Año nuevo 2019 en Bulgaria (Sofía, Plovdiv y Varna)

Estos fueron los preparativos del viaje …

Volamos el 29 de Diciembre de Madrid a Sofía. La noche previa dormimos en Madrid en el Boutique Soho Congreso y cenamos en Lucio después de dar una vuelta por el super masificado centro y de picar algo en el Mercado de San Miguel. Que sí “ha bajado”, que si “turisteo”, que si “para guiris”. Pues no sé … pero yo pasé allí un rato estupendo con mi familia. Comenzábamos unas largas y previsiblemente estupendas vacaciones y tras tomar unos encurtidos con un vermut, nos dimos al jamón y a las croquetas con una cerveza y más tarde al sushi con una copa de vino. Mucha gente pero se podía uno manejar, sentarse y ubicarse sin problemas en los diferentes espacios. En cuanto al precio, pues más bien caro, pero supongo que es lo que hay para esta clase de sitios.

Sábado 29 de Diciembre de 2018

Al día siguiente, el grupo de viaje se reunió en el aeropuerto para el vuelo directo a Sofía con Ryanair. Del aeropuerto nos trasladamos en un par de taxis (muy económicos) al  BW Premier Collection CiTY Hotel Sofia que resultó una gran elección para nuestras tres primeras noches y una considerable decepción para la última noche de nuestro viaje ya de vuelta a Sofía desde Varna. En la primera estancia nos instalaron en un ala del hotel con habitaciones muy (pero que muy) amplias, confortables, cálidas y bien decoradas. Al hacer la reserva nos pareció que las fotos podían tener un exceso de photoshop pero no hubo ninguna sorpresa desagradable. Hasta diría que las habitaciones eran mejores de lo esperado. El precio fue muy bueno y más aún teniendo en cuenta las fechas navideñas. El desayuno bufé era variado y estaba bien atendido, aunque había horas puntas en las que podía formarse una buena cola para coger sitio. La ubicación del hotel nos situaba a escasos minutos de la Catedral de Alejandro Nevski desde la que son visitables a pie todos los sitios de interés de la ciudad (que, por otra parte, no son demasiados). Hicimos una cena temprana en un animado local cerca del hotel. Salchichas, ensaladas, algún guiso local y “meatbolls”. Tropecé dos veces con las meatbolls en estos días pues no eran más que tristes hamburguesas. No es la primera vez que las albóndigas me juegan una mala pasada en una carta escrita en inglés. La primera vez fue en Roma, la segunda ha sido en Sofía; menos mal que en Venecia no me pasó lo mismo y mis espaguetis con albóndigas fueron dignos del mismísimo Tony Soprano … Por cierto, ya no es que en búlgaro no seas capaz de leer nada, es que en casi una semana que estuvimos allí no fuimos capaces ni de decir ¡hola¡

Domingo 30 de Diciembre de 2018

Visita a Sofía comenzando por la catedral. Comida en el Art Club Museum, un sitio que a la entrada tenía un curioso adhesivo que prohibía entrar armado en el local (aunque no nos cachearon). Después de comer continuamos la visita a la ciudad y tras descansar un buen rato en el hotel (viendo Apocalipto la película de Mel Gibson que me dejó un considerable mal cuerpo), salimos a cenar a un sitio llamado CTAPNR YNHAP (Staria Chinar)  y me volví a pegar el segundo batacazo con las meatbolls que, de nuevo, no eran albóndigas de caballo, sino hamburguesas de caballo. No es que estuvieran malas, que va, solo que esperaba un plato más contundente y especial. De nuevo fue José Luis, el ganador del premio al plato más rico (¡hay que dejarse llevar por el instinto de este hombre¡) con su guiso de tres tipos de carne y cebollino bañado en una sabrosísima y espesa salsa, y servida en una cazuela de barro con tapa que le hacía mantener todo su aroma y calor.

Lunes 31 de Diciembre de 2018

El último día del año recogimos nuestra furgoneta de alquiler en el aeropuerto y nos lanzamos a la carretera en ruta hacia el maravilloso Monasterio de Rila que cuenta con un pequeño pero interesante museo. Se visita por muchos excursionistas organizados que se marchan relativamente pronto, con lo que conviene ir a una hora un poco más tardía, aunque el viaje desde Sofía no es corto y hay que ser prudente en ciertas épocas del año pues nosotros nos encontramos con nieve por el camino y con mucha más una vez allí. Enorme prudencia aconseja la temeraria conducción de los búlgaros (que son los primeros o segundos de la Unión Europea en muertes en accidente de tráfico, lo que no resulta de extrañar teniendo además las carreteras que tienen). La comida la hicimos, ya regresando, en un local sencillo de un pueblo perdido de la mano de Dios. Comimos por cuatro perras. Otras dos mesas del comedor estaban ocupadas por españoles que también volvían de Rila y que nos sirvieron de referencia para nuestra comanda. Bulgaria no está en el euro y el pago en levas me recordaba a los tiempos de la peseta. La comida más cara que hicimos en el país fue la cena de Año Nuevo que costó 400 levas, es decir, que al cambio fijo con el euro, fueron 200 euros seis personas. Todas las demás cuentas que pagamos fueron considerablemente inferiores y llegamos a comer y beber a la carta por menos de 12 euros por persona quedando completamente satisfechos. A la vuelta de Rila, nos fuimos a la calle a buscar donde cenar. El grupo estaba ya algo cansado y desesperado tras un buen paseo por Sofía en las últimas horas de 2018 cuando en una esquina, apareció un cartel, unas luces y unas escaleras, que nos condujeron hasta el One Way Bistro del que ya hice comentario independiente en esta entrada. Tras la animada y feliz cena tuvimos un momento muy especial en la plaza Knyaz Aleksandar I, en la que se encuentra la raquítica Galería de Arte Nacional que habíamos estado visitando el día anterior, celebrando con algunos italianos y españoles la entrada del Nuevo Año a muchos kilómetros de nuestras casas. Hasta promesas de matrimonio y cánticos partisanos, junto a villancicos y ¡Vivas a España¡, se escucharon en el rato que pasamos con nuestras uvas, esperando y recibiendo a 2019. A nosotros tres nos recordó a otra memorable Nochevieja que pasamos en Bruselas.

Martes 1 de Enero de 2019

En la furgoneta que ya teníamos desde el lunes, nos fuimos hacia Plovdiv que es la capital europea de la cultura de 2019 y una de las ciudades del mundo permanentemente habitadas más antiguas, eso sí, necesitada de una fuerte inyección económica en algunas áreas monumentales. Llegamos sobre las 13 horas y tras las explicaciones del dueño del hotel que se lo guisaba y comía todo el solito (nosotros al menos no vimos a nadie más por allí llegando a sospechar que fuera un Norman Bates a la búlgara), nos lanzamos a recorrer la ciudad durante unas tres horas para luego disfrutar de una temprana cena que resultó ser la más interesante del viaje. El casco histórico es una maravilla y el moderno, animadísimo por el Año Nuevo y las buenas temperaturas, resultó una muy grata sorpresa. Sin duda mereció la pena acercarnos hasta Plovdiv en nuestra ruta hacia Varna, la perla del Mar Negro. Tras cenar, nos fuimos a la cama a tener un reconfortante y reparador sueño en el sencillo Roots, Hotel, Restaurante and Wine Bar dirigido por el simpar Mitko, un tipo muy viajado, perfectamente entendible en inglés, sumiller con su propio embotellado de vinos tintos para su establecimiento y que nos preparó ensaladas, buenas carnes de los Balcanes y otras viandas que acompañamos de sus caldos y hasta por algún licor y/o gin tónic. Ya le dije a José Luis que avisara a su portero de que si un día aparece un tal Mitko (Dimitri) en su portal que le diga que allí no vive ningún José Luis …

Miércoles 2 de Enero de 2019

Tras un largo y pausado desayuno, nos pusimos en camino hacia Varna. Pasamos por la espectacular Veliko Tărnovo pero fue imposible localizar un parking (seguro) en el que dejar una furgoneta llena de maletas y bártulos, así que no pudimos más que recorrer la antigua capital de Bulgaria de arriba a abajo (y de abajo a arriba) desde el coche y en un corto paseo por parejas hasta el punto de la fortaleza al que se podía llegar sin pagar. Nos pensamos la visita al parque de miniaturas, pero entre el frío que hacía, que se veía casi todo desde fuera y un precio alto para lo que se divisaba, tomamos la opción de no entrar a visitarlo. El frío, el viento gélido, y el largo camino que nos quedaba hasta Varna nos hizo que decidiéramos continuar hasta el muy correcto Hotel Golden Tulip Varna que nos recibió con sus grandes habitaciones y sus estupendos cuartos de baño. Los que salieron a dar una vuelta aconsejaron como mejor opción quedarnos a cenar en el mismo hotel. Los excesos navideños hacían ya mella en nuestros estómagos y no fui capaz de dar cuenta del plato de salchichas que me pusieron por delante aquella noche.

Jueves 3 de Enero de 2019

Para el jueves quedó la visita a la ciudad que, como todo sitio de playa, presentaba una apariencia algo triste en un día de pleno invierno. La mañana se nos presentó muy soleada y disfrutamos del paseo que nos llevó a comer a orillas del Mar Negro en un local que nos habían recomendado y que se llamaba The Sea Terrace. Resultó un sitio muy bonito, con fabulosas vistas y buena comida. Desde allí, paseando, volvimos hacia al hotel a recoger nuestras cosas para partir partir hacia el mini aeropuerto de la ciudad en el que devolvimos la furgoneta y volamos de regreso a Sofía para disfrutar el viernes 4 de un rato que nos dio para visitar algunas iglesias más. Llegamos bastante tarde al mismo hotel que los días previos y entonces quedamos very disappointed pues alegando un problema de inundaciones nos ubicaron en el otro ala del hotel en la que las habitaciones eran muchísimo peores, hacía frío, olía a humedad y no llegaba el ascensor. Para terminar de fastidiarla, se estropeó el lector de la llave de una de las habitaciones quedándose dentro las maletas que ya habíamos subido y sin personal que solucionara el problema durante un buen rato. Tras protestar lo nuestro al día siguiente, tuvieron el detalle de llevarnos gratis al aeropuerto. Menos da una piedra.

¿Qué tal Bulgaria? ¿Mola?

A la vuelta me lo preguntaron varias personas y esto fue lo que les dije:

“Si has ido antes a otros veinte países pues puede que le haya tocado el turno a Bulgaria, pero caso contrario hay mucho sitios para ver antes de venir aquí. ¿Paraíso escondido que me han dicho algunos? … pfff .. para mi no. El país está aún por construir. Ves muchos edificios públicos en muy mal estado, residuos de la época comunista, pueblos que se caen, no hay árboles .. no es verde y como siempre que vas en invierno a centro Europa o más allá, pues todo afeado por el duro invierno. Sofía es una capital bastante floja, Plovdiv muy bonita y Varna para el verano. Veliko Tärnovo es muy chulo. En mi caso alcancé con Bulgaria mi país número 22, así que me ha resultado interesante, pero antes de ir a Bulgaria, insisto, hay que ir a muchos otros sitios. Eso sí, todo es muy barato y me sentí muy seguro (salvo en la carretera)”

Reflexión final: “de organizadores y organizados”

Como diría mi amigo Rafa “en el mundo hay dos clases de personas: los que organizan y los organizados“. Yo estoy más en el primer grupo que en el segundo (mucho más), pero creo que pertenezco a una subespecie de organizadores que no es otra que la de los “organizadores organizados”. Resulta que yo montó un viaje para dos, para tres o para seis, preparo Manducare para diecinueve o para treinta y ocho, leo libros de viaje, grabo música, recopilo información por Internet, animo el cotarro del correspondiente grupo guasapero, mete a este, quita al otro, no iremos por aquí, iremos por allá, has pensado en tal cosa, cuantas maletas puedo llevar, ¿y los niños que cenan?, cual es el presupuesto del viaje, acuérdate de tal cosa, a cuantos langostinos tocamos, has invitado a no sé quien, has sacados los tickets para San Mamés o para el Louvre … y así decenas de cosas, pero cuando llego a destino, el pueblo se me revela y campa a sus anchas sin contemplación alguna para el que se ha ocupado de tenerlo todo mirado.

Cuando me plantearon viajar a Bulgaria en régimen de “all organizado” pensé que sería una buena oportunidad de no preocuparse de nada, ni por nada y también en que tenía que ser un organizado disciplinado.

Pues … lo cierto es que no había hecho un viaje tan relajado en muchos años. De lo único que me he preocupado es de poner el despertador. A partir de ahí, he seguido a mi organizador y he hecho lo que estaba previsto en cada momento, en modo relax, en modo encefalograma plano-viajero. Hacía tiempo que no contaba los días que me faltaban para volver de un viaje. Hacía tiempo que no tenía la ansiedad de la vuelta a la rutina. El año que viene espero ir con Mr and Mrs Organizeitor and daughter to Armenia” o a cualquier otro lado. Que paz, que relax, así es una maravilla viajar. Gracias.

Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario




 

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