Me gustaron las reflexiones hechas en Twitter por una opositora que acaba de suspender el primer ejercicio de registros hace pocos dÃas, aunque no las comparta plenamente puesto que, a fin de cuentas, el análisis de la jugada es siempre cosa de cada uno y es cada uno el que ha de sacar fuerzas de flaqueza (o simplemente fuerzas renovadas) para autoconvencerse de que quiere seguir. Muchas veces está decisión de seguir está tomada de antemano y es la más normal y lógica en oposiciones de largo recorrido como las nuestras. Sin embargo, tampoco conviene engañarse con algunos planteamientos. Siempre hay que procurar intentar ser realista y sensato.
Destacaba esta opositora que la combinación de temas no le benefició. Interesante apreciación porque ¿cuánta gente que aprueba no dice después lo contrario (“los temas me acompañaron”)? Pues, la inmensa mayorÃa, ya se lo contesto yo al lector si es que tiene dudas. Una vez que aprobamos no podemos permitirnos que se pueda pensar de nosotros que el viento nos sopló de cara, no vaya a ser que alguien nos reste algún tipo de mérito.
Al examen habrÃa que presentarse controlando perfectamente todo, dando igual que te pregunten “lo que sea”. Yo hice seis orales y en cuatro de ellos fui en esas circunstancias. En otro me faltó repasar unos quince temas de Civil en última vuelta y en otro más me faltó por repasar casi dos tercios de los temas (sÃ, dos tercios; todo está contado en “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)”. Aprobé ambos ejercicios y también otros dos más en circunstancias completamente favorables. Sin embargo suspendà en el restante ejercicio que hice en el que sà que iba con todos los temas metidos en la cabeza en solo dos semanas (lo máximo que fui capaz de conseguir en mi carrera profesional de opositor). Seis orales, cinco aprobados y cuatro veces me presenté controlando todo perfectamente (al menos como mi preparador y yo nos habÃamos marcado u organizado para hacerlo).
Tras el suspenso ella, la opositora, intentaba quitarle hierro al asunto: “No quiero darle autoridad al suspenso. Es un examen más, un examen que cambia vidas, pero un examen al fin y al cabo“.
Bueno, a mi me parece, que, si es un examen que cambia vidas, no puede ser un examen más. Un examen más es el del carnet de conducir. Este examen es vital y trascendente y asà hay que analizarlo sin coger miedo a otras actuaciones futuras y continuando el camino que uno lleva sin alterarse por el suspenso. De esa forma es como se le quita autoridad (que no importancia), a mi modo de ver.
Estuvo casi todo el tiempo pendiente de aguantar, mirando el cronómetro y pensando en levantarse hasta la mitad del ejercicio. Es comprensible. En esos momentos en que uno ve y sabe que no domina el ejercicio y que lo tiene difÃcil, se sufre lo indecible y por eso hay que estar entrenado para resistirlo. A mi Mac me tenÃa muy bien entrenado. En los ejercicios completos me preguntaba temas que a lo mejor hacÃa dos meses que no me estudiaba y no me dejaba levantarme ni callarme. Me entrenó muy bien (otra cosa más que tengo que reconocerle y agradecerle). Tan bien lo hizo que cuando en aquel dÃa milagroso (insisto en que todo está contado en “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)”) me salió un tema imposible de levantar, conseguà hacerlo estirando lo más que pude todo lo que recordaba y salvando un ejercicio al que a priori fui para sacar las bolas, retirarme y dejarme definitivamente la oposición, no pudimos más que pensar que la cosa era a la par de milagrosa, producto de un esfuerzo incomensurable de casi ya cinco años de oposición. La sorpresa fue que consiguiera aprobarlo y meses después aprobar también el segundo ejercicio cayendo, desgraciadamente en circunstancias muy dolorosas, en el dictamen y ganándome dos convocatorias y casi cuatro años más de oposición.
Pero hacer lo que hice no es cosa fácil. No es sencillo convencer al tribunal de que mereces aprobar con un tema raquÃtico. Si lo conseguà fue gracias al resto de mi ejercicio (y por supuesto al bagaje acumulado en los años previos de preparación). Por eso no hay que levantarse nunca de la silla y hay que procurar estar solo pendiente de lo que estás diciendo y mirando únicamente  de reojo al cronómetro. Aquel dÃa empecé mi primer tema a toda máquina y pensando en que ya verÃa que iba a hacer en el segundo de los temas que me habÃan tocado en suerte. Sufrà muchÃsimo recitándolo, pero al terminarlo continué como una bala con el tercer civil y terminé mi ejercicio con el fiscal. Lo habÃa conseguido, habÃa terminado un ejercicio de manera completamente inesperada y heroica y tenÃa mis probabilidades de aprobar. Lo hice.
Heroica ha sido también esta opositora que aguantó toda la hora y que intentó estirar lo que sabÃa de los temas improvisando y tirando de su bagaje acumulado en varios años de oposición, de su sabidurÃa jurÃdica a fin de cuentas. Heroica aunque no le haya sido suficiente para aprobar, puesto que es sumamente difÃcil sacar a trompicones un ejercicio completo.
Muchas veces el examen de verdad es el peor que nos sale, pero también es cierto que muchas veces tenemos una sensación errónea puesto que no son comparables los completos ante el preparador con el examen real ante el tribunal. Creo que era Mac el que me contaba que su padre, también Notario, le montaba tribunales con compañeros y otros juristas para meterle miedo en el cuerpo en los completos que le hacÃa. Todo entrenamiento es poco para el examen real.
ConcluÃa: “Pasó lo que tenÃa que pasar. Estoy bien. Aún me quedan retos que batir y metas por lograr. La siguiente convocatoria no se me escapa. Ahora solo quiero dormir pero mi cuerpo se sigue despertando de madrugada”.
Efectivamente, ahora toca descansar y recuperar un poco de normalidad. Hay que pensar en la siguiente oportunidad y no torturarse con el suspenso más de lo estrictamente necesario. Lo digo por experiencia.
Por cierto, si alguien quiere el libro dedicado sólo tiene que escribirme a justitonotario@hotmail.com
Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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