AQUÍ para comprar “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)” edición en papel (Basconfer)
Pincha AQUÍ para comprar “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)” edición digital (Wolters Kluwer)
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
|
Hola Justito, aquí Predestinado
Todavía no te había dado las gracias por los consejos ni por esta entrada. Sirva este comentario de agradecimiento y, ya de paso, para contar cómo fue la cosa y quizá responder a esa pregunta que encabeza el texto, ahora ya con 38 años.
No vi tu respuesta a mi comentario antes de meterme con el estudio, sino unas semanas más tarde, cuando ya resultaba complicado contestar. Hubo principalmente dos cosas que me sirvieron mucho. La primera, el consejo de “ponte a prueba”, para quitar hierro a una decisión que yo presumía irrevocable. La segunda fue el sobrenombre con que me apodabas: “predestinado”, lo cual aportaba a mi aventura un carácter como heroico y afortunado, como de algo que, a la postre, no podía salir mal.
Empecé a estudiar el 19 de febrero de 2017 y tardé 10 meses en empezar a hacer bien las cosas, con una velocidad ridícula, resultados pobres y un nivel de aprovechamiento del tiempo bastante deplorable, y con muchos vaivenes. En diciembre solo había dado media vuelta al oral y todavía no tenía ni idea del resto de exámenes. Mi futuro era incierto. No obstante, en ese momento, y tras una semana de descanso y reflexión, se produjo una inflexión total en mi rendimiento. Fue muy difícil el cambio, pero pronto empezaron a llegar los frutos. Apagué el móvil de manera perpetua. Capé la conexión a internet para que solo pudiera servir para mirar el BOE. Me olvidé de los relojes y de las horas, que no miraba en todo el día, salvo por una alarma que me avisaba a la hora de comer, y dejé de hacer programas que nunca cumplía. Dupliqué mi rendimiento y, a las pocas semanas, lo tripliqué. Lo más curioso fue que, por esas fechas, pasé de ser un opositor corriente a ser un ejemplo según mi preparador. Ese fue el verdadero comienzo del camino.
El primer año (abril 2018) caí en el primer examen escrito. Me quedé cerca, creo, pero al tribunal no le pareció suficiente. Entonces mantuve la velocidad de crucero que había adquirido hasta la siguiente convocatoria, con mucha mayor confianza. Hubo meses que tuve visitar a un familiar en la UCI dos veces al día, sin poder estudiar casi, y pasándolo realmente mal, pero cuando empezaron los exámenes (mayo 2019) ya todo se había resuelto de manera feliz, y fui pasando los exámenes uno por uno, con bastante solvencia, y en algún caso acompañado por la suerte propia de Predestinado.
La convocatoria fue interminable y, aunque era de los primeros, me examiné del oral (último examen) el 9 de marzo de 2020, totalmente ajeno a la incipiente pandemia, como ajenos eran los demás viandantes (a excepción de los chinos, que ya llevaban su mascarilla, entonces de apariencia apocalíptica). El examen fue bien, estaba más que preparado: había hecho cuarenta simulacros en las últimas dos semanas y dado en total 12 vueltas y media. Era imposible que saliera mal. Estuve 49 minutos y 50 segundos cantando, a falta de 10, y después de haber estudiado durante 3 años y 19 días para tal ocasión.
Dos días después se canceló el proceso selectivo por la pandemia, y no continuaría hasta finales de junio. Se estableció un hueco tan grande entre unos opositores y otros que daba pie a todo tipo de impugnaciones. Salomónicamente, el tribunal optó por la solución menos mala: igual proporción de aprobados en la primera y segunda remesa y todas las notas muy bajas en relación a otros años (para reducir agravios comparativos). Tuve que esperar hasta el final de julio para la nota, aunque yo me daba por aprobado desde que canté, y así lo había aparcado todo antes de que empezara el confinamiento, sin posibilidad de celebrarlo mucho por orden ministerial. Ahora estoy en pleno curso selectivo, que se desarrolla telemáticamente en su mayor parte, y el año que viene me iré a vivir a alguna capital de provincia cuyo nombre todavía desconozco.
En definitiva, ¿merece la pena opositar a los treinta y cuatro años? En mi caso es obvio que sí la mereció. Como escribiste en algún momento, creo que los años que te sobran te obligan a focalizarte con más seriedad que otros opositores con más vida por delante. Igualmente, el esfuerzo que hay que hacer es extraordinario, pero “el que resiste, gana”, como dices tú, y, como me dijo alguien: las oposiciones solo las aprueban quienes se dedican a ellas en cuerpo y alma. Si te dedicas solo en cuerpo no basta. Además, es cierto que son necesarios muchos apoyos y tener la suerte de poder permitírtelo, pero más allá de eso no he encontrado ningún inconveniente por causa de la edad.
Así que ¡gracias, Justito!, por este magnífico blog que has creado, y que hace 3 años me sirvió de inspiración, así como por ayudarme a pensar que había algo de destino en todo este periplo (porque eso, pensar que hay una necesidad y un destino particular, creo que es lo que, en verdad, más ayuda a conseguirlo). Feliz Navidad, Justito, a ti y a todos los opositores tenaces porque, antes o después, lo conseguirán.
Buenos días Predestinado:
¡Que alegría tan grande me has dado! Es maravilloso haber podido ayudarte con alguno de mis consejos.
Espero que tu ejemplo ayude a otros que se plantean comenzar con “cierta edad”. Son muchos los que me preguntan por ello y, al final, siempre les acabo diciendo lo mismo: empieza, prueba y si ves que te adaptas pues continúas y continúas hasta el final.
No obstante mi viejo lema de que “el que resiste, gana” creo que lo he convertido más bien en un nuevo lema “el que no resiste, no gana” que me parece mucho más cierto.
Desgraciadamente no todos los opositores tenaces antes o después lo conseguirán. Conozco muchos que no lo han conseguido. Yo solo me atrevería a decir que la mayoría lo conseguirán. Mi blog está lleno de ejemplos de opositores tenaces que no lo consiguieron y creo que los que pasamos al otro lado (al de los aprobados) con más o menos dificultades debemos ser equilibrados a la hora de transmitir nuestra experiencia y creencia a los que lo siguen intentando o lo intentarán.
Enorme alegría. Enhorabuena.
Espero que te animes a comprar “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)”. Si te apetece puedo enviártelo dedicado.
Un abrazo y a disfrutar (y a seguir trabajando a tope). Justito El Notario.
Yo me encuentro en una situación similar. No tengo una edad excesivamente elevada como para decir que “soy mayor para opositar”, pero, aún así, con 26 años, un contrato indefinido y trabajando desde hace casi cuatro años, sí estoy en una cierta “zona de confort” económica que me permite disfrutar de un estilo de vida que no me desagrada del todo.
Sin embargo, son precisamente estos 4 años de experiencia profesional, saltando de uno a otro lado, en los que he podido observar la realidad del mercado laboral al que puedo acceder, los que me han hecho despertar en mí la idea de opositar, cuando, en determinado momento de mi vida me pregunto, ¿qué me compensa más?, ¿estar toda mi vida trabajando en un sector que ni me gusta ni me motiva a cambio de poder permitirme unas vacaciones o ciertos caprichos?, ¿o encerrarme en mi habitación durante un número indeterminado de años para poder ejercer la profesión que realmente me ha apasionado desde siempre?
No creo que el principal escollo sea la edad, al contrario, creo que la edad y la experiencia “en el mundo real” después de acabar la carrera te confieren cierta madurez y te ayudan a aclarar tus ideas. Estoy totalmente convencido que de haber empezado a opositar a los 21, nada más terminar la carrera de Derecho, no habría durado ni 3 meses, porque a esa edad sentía la necesidad de explorar el mundo, de conseguir un trabajo, de poder ganarme mi sueldo para poder sentir que estaba ganando las cosas por mí mismo, y porque la mera idea de pasar encerrado en una habitación años y años (algo que creo que asusta a cualquiera, por muy mentalizado que esté), me deprimía sobremanera y pensaba “esto no está hecho para mí”.
Ahora que he ya estudié la carrera, un máster, que tengo casi 4 años de experiencia, que he pasado por tres empleos y varios proyectos en diferentes sectores y con diferentes experiencias con respecto al trato , teniendo un contrato indefinido y cuando, compatibilizando mi trabajo, he decidido colaborar de forma gratuita con entidades para realizar aquello en lo que siento que realmente puedo aportar algo (desde voluntariado, hasta colaboraciones como redactor en algunos medios), pienso: “esto no está hecho para mí” No está hecho para mí madrugar todas las mañanas para ir a trabajar en algo para lo que nunca me formé, ni me planteé y que ni siquiera siento que me interese (trabajo como consultor en un banco para una consultora de servicios informáticos), no está hecho para mí saltar de un puesto de trabajo a otro buscando “el empleo definitivo” o “el empleo que me compense”, cuando, consciente de cómo está el mercado laboral y de las oportunidades que, según mi perfil, se me abren, es bastante difícil que eso ocurra. Hay trabajo y nunca he tenido dificultades para poder encontrar uno, la cuestión es, ¿es ese trabajo lo que realmente quiero en la vida?
Siempre he querido dedicarme al mundo de las Relaciones Internacionales, por eso me especialicé en estudios europeos y por eso he estudiado y aprendido idiomas por mi parte y, últimamente, he tomado decisiones al margen del trabajo que, casi sin pensar, me han reconducido a ese mundo y, aunque no me paguen por ello, siento que realmente me compensa y me llena mucho más que todo lo que hago por dinero, por lo que me he vuelto a plantear lo que me planteé con 17 años, antes de empezar la carrera: estudiar las oposiciones al Cuerpo Diplomático.
