El problema que suelo tener cuando encuentro el día adecuado para poner en práctica una receta es que es muy fácil que me falten ingredientes y/o accesorios de cocina.

Es lo que me pasó cuando me puse hace un tiempo con el salmorejo “Basconfer”. Nada más empezar descubrí que no me quedaban suficientes tomates de pera por lo que tuve que utilizar los tomates valencianos de Naranjas Lola.

Les compro naranjas a “los de Lola“ desde hace más de 10 años (lo que me costó una impertinencia tuitera que mi hermano, se encargó de vengar de una manera antológica). Nada más recibirlos en mi notaría, abrí la caja, cogí uno, lo observé y me lo llevé a la nariz. Al olfato no me parecieron nada del otro mundo y aplacé mi veredicto al momento de hincarles el diente. Ese momento fue la misma noche que los recibí.

La piel de estos tomates, de buen tamaño y esmerada redondez, es muy fina. Al cortarlos ya percibes además que se trata de un tomate muy jugoso. El primer corte me lo tomé sin ningún aliño y me resultó muy suave en la boca, aunque tal vez me faltó que tuviera algo más de sabor (digamos que esperaba más sabor de este tomate). Creo, sin embargo, que nos hemos obsesionado un poco con el sabor de los tomates y es cierto que muchos no saben nada, pero probablemente un tomate normal, un tomate de los de siempre, más natural, sabe como estos tomates valencianos de Naranjas Lola. Después le añadí un par de escamas de sal. Evidentemente la mejora fue ostensible y en ese punto me senté a la mesa y me comí el resto del tomate con algo más de sal y un chorrito de aceite de oliva virgen extra. No puse vinagre aunque me gusta mucho. Con el aliño completo, el tomate me pareció un tomate de los de toda la vida. Lo terminé con fruición y hasta me entraron ganas de comerme otro, aunque no lo hice. Ahora tendré que probarles el tomate Raf a ver qué tal lo tienen. El Raf es un tomate que para mi empezó muy bien, pero ahora te puede flojear tanto como cualquier otro tomate, sobre todo si es de una gran superficie y encima al precio de un Raf…. Lo dicho, a ver qué tal con los Raf de Lola.

La adaptación de la receta del salmorejo “Basconfer”

Ya tuve que adaptar la receta del rape que me dio Isabel hace un tiempo y me ocurrió lo mismo con la receta del salmorejo de Marina de Basconfer. Cuando decidí prepararla no tenía tomate de pera, ni del “arrugadillo”, y, entonces, pensé “pues voy a utilizar el tomate valenciano, a ver qué tal”. Por eso empezaba el post diciendo que nunca tengo todo lo que necesito cuando me pongo a preparar una receta. Me faltaba el tomate de pera, pero tampoco tenía pan duro ni el aceite verdoso del que hablaba Marina en su receta. A pesar de todo, la receta me salió a la perfección (ahora verán como…) y me quedé deseando que llegara la hora de comer para meterle mano al salmorejo porque en las pruebas que me pareció que había quedado exquisito. Dejé cortado el jamón y el huevo para echar “porcima” y lo metí todo en la nevera para que estuviera bien fresquito. ¡Vaya risas buenas que nos pegamos Marina a propósito del “porcima” y el “se pela de seguido”¡

Otro problema añadido fue, que tenía la báscula de cocina de casa sin pilas y no podía pesar  las cantidades, así que fui saliendo al paso de este modo:

Tomates: Me fui a la web de Naranjas Lola y vi los kilos de tomate que llevaba una caja y los tomates que traía. De este modo calculé los tomates que necesitaba ya que no sabía calcular el kilo que necesitaba a ojo de buen cubero.

Pan duro: Lo sustituí por pan congelado. Compro en Carrefour unos panecillos que congelo y utilizo para mis bocatas de la hora de comer en el despacho los martes y los viernes (los miércoles y los jueves recurro a Carretilla que debería invitarme a su fábrica por llevar tantos años comiendo sus platos preparados o mandarme una caja variada de sus productos….). Los saqué del congelador y un rato después los corté con el cuchillo del pan.  En poco tiempo estaban medio duros, medio remojados. Como no tenía ni idea del peso, me fui a la web de una panadería y vi que podían estar sobre los 80 gramos cada uno. Aunque necesitaba sobre 200 gramos, no tenía otra alternativa (salvo salir a la calle, utilizar el pan de molde o pedirle pan duro a Montse, mi vecina) pero el pan que tenía en un bol a ligero remojo me pareció que podía ser suficiente. De hecho tras escurrir el sobrante de agua no llegué a utilizarlo todo.

Ajo: Un diente mediano sin el germen.

Sal: Por las pruebas estaba perfecto.

Aceite: De oliva virgen extra pero uno estándar de alberquilla y del super. No tenía otra cosa.

Mientras iba preparando todo puse dos huevos a cocer y no utilicé el agua caliente para escaldar un poco los tomates y “pelarlos de seguido” porque me pareció (ya lo he dicho) que la piel de los tomates valencianos era fina (cero pellejos) y que no iba a ser necesario. Todo junto lo metí en un tupper bastante grande y cogí la batidora de mano (tengo que comprar una de las otras). Unos minutos, un par de pruebas en boca después y el “Salmorejo cordobés de Basconfer al modo de Justito El Notario con tomate valenciano de Naranjas Lola” estaba listo.

Lo puse en su fuente y con los huevos y los tacos de jamón de mi moribundo jamón de Julián Martín lo dejé en el frigorífico esperando la hora de comer.

De segundo plato preparé un pequeño costillar de cordero.

Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario