Así definía mi padre a la situación en que se encuentra el opositor aprobado en las oposiciones a notarías (aunque el concepto es extensible a cualquier otra oposición) desde el mismo momento en que salen las notas del tercer ejercicio (que era el segundo en la época de mi padre) y hasta el momento en que tomas posesión de tu primera notaría y autorizas tu primer instrumento público. En todos esos meses, ¡la palabra que te define es “feliz”¡
Mi padre ya había entrado en esa fase el día de la práctica del cuarto ejercicio (la preparación de la escritura), que era entonces el tercero. Así lo tiene escrito, con su característica tinta verde, en su única libreta (mini en tamaño y extensión, ¡hasta le sobraron hojas¡) en el que iba apuntando (como solemos hacer los opositores) el día a día de la oposición.
“Octubre 26: Examen del 3º (Cachondeito)”
Mis libretas (doce nada menos, de 1991 a 2002), parecen casi una enciclopedia y sus notas me darían para varios posts (ya he escrito uno) que revelarían lo “inestable” que me encontraba en aquellos largos años de oposición. Prueba de esa inestabilidad es el trance de “La prueba de la manta” que os conté hace ya tiempo.
En mi caso, el cachondeito empezó un poco después, en la lectura de la escritura.
Luis Rueda Esteban, notario de Madrid y presidente de mi tribunal de las oposiciones (que ha repetido en las que acaban de terminar y a la que corresponde la foto destacada de este post que me ha proporcionado una de nuestras nuevas compañeras con la medición de otra, a las que les doy las gracias) en las que por fin aprobé, al término de mi lectura, sabiendo que yo ya estaba casado (y sigo estándolo y ¡con la misma mujer¡), me dijo: “como se te ocurra ahora hacer separación de bienes, es para matarte”. Tenía razón, sería para matarme, pero ni tenía separación de bienes entonces, ni la he hecho, ni se me ha pasado por la cabeza hacerla.
A alguna promoción como la antepenúltima ese “estado más feliz del hombre”, se le ha atragantado un poquito. Aquí nos lo contaba Pedro Rincón de Gregorio en el Blog de Transparencia Notarial.
No pasé por la situación de estos compañeros porque los de mi promoción nos colocamos todos de golpe, sin que sobrara ni una sola notaría en el concurso y yendo el último a Ochagavia “como mandaban los cánones”, en el razonable plazo de siete meses y medio desde que aprobamos. Así que no puedo opinar de lo que se siente cuando después de años de preparación y meses de exámenes, tienes que aguardar demasiados meses para empezar a trabajar y hasta “el estado más feliz” del hombre se te hace demasiado largo.
No recuerdo que mi padre me contara ninguna vivencia especial en estos meses de su “estado más feliz del hombre”, excepto que plantó a su novia de entonces, una mala costumbre de algunos opositores, aunque yo tenga que agradecérsela profundamente a mi padre. Un par de años después mi madre se cruzó en su camino.
Si que recuerdo que me contaba que cuando llegó al Lugo de los años 60 para hacerse cargo de su primera notaría (Friol) en un “Stándard” de segunda mano que compró con un dinero anticipado por mi abuelo, tras un viaje de un par de días por aquellas temibles carreteras de entonces, y se alojó en la modesta pensión “La Lucense” pensó “¿y tanto estudiar para esto?”
Supongo que días después a la frase y en los tiempos actuales, habría que añadirle unos cuantos emoticonos más.
Siempre les digo a los opositores que dudan en continuar y me piden consejo (mis casi once años de opositor, mis dos suspensos en el dictamen, mis cinco convocatorias y una prueba de la manta me dan una cierta “autoridad” en la materia) que con salud y respaldo económico hay que plantearse seguir adelante. El que conoce “La prueba de la manta” ya sabe que mi salud espiritual estaba algo quebrantada con la oposición. La física estaba en regla y el respaldo económico nunca me faltó.
Mis padres estuvieron siempre pendientes de mis necesidades. Ya fuera como opositor y soltero o como opositor y casado y durante mi “estado más feliz del hombre”, en el que mi padre me tuvo subvencionado mensualmente con una interesante cantidad, el tema económico no fue el problema para que yo aprobara la oposición.
La subvención de mi padre, contribuyó estando casado a pagar los gastos de la academia de preparación en Madrid, a pagar la residencia en la que vivía y me permitió (con todos los visados de mi mujer, en los casos en que ella, que trabajaba, no podía acompañarme) ya con el aprobado bajo el brazo a disfrutar de mi “estado más feliz del hombre” a pleno rendimiento.
Ese disfrute incluyó (que haya sido ahora capaz de recordar y estoy seguro de que me dejo cosas en el tintero):
- Nueve comidas o cenas de celebración del aprobado (cuatro en mi ciudad, cuatro en Madrid y una en Valencia). Con mis amigos de siempre y mis dos compañeros de fatiga en la convocatoria del aprobado final, José Luis y Sergio, celebré una fantástica fiesta en mi ciudad. El propietario del restaurante comentó, cuando le pagué la factura, que nos habíamos bebido hasta el agua de los floreros. La camiseta que veréis abajo fue regalo de aquel día. También fui a la cena de celebración del aprobado en el Casino de Madrid que organiza la Academia Matritense en la que tuve la suerte de estar en los seis últimos meses de oposición. Me recuerdo hablando con David Hurtado y cenando en la mesa con Carmen Fernández, entre otros. Otra de las cenas, fue con los compañeros de Valencia y Eduardo Llagaria, con el que estuve unos tres meses a finales de 2001. También estuve en la fiesta de celebración del aprobado de Manu Cánovas en la que me pude reír como no os podéis imaginar con algunos viejos amigos del colegio que andaban por allí. La cena en el Reina Victoria, la noche que terminó la oposición y el memorable “pobres gentes” fueron de los momentos más sobresalientes de aquellos días. En esas celebraciones son usuales los regalos. Alguna camiseta conmemorativa suele ser habitual, pero ojo con la imprenta, que no le juegue una mala pasada a vuestro amigo.
- Una cena de despedida de mi ciudad con motivo de nuestra marcha a mi primer destino.
- Cuatro viajes de placer: uno a Salamanca (a un concierto de Oasis, donde probé la cerveza sin alcohol por primera vez en mi vida), uno a Illescas y otro a Santander. En Santander con unos viejos amigos de la playa, me enteré de que iba a ser Notario de Mondoñedo. El cuarto viaje fue a Cuba (La Habana y Cayo Guillermo, donde creo que mi compadre José Luis y yo no nos dejamos ni un solo combinado de ron sin probar).
- Las jornadas de los nuevos notarios, que organiza el Consejo General del Notariado al término de cada oposición, que para mi promoción tuvieron lugar en Ávila.
- Y un viaje a Oviedo para asistir a la boda de un compañero de promoción y que luego aproveché para acercarme por primera vez a Mondoñedo, mi primer destino, a fin de resolver algunas cosas de mi nueva etapa vital y profesional: vivienda, local y empleados de la notaría, fundamentalmente. Las bodas de los compañeros de promoción suelen dar lugar a unos cuantos viajes tras el aprobado. En mi caso fui invitado a ocho bodas. Solo una de ellas fue antes de tomar posesión. El resto fueron más adelante y solo deje de asistir a una, por “imposibilidad accidental”.
También hubo visitas de agradecimiento a los preparadores y algunos regalos. Los hice y los recibí. Mi padre me regaló un viejo reloj suyo y me escribió una inolvidable dedicatoria que conservo.
Estamos hablando de muchos eventos, juergas y viajes, más todo un verano de por medio y el viaje hasta La Coruña para la toma de posesión. Desde el día en que salieron las notas del dictamen (29 de junio de 2002 en el caso de mi tribunal) hasta el de la toma de posesión (19 de febrero de 2003) sale una proporción de quince días por sarao y ya digo que seguramente olvido unas cuantas cosas más.
Así que, queridos compañeros aprobados en las oposiciones de Madrid que acabáis de terminar, ¡enhorabuena¡ y preparaos para afrontar “el estado más feliz del hombre” y a sacarle el máximo partido a esta época de vuestras vidas. Cuando termine, os estaremos esperando.
Por cierto, he tenido noticia de haber sido citado en los discursos de dos decanos en las recientes tomas de posesión. Me alegro, especialmente porque la expresión era de mi padre, así que va por él.
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Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario
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Estos testimonios son de los que se leen con gusto y admiracion! Espero que de nuestro “estado”, que ahora atravesamos, recién comenzado, guardemos un recuerdo igual de bonito.
Un abrazo.
Querido Jesús: Estoy absolutamente seguro de que será tan feliz como el de todos los que hemos pasado por él. Un abrazo y gracias por intervenir. Justito El Notario
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Sí, yo también tuve siete meses desde el aprobado a la posesión. Qué buenos recuerdos, aunque en nuestra promoción creo que no fuimos tan juerguistas 😉
Por cierto, el Presidente de tu Tribunal era Luis Rueda Esteban, gran notario y gran amigo, no le cambies el segundo apellido, no se vaya a enfadar su madre 😉
Un abrazo
Querido Juan José: Gracias por contestar. He corregido el segundo apellido de Luis Rueda. Hay un par de hermanos Rueda Pérez, notarios, que se llaman Rueda Pérez y por eso me habré confundido.
Celebraciones si que hubo y juerguistas unos cuantos, claro que si¡
Un abrazo fuerte. Justito El Notario.
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