Como consecuencia del último capítulo de mi serie de las agendas de la oposición alguien me dijo en Twitter:
“En suma, lo contrario a lo que yo entiendo como un planteamiento mentalmente sano de la oposición. Descubrí hace mucho que las historias opositoras carecen de vocación universal y que el consuelo que producen relatos como los tuyos son “cold comfort”, que dirían los ingleses”.
No lo contesté, pero lo voy a hacer por esta vía.
Para empezar mi historia es bastante extraordinaria y siempre la reivindico frente a los del “todos hemos pasado lo nuestro”, porque sí, vale, es cierto, pero “yo más …”.
Pero además, ¿he dicho yo que mi planteamiento (en realidad no hubo ningún planteamiento, todo fue improvisado por mucho que durase) de la oposición fuera mentalmente sano? ¿He recomendado yo a alguien que haga lo mismo que hice yo? ¿Hice mal a alguien (pero mal, mal, de verdad) por empeñarme en sacar la oposición a costa de lo que a mí me parecería oportuno (teniendo en cuenta en realidad que, además, he hecho muy felices a los que me quieren)?
Obviamente a cada uno le va como le va pero está claro (aunque este no lo crea) que lo mío ayuda y se sigue y se lee mucho y consuela. Consuela mucho yendo más allá de lo que sería ese “triste consuelo”.
Venga hombre (o mujer), léame más, compre mi libro, conózcame, vea el resultado de mi apuesta (vital) y luego ya dirá si mi planteamiento “mentalmente insano” ha podido o no merecer la pena y hable con muchos a los que he proporcionado ese triste consuelo o con los que hasta (incluso) dicen que les he rehabilitado de una vida llena de lamentos por no haberlo conseguido.
A veces he pensado en si, tal vez, yo soy un mal ejemplo para los opositores pero, sin embargo, a considerarme un triste consuelo no había llegado. Hombre, sería triste si no hubiera llegado a aprobar, pero aprobando (aunque tardara) y viendo lo que posteriormente me ha venido, creo que empleé muy bien empleados los cuatro años que eché por encima de la media y los tres terribles años que pasé atascado (un 5,66% de mi vida). Sin duda alguna, lo mío fue una inversión exitosa.
El caso de los opositores que tardamos en aprobar o que no lo hacen, aunque invirtamos mucho tiempo, es comparable al de otros muchos colectivos (deportistas, por poner ejemplo) que luchan por una meta al alcance de solo unos pocos e incluso, si hablamos de arriesgar el físico o el psíquico, al de otros colectivos (deportistas profesionales, de nuevo, por ejemplo) que también se machacan para conseguir lo que desean y una vez conseguido para mantenerse en todo lo alto (a nosotros eso ya no nos haría falta …). La vida es así y somos muchos los que nos la hemos jugado y hemos ganado o hemos perdido. Que no me haga este el balance, ni se lo haga a los demás. Se ve que a él/ella le ha salido todo bien o que vive aislado del mundo real que es mundo lleno de problemas, de historias de superación y de riesgos.
Aquí hay un caso (de hoy mismo) en el que parece que he proporcionado algo mas que ese triste consuelo…
Unos meses mas tarde el tipo vuelve a la carga
“Qué pereza, Dios Santo. Absténganse de leerlo opositores con vocación de éxito y los que estén pasando momentos -inevitables, hablamos de Notarías- de agobio. Spoiler: coloca en un plano moralmente superior al que tarda cuatro horas en la maratón que al etíope que la hace en dos. Esto es, vuelve a hablar de sí mismo y su inenarrable proeza, sin salir del laberinto y sin ganas de hacerlo. Opositores, a lo vuestro: estudiar duro, buenos afectos, ejercicio físico, lecturas salubres, juerga cuando se pueda. Jasón y los argonautas, para él. Opositar a notarías es un privilegio: 1. Hay que poder permitírselo. 2. Es una elección libre. 3. A nadie das cuentas, salvo a tu conciencia. Hay muchas cosas infinitamente peores que suspender notarías. Dramatizar, verlo cómo algo desolador es un mal enfoque para el opositor que explica en buena parte la alarmante falta de vocaciones. Él es muy dado a este planteamiento psicodrama, sin duda a causa de una crudelísima experiencia personal opositora y a que le gusta rascarse la herida. No me interesa, a los opositores menos. Es realmente heroico que después de un post tan insondablemente deprimente alguien quiera opositar, no digo ya a notarías, sino a bedel de instituto. Ruego a la Junta Directiva del lugar donde sirva este buen hombre que le llame a capítulo para centrarse en la fe pública, y ya. Es un matraca que no sabe de qué habla; y no lo sabe porque su historia acaba bien. Podrá pontificar sobre la dureza del camino, pero no conoce más que de oídas el palo del final definitivo e infeliz”.
Es curioso (y enfermizo) que un tipo (o tipa) que lleva año y medio en Twitter y que ha escrito en ese tiempo solamente 16 tuits, dedique 6 de ellos a hablar de mí de una manera tan desagradable. Ya le silencié en su momento pero ahora paso a bloquearle. Si quiere leerme y horrorizarse tanto con mi visión de la oposición y con mi experiencia personal que al menos se tome la molestia de entrar en mi blog. No tengo muchos, pero parece que tengo otro (desquiciado) hater y no lo sabía.
No obstante, ¿por qué recojo una opinión expresada de manera tan desagradable? Pues porque comprendo (y admito) la discrepancia. Comprendo que alguien se pueda desanimar si conoce mi experiencia y opinión (aunque lo que debe es sacar la enseñanza positiva y no incurrir en mis errores); comprendo que alguien crea que el sacrificio del que tarda poco es igual o hasta superior al del que tarda mucho o muchísimo; comprendo que crea que lo mío no fue una proeza (lo fue sin la menor duda aunque muchos mas la hacen) y que estoy todavía encerrado en un laberinto y rascándome la herida (crasos errores que resolvería si conociera mi evolución personal y la de mi blog); comprendo que desaconseje que me lean y que me sigan y que proporcione sus propios consejos (que son los míos para cuando todo va bien); estoy de acuerdo en que esto es una elección personal y también en que es un privilegio permitírselo y tener cualidades para opositar a notarías. También comprendo que dramatizar (si es que lo estuviera haciendo) no es lo mas conveniente y hasta que alguno crea que, como al final lo conseguí (tal vez él no), ya no tengo ni puñetera idea de todo este asunto.
Lo admito todo, sí, pero lo que no comprendo ni admito es que lo tenga que expresar de una manera tan sumamente (tan asquerosamente) desagradable llegando a decir la solemne estupidez de que mi Junta Directiva me llame a capítulo. Es muy fácil (y muy cobarde) ocultarse bajo una cuenta anónima para ofender e insultar a los demás.
Por cierto, en este momento mi blog tiene 3.397 entradas. De ellas solo 259 se refieren a la oposición lo que representa un 7,62% de lo que escribo. Otra cifra similar es Manducare y Off Topic. El resto es eso en lo que este sujeto quiere que me centren.
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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