No es habitual que sueñe en una siesta, es más pensaba que aquel día la había dormido poco y más bien ligera. Por primera vez había soñado con aquella opositora.
Era un sueño sin pies ni cabeza. Ella aparecía hacía el final. Mi oficiala, que era mi oficiala, me avisaba algo enfadada (y mira que no es de enfadarse) de que fuera a ver lo que “ella” estaba haciendo en uno de los despachos de la notaria. Fue entonces cuando salí de una especie de claustro en el que estábamos hablando con un tipo que se parecía a un ministro (del que ahora no recuerdo el nombre) a través de una puerta que me llevó al pasillo de lo que, más o menos, es mi actual notaría. Allí, y ya casi desde la puerta, distinguí, altísima, a la opositora con una falda larga que le hacía parecer aún más alta de lo que creo que podría serlo. Estaba friendo huevos encima del contenedor de papel para reciclar.
Poco más o menos que entonces, me desperté.
El tipo que se parecía al ministro venía a firmar una escritura de Bankia que se había demorado mucho y que aún no estaba hecha. Parece que era un marronazo que no había por donde coger y que por eso comprendía que no le hubiéramos metido mano hasta el momento de su llegada. Era alguien que yo conocía de alguna de mis anteriores notarías.
En el claustro estábamos alrededor de una mesa con mantel, algunas bebidas y comida, como si estuviéramos merendando.
Parecía por la tarde por la forma de la caída del sol sobre el claustro.
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Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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