Me escribe una amiga abogada recientemente jubilada pero muy activa que me dice: “Te escribo, recordando lo tempranero que fuiste con tu “Crónica notarial de una pandemia“, -que leà hace un año mas o menos- porque ahora estoy leyendo la obra de “Volver a dónde” de Antonio Muñoz Molina. Es una especie de emotivo diario. Salvando distancias profesionales, él narra la crónica de su calle dÃa a dÃa, tanto en el periodo de confinamiento como en el del fin de la alarma. De sus emociones y estados, mezclado con recuerdos de su infancia en su Úbeda natal. Relata ñas comparaciones de ruidos o de silencios. La crónica de lo cotidiano en la pandemia, la de aquello que no llegará nunca a los libros de historia. Tú, entre otros asuntos, nos relataste el vértigo del dÃa a dÃa en la notarÃa. También me ha recordado a tus reseñas de canciones o pelÃculas donde se habla de Notarios. Aunque ese diario es literatura, cuenta, que en los primeros dÃas del desconfinamiento, él y Elvira Lindo, su mujer, fueron a firmar sus testamentos a un Notario de Madrid“.
Vértigo. SÃ, en los sectores en los que tuvimos que seguir trabajando por ser esenciales, hubo vértigo. Hubo miedo, hubo improvisación, hubo mucha entrega, hubo muchas cosas, aunque algunos nos negaran el aplauso y las preferencias para alguna cosa cuando se pudieron otorgar. En fin … agua pasada.
Luego mi amiga Maribel (a la que desde aquà agradezco sus correos electrónicos que me sacan de una cierta soledad en la que vivo), me hizo corta y pega de un párrafo del libro en el que Muñoz Molina cuenta que fue un dÃa fue al Banco (sÃ, los que trabajan en los Bancos también se batieron el cobre en esos momentos horribles) y luego al Notario. El autor nos da detalles sobre la ubicación de la notarÃa (un barrio opulento con aceras anchurosas sombreadas de árboles) y sobre el despacho del Notario con un escritorio gigante y una escultura en bronce de un soldado de la División Azul con un atril en el que reposaba abierto un facsÃmil de un manuscrito medieval con ilustraciones del Apocalipsis. Le albergó una sensación de irrealidad y congoja. Le sorprendió el término “premoriencia” que nunca habÃa escuchado, para terminar diciendo: “Hablar de la muerte en prosa jurÃdica, en el despacho de un notario, junto a una puerta entornada por la que entran ruidos de oficina, parece que vuelve neutra la desgracia, que morir es un acto jurÃdico como cualquier otro, que el notario certifica con su garabato distraÃdo”.
Opulento, la División Azul,  el Apocalipsis, irrealidad, congoja, prosa jurÃdica, morir es un acto jurÃdico, garabato distraÃdo… No esta mal, es mas bien magnÃfico pero contribuye a una imagen del Notariado contra la que uno intenta luchar desde hace años sin conseguir de forma alguna que las cosas sean de otra manera salvo en mi propio perjuicio, la verdad.
Mi libro está ya a punto de agotarse y no creo que se impriman mas, asà que si alguien lo quiere aquà lo tiene.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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