La edad es, justamente, la que me ha dado la madurez y la experiencia suficiente como para poder replantearme enserio otra vez la cuestión, lo que me impide tomar la decisión correcta es el miedo; el miedo a fracasar, el miedo a invertir tantos años de mi vida “para nada”, el miedo a arriesgar todo lo que tengo, aunque sienta que no tengo nada, para luego volver al mismo punto si tengo que abandonar, el miedo a no estar a la altura… He visto el temario y, por mi formación y especialización previa llevo cierto terreno ganado (a otro nivel de exigencia, claro está), y, además, prácticamente la totalidad son temas que me interesan, me gustan y disfruto, lo que me anima pero, en parte, me echa para atrás porque pienso: “¿y si, aún sabiendo que esto es ‘lo mío’, fracaso?”. Y, estar encerrado en una habitación 10 horas al día es duro, sí, pero actualmente invierto 11 todos los días en un trabajo en el que ni me valoran ni me gusta, y eso también lo es, también te frustra y también te genera dudas, por lo que, otra vez, gracias a mi edad, he podido, quizás, perder cierto miedo a esas oposiciones porque lo que hay fuera no es mucho menos duro. Además, pese a todas esas horas que invierto, sigo pudiendo hacer cosas que me gustan y me motivan y que me hacen pensar que existe vida más allá de esa frustración diaria, por lo que, con las oposiciones, no habría de ser diferente.
Mi gran temor es la incertidumbre. Es cierto que el trabajo y las oposiciones tienen su parte dura que, en ocasiones, pueden ser similares, pero en el trabajo sabes que a final de mes vas ingresar una cierta cantidad de dinero y que ese esfuerzo va a tener una recompensa más inmediata, con las oposiciones, el futuro es borroso y solo se pueden hacer suposiciones.
Ahora he podido ahorrar y tendría cierta solvencia económica, tengo experiencia y sé exactamente qué es lo que quiero y qué es lo que no, pero no consigo deshacerme ese miedo, y eso no creo que cambie con la edad. Tome la decisión que tome, quiero meditarla y no tomarla simplemente por una frustración puntual en el trabajo, si estoy dispuesto a dejarlo todo y a dar el paso, debo estar seguro de que, apruebe o no, consiga llegar a puerto o me baje antes del barco, he tomado la decisión correcta y que los años invertidos van a servir para aprender y crecer, pase lo que pase al final, y creo que eso es lo más difícil y que no influye en la edad. Quizás ya estoy preparado o quizás lo esté dentro de dos años, cada uno tiene que sus tiempos y sus realidades.
¡Mucha suerte a todos!
Buenas noches Nacho:
Pues estoy bastante conforme con tus reflexiones, aunque para mi incurres en una cierta contradicción.
Más joven te hubiera sido imposible, pero creo que hubieras sobrellevado mejor la incertidumbre. Con más años, la incertidumbre se hace más grande y puede que también el temor a poder llegar a decirse uno, ¿para qué me habré metido en este lío con lo bien que estaba?
En fin, me temo que tendrás que probar y ver si efectivamente te va bien y te adaptas a la nueva vida.
No hay vacuna contra la incertidumbre. … bueno un plan B es lo único que la puede curar en cierta medida.
Saludos y suerte, Justito El Notario.
Y yo pensando que con 32 era una perdida de tiempo plantearme unas como de administrativo a la administración general del estado … está visto que nunca es tarde si la dicha es buena
Buenos días David:
La edad complica la situación. Solo eso. La juventud es la época más idónea para estudiar oposiciones, pero sin duda no es la única.
Ánimo y suerte. Saludos, Justito El Notario
Para opositar a Notarias, judicatura, Abogacía de Estado, ect., además de lo que dice, hay que estar, creo yo, bastante loco. Yo no podría aunque naciera 6 veces, pero me gusta leer a gente que escribe sobre ello, ya lo hayan conseguido, lo estén intentando o simplemente lo intentaron. Saludo.
Buenas tardes:
Supongo que en alguna de las acepciones de loco y de locura tiene que tener cabida opositar a notarías y otros cuerpos similares (o peores). También es posible acabar medio loco, se lo aseguro (no es mi caso, pero se lo aseguro). Saludos y gracias, Justito El Notario.
Si te ha parecido bien o te ha resultado útil mi contestación, puedes invitarme a una caña o hacer un donativo a una ONG; si quieres más información pincha aquí
¡Me encanta tu blog y las cosas que escribes!
Gracias a las redes estoy aprendiendo mucho de la experiencia de otras personas.
Sobre las oposiciones de Estado he encontrado mucha información de interés en el enlace: http://estado.editorialcep.com
¡Gracias por compartir con nosotros!
Buenas tardes: Muchas gracias. Me alegro de que te sea útil mi experiencia. Muy interesante esa web. Saludos y gracias, Justito El Notario.
Si te ha parecido bien o te ha resultado útil mi contestación, puedes invitarme a una caña o hacer un donativo a una ONG; si quieres más información pincha aquí