Mi filosofía del vino está basada en el momento en que lo bebes y en el acompañamiento gastronómico y humano de ese momento. Para disfrutar del vino necesito tener, antes que nada, un estado apropiado de mente y cuerpo y a ser posible un buen maridaje. He desaprovechado grandes vinos en “malos” momentos y he disfrutado mucho de vinos más modestos con el “maridaje” gastronómico y humano adecuado. También es cierto lo que me dice mi amigo Ángel, que oposita a notarías:

Desde que entré en redes y especialmente en Twitter, hablo de vinos a menudo con un  buen número de amigos, más o menos conocidos o desconocidos. Es clásico recurrir al “tomo nota” para mostrarte interesado en la recomendación y dejar claro que el caldo recomendado entra en tu lista de “busca y captura” o de “pendientes”. En mi caso la lista era real, pero se ha vuelto inabarcable, inmensa. Necesitaría varios hígados para afrontarla, así que ya no aspiro a cumplir ni medianamente bien con la Srta. Guerrero (a quien le debía desde hace mucho este post) y me conformo con sacar a la luz un pequeño listado de caldos que me proporcionaron buenos momentos y que estuvieron muy bien aprovechados.

Cepas Viejas, Murviedro, Utiel-Requena

Mi primer y único encuentro con este vino fue en el Restaurante Paco Gandía de Pinoso (Alicante). Conozco a Paco y sé que siempre tiene algo nuevo con que sorprender a sus clientes y amigos. Su última sorpresa fue este vino del que estoy pendiente de hacerme con algunas botellas.

Señorío de Cuzcurrita, Castillo de Cuzcurrita, Rioja

Probé este vino en El Aperitivo del Pintor de Cartagena (Murcia) que es una tienda/bar gourmet y delicatessen que incluye la degustación de sus productos, vinos incluidos. Luego he vuelto a probarlo en el Restaurante El Pincho de Castilla de Cartagena, con el mismo grado de satisfacción, si bien la botella que nos bebimos en este segundo local tenía muchos posos.

Honoro Vera, Bodegas Ateca, Familia Juan Gil, Calatayud

Estaba en promoción sobre las mesas de un restaurante actualmente cerrado de Cartagena al que le pusieron un horrible nombre tipo denominación social y que hoy ha adoptado nombre ferroviario. El restaurante no prometía mucho y el día tampoco. Era uno de aquellos días en que se sale por salir, por no quedarte en casa. Hasta aquel momento no había tenido ocasión de probar casi nada de la D.O. Calatayud. Ni la promoción, ni el etiquetado me llamaron la atención, pero fue un gran descubrimiento el vino, la denominación y la garnacha. Gran calidad precio y repetición de la jugada en una celebración familiar en la que fue todo un acierto (a pesar de la etiqueta).

Alaya y La Atalaya del Camino, Familia Juan Gil, Almansa

Un claro ejemplo de mi teoría del momento. Un gran amigo me regaló una botella de Alaya que llevé a casa de mi madre en Nochebuena acompañando al pavo de Cascajares. El comentario general, incluido el mío, fue relativo a su excesivo grado alcohólico. Probablemente no fue solo el grado alcohólico del caldo, sino más bien el nuestro, el que no nos permitió reconocer un vino del que hablaban maravillas y que, sin duda, tendría que volver a repetir.

Unos meses después en el Mesón de Pincelín de Almansa (Albacete) en compañía de algunos compañeros tuve ocasión de probar La Atalaya del Camino que acompañó, entre otras cosas y a las mil maravillas, a un buen entrecot de angus. El grado alcohólico debe ser parecido en el Alaya y en el Atalaya, así que, sin duda, fue éste segundo un mejor momento que el primero y el maridaje con la carne roja más apropiado que con el pavo que acompañó a mi primer encuentro con esta bodega. Ahora me falta por probar el tercero de la familia: el Laya.

Tras aquel día de elecciones en Pincelín con el Atalaya, me hice con un par de cajas de doce botellas cada una. Una para regalo y la otra para consumo propio. Aún me quedan dos botellas puesto que es un vino que exige su momento especial.

Triga, Bodegas Volver, Alicante

Este vino tuve la suerte de probarlo como primicia en Paco Gandía, cuando aún no estaba a la venta y con un etiquetado no definitivo. Me pareció un magnífico vino. Robusto y contundente. De mis amigos de Bodegas Volver, tengo ganas de probar una novedad “Espeto”. A ver si lo localizo.

Quinta de Quercus, Bodegas Fontana, Uclés

Todo un descubrimiento en el viaje familiar del puente de la Constitución-Inmaculada del año 2015 a Cuenca y Teruel. En la carta del Parador de Cuenca, que estaba bien provista de vinos de la zona, nos topamos con el Quinta de Quercus que resulto ser un vinazo de los que hay volver a repetir si hay ocasión (o propiciarla). Me aplicaré, además, en conocer mejor la D.O. de Uclés que tengo poco trabajada y de la que también conozco los vinos que vienen a continuación.

Vinos Finca La Estacada, Uclés

De la bodega Finca La Estacada he probado el Chardonnay-Sauvignon y el 6 Meses Barrica. El primero lo caté por vez primera en el Restaurante El Poli de Águilas (Murcia). Se trata de un vino de estupenda relación calidad precio que luego he comprado para consumo en casa en varias ocasiones. El tinto lo probé en el mismo viaje que el Quercus en el Restaurante Figón del Huécar situado en la vieja casa del cantante José Luis Perales. De entre estos dos, me quedo con el blanco que suele proporcionarme, con su sencillez, momentos fetén cada vez que se pone en mi camino. En mi destino también está la Bodega a la que es posible ir de visita y en la que cualquier día que pase por Tarancón tendré que detenerme.

La Manga del Brujo, El Escoces Volante, Calatayud

En El Rincón del Chorro de Albarracín el vino fue “La Manga del Brujo” de El Escocés Volante. La carta de vinos aragoneses del local estaba bien surtida. Es una de esas cartas en la que no sabes por qué decidirte. Mi primera experiencia con esta bodega resultó muy satisfactoria. Ha sido otra recomendación tuitera, en este caso de @BensonSenyora, que no defraudó mis expectativas. Mi estado era óptimo en El Rincón del Chorro y disfruté mucho de este vino.

Tres Picos, Borsao, Calatayud

El vino con el que despachamos un espectacular ternasco en el restaurante Rufino de Teruel, fue un Tres Picos de Borsao que tanto José Luis Navarro Comín como Manolo Domínguez me llevaban recomendando desde hace tiempo. Como pasó en Albarracín, las referencias de vinos de la tierra eran numerosas y costaba trabajo decidirse, pero Tres Picos no defraudó en absoluto, a pesar de que en la última cena del último día de un viaje, mente, y sobre todo cuerpo, ya no sean los mismos que al partir.

Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario