Mi amigo Alberto nació el dÃa 29 de Febrero de 1968, asà que este año no tiene cumpleaños aunque por supuesto lo vamos a celebrar, se lo estamos celebrando en el dÃa de hoy (en Marmitako) y a lo grande porque Alberto, es un tÃo grande, muy grande, y se merece cada cosa buena que le pueda suceder.
Nos conocimos en el Colegio Monteagudo. Era aquella época en la que todos o casi todos, nos llamábamos por los apellidos. Hasta los profesores nos llamaban por los apellidos, pero de tú, que tampoco somos tan, tan, antiguos como para remontarnos a la época en que hasta los profesores llamaban a los alumnos de usted.
El más lejano recuerdo que tengo de Alberto es por algún incidente menor con su primo Pablo (que era un demonio) y que querÃa canearme por haberme metido con Alberto. ¡Yo, que nunca me meto con nadie, perseguido por el primo Pablo¡ Algún tiempo después de aquello, Alberto y yo empezamos a ir juntos a la misma clase. Fue en 8º de EGB y creo que bien pronto nos hicimos inseparables. Treinta y cinco años después, seguimos siendo inseparables, aunque no estemos juntos, aunque ya nos veamos poco, mucho menos de lo que ambos quisiéramos hacerlo. Rehuyo siempre del tópico ese de que “cuando vuelvo a estar con Fulanito, aunque no le haya visto en años todo sigue siendo igual que siempre”, porque muchas veces no es verdad, pero este tópico con Alberto y yo, no es un tópico, sino que es la pura verdad.
Juntos hemos hecho muchas cosas, algunas bastante locas e imprudentes, la verdad, pero hemos tenido la suerte de cara, y hemos sido más bien sensatos, asà que el resultado de nuestras vidas, a estas alturas, yo dirÃa que es muy positivo. Ayer mismo me decÃa que a trabajador no le ganaba nadie, y es verdad. Pocas personas conozco tan trabajadoras como Alberto, tan entregado en todo lo que hace y por supuesto entregado en querer a sus amigos. Solo me he enfadado una vez con él en treinta y cinco años. Bueno, dos… La primera fue por una cosa seria y la resolvimos rápidamente, no supimos estar enfadados mucho tiempo; la segunda vez fue porque le pillé haciendo trampas en el póker, aunque aún hoy dice que no las hizo aquel dÃa en que ambos sacamos dos escaleras de color en la misma mano, la suya más alta que la mÃa…casualmente.
Alberto siempre me hace sonreÃr o reÃrme a mandÃbula batiente, creo que si tuviera que hacer un Top Ten de momentos de risas desternillantes de mi vida, Alberto ocuparÃa varios puestos en la lista. Inenarrables aquellos ejercicios del Beniel y algunos de sus chistes y anécdotas (el del tÃo de la manta en el avión, la de Paco el Buzo y Rosario la Merla, la del hombre y el oso cuando más feo…te comes una mierda, la de i`m tired, go to bed o i`m go to bed, because i`m tired y hasta sus poesÃas, que también las tiene, como “Hombre Financiero” o “La corrupción se ha acabado desde que Pepe ha llegado”). Además, desde luego conmigo, siempre da en el clavo, parece que siempre tiene la palabra o la frase justa y oportuna para mÃ. Eso debe ser porque me conoce bien (y porque debe ser un hombre sabio). Es el único hombre que siempre me dice que me quiere y el único que consigue que yo se lo diga a él. “¿A que tú también me quieres?, burruchÃn” ¡Y cómo le voy a decir que no¡ Además es la pura verdad, le quiero, “te quiero Alberto”. Suya es la teorÃa del “sobredimensionar” o “del sobredimensionamiento”, que es la teorÃa que sostiene Alberto sobre lo que nos pasa a los que conducimos mucho y sobredimensionamos, sacando de quicio y contexto las cosas por estar uno mucho tiempo, demasiado tiempo, solo metido en un coche conduciendo. Esa teorÃa, tal vez él no lo sepa, me ha ayudado mucho en los 600.000 kilómetros que me he echado al cuerpo en los últimos diez años yendo y viniendo de mi casa a mi trabajo. Lo sabe bien porque él ha conducido también miles y miles de horas.
Alberto que fue Manzano, “El Rata”, “El Primo” o “El Presi de los Jeromos”, es una de las personas más importantes de mi vida. Un amigo como pocos, una especie única de amigo. “El amigo”, “mi amigo”. Nunca nos ha dejado derrocarle como Presidente de nuestro grupo de Jeromos en el que también están Pepe Hernández, Carlos Amicis y nuestro inolvidable Luis MartÃnez, con nuestros eternos debates sobre la sucesión en el trono, la ley sálica, el acceso de las mujeres de los Jeromos al grupo (las Jeromas), la incorporación de nuevos miembros (eternos candidatos pues nunca llegamos a aceptarlos), o sobre la esencia de la JeromÃa.
A su lado siempre, mi también amiga, de las pocas que tengo: Belén. Es imposible que Alberto fuera la misma persona sin Belén a su lado. Belén es el freno de mano de Alberto, la sensatez, sin que Alberto sea un insensato, pero Belén es la tamizadora de sus historias, el contrapunto perfecto para un hombre completamente singular y excepcional, especialmente para todos sus familiares (como sus hermanas Eva e Inés y sus cuñados Raúl y Manolo)  y para sus amigos que estamos aquà celebrando sus 50 años y para el resto de su familia, sus padres, Pepe y Loli y su hermana Sor Susana a los que mando un fuerte abrazo.
Estoy seguro de que siempre seguiremos siendo amigos.
Por supuesto, si hubiera que poner una banda sonora a nuestra amistad, y a la de los Jeromos, y no contáramos con “Mi novia, la Tomasa”, habrÃa que escuchar “Vivir sin ti”, de Javier BergÃa. La canción de 1985 fue un himno para nosotros cuando tenÃamos nada más que 17 añitos…os dejo con ella.
Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